Vox scholae ars docendi valorem classicorum. Tributum profesori Antonio Fernández De Buján

AutorJuan Alfredo Obarrio Moreno
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Romano Universitat de València
Páginas33-58
VOX SCHOLAE
ARS DOCENDI VALOREM CLASSICORUM.
TRIBUTUM PROFESORI ANTONIO FERNÁNDEZ DE BUJÁN
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Catedrático de Derecho Romano
Universitat de València
“Conocer es recordar”
Platón. Men ón (81c)
1. MAESTRO
Podría parecer que la presente comunicación tiene dos partes bien diferenciadas:
por una parte, la reivindicación de la Cultura Clásica y, por otra, realizar un sentido
homenaje a una persona que, a buen seguro, la mayoría de nosotros le tenemos por
un gran Maestro. Si me permiten les diré que no hay tal dicotomía. Toda mi Ponencia
es un homenaje a un Maestro que ha hecho que la Ciencia de la Antigüedad no se
convierta en un reducto para mentes despiertas, sino que vuelva a ser lo que siempre
fue: el origen del pensamiento y del diálogo.
A esta gran verdad ha entregado buena parte de su vida académica. La otra parte
la ha dedicado a su Escuela. Es lógico que los que hoy estamos aquí reunidos le rinda-
mos un sentido homenaje a su persona y a su fecundo magisterio.
Como bien sabemos, Maestro es una persona que acoge, cobija, cuida y proyecta;
y al hacerlo nunca deja huérfano de palabras a sus discípulos. Todo lo contario. No
importa el momento o la circunstancia, sabemos que, si recurrimos a él, él está -y
estará- ahí, ya sea para indicarnos el camino más propicio para nuestra futura carrera
académica o para enseñarnos a eludir nuestras inevitables equivocaciones. Es una
labor que siente, porque va cosida a su alma.
Maestro es una persona que sufre con el desencuentro, el engaño o la incom-
prensión de sus discípulos. Es lógico que así sea. Somos una parte trascendental de
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su vida. Nos siente como propios, y como a propios nos trata. De ahí que no entienda
de deslealtades. Palabra que en él está prohibida, como prohibida es la traición a sus
discípulos. Todos lo sabemos, porque todos, sin excepción, lo hemos vivido.
Maestro es una persona que siente como suyos los aciertos o los triunfos de sus
discípulos -los tuyos y los míos-, sin importarle si estos son pequeños o grandes, por-
que, para él, todos son grandes, aunque no lo sean para nosotros.
Maestro es un docente que se desvive para que nuestros estudios tengan acomo-
do en la vida académica. Tarea ingente es crear una revista de prestigio internacional
como la que ha alcanzado la Revista General de Derecho Romano, una revista que ha
permitido que muchos de nosotros nos podamos acreditar a una siempre incierta
Cátedra, a una complicada Titularidad o a una plaza tan necesaria para el inicio de la
vida académica como es la Plaza de Contratado Doctor. Lo cuento porque todos, sin
excepción, lo hemos experimentado, de ahí nuestro infinito agradecimiento.
Tarea ingente es crear una Colección de Derecho Romano y Cultura Clásica, con
más de ciento treinta volúmenes editados, en la que tú y yo podemos publicar nues-
tros estudios más relevantes, sabiendo que estos tendrán una pronta acogida en la
mayoría de las Universidades españolas y extranjeras.
Tarea ingente es promover numerosos Proyectos de investigación para beneficio
de sus discípulos, quienes advertimos que estos no solo constituyen un estímulo para
nuestra investigación, sino que se convierten en el necesario punto de encuentro para
que nuestro pensamiento ni se dogmatice ni se inmovilice.
Tarea ingente es leer y prologar nuestros estudios. Tarea ingrata. Tarea no siem-
pre bien reconocida. No lo es para un Maestro que se enorgullece de cada estudio
que le presentamos para que lo prologue, y que él tiene a bien dejar su impronta y su
prestigio. El nuestro, en no pocas ocasiones, va al amparo del suyo.
Maestro es un docente que deja tras de sí una obra -de él no se podrá decir que es un
homo unius libri-, pero, sobre todo, es una personalidad visible, abierta, afectuosa, siem-
pre sincera y estimulante, de ahí que Maestro, Maestro con Mayúsculas, sea el profesor
Antonio Fernández de Buján, al que hoy rendimos un merecido y sentido tributo 1.
Pero quiero que sepas, querido y admirado Antonio, que estas torpes palabras
que ahora pronuncio, no son patrimonio mío. Es el sentir unánime de tus discípulos;
unos discípulos que saben que su Maestro nunca, digo bien, nunca les abandonará,
1 ZABALZA, Miguel Ángel, “Ser profesor universitario hoy”, La cuestión universitaria, 5 (2009), p.
69, quien se hace eco de las palabras que Dionisio Ridruejo vertiera sobre Ortega y Gasset (1955), y que
bien podríamos decir del Profesor Antonio Fernández de Buján: “Tenemos por maestro a quien ha re-
mediado nuestra ignorancia con su saber, a quien ha formado nuestro gusto o despertado nuestro juicio,
a quien nos ha introducido en nuestra propia vida intelectual, a quien -en suma- debemos todo, parte o
algo de nuestra formación y de nuestra información; a quien ha sido mayor que nosotros y ha hecho de
su superioridad ejemplaridad; a alguien de quien nos hemos nutrido y sin cuyo alimento u operación no
seríamos quienes somos. Alguien, en n, cuya obra somos en alguna medida”.

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