El desarrollo de las sesiones: los debates

AutorTatiana Recoder Vallina
Páginas133-138
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El desarrollo de las sesiones: los debates
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Por medio de los debates se desarrolla la principal parte del trabajo parla-
mentario. En efecto a través del uso de la palabra los parlamentarios ponen de
manifiesto sus opciones políticas, exponen sus argumentos y tratan de convencer
al adversario sobre la oportunidad y beneficio de sus ideas y propuestas. Ahora
bien, lo cierto es que en el parlamentarismo actual el destinatario ya no es sólo el
contrincante político sino también la opinión pública.
El debate parlamentario puede estar destinado bien a la mera exposición pú-
blica de las diferentes posiciones sobre un tema (es el caso de las preguntas con
respuesta oral, las comparecencias y las interpelaciones), bien a la exposición de
la posición que servirá de apoyo a la adopción posterior de una decisión parla-
mentaria (supuesto de las iniciativas legislativas, por ejemplo).
Lo verdaderamente relevante de los debates es que se dé la posibilidad a to-
das las fuerzas políticas con representación parlamentaria de que expongan las
posiciones que tengan sobre los temas que se debatan. Precisamente por ello, los
reglamentos parlamentarios contienen siempre previsiones sobre los mecanismos
para llevar a cabo los debates.
La ordenación de los debates varía de un parlamento a otro y también de-
pende de cada momento histórico. En efecto, si bien durante mucho tiempo los
debates parlamentarios eran libres tanto en cuanto a su contenido como al dere-
cho de todos los parlamentarios a intervenir en igualdad de condiciones en todo
debate, hoy este está mucho más limitado a los efectos de tratar de evitar prácticas
obstruccionistas. Puede decirse que en los diversos parlamentos existe una ten-
dencia a organizar los debates con la finalidad de aprovechar mejor el tiempo del
que disponen. Ello ha llevado a configurar unos sistemas de debate más restringi-
dos, tanto en lo que se refiere a los sujetos que pueden intervenir en ellos como a
la duración de sus intervenciones.
De manera similar a lo que ocurre en las Cortes Generales, la Asamblea de
Madrid ha regulado un sistema bastante restrictivo del uso de la palabra. En ello
han influido cuestiones tanto de tiempo disponible como del predominio de la fi-

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