Innovación en el aula. De lo práctico a lo teórico. Una fórmula de incentivar el aprendizaje

AutorRubén Herrero Giménez
Cargo del AutorUniversidad Europea de Madrid
Páginas237-254
Capítulo XIII
INNOVACIÓN EN EL AULA. DE LO PRÁCTICO A LO TEÓRICO.
UNA FÓRMULA DE INCENTIVAR EL APRENDIZAJE
Rubén Herrero Giménez
Universidad Europea de Madrid
1. INTRODUCCIÓN
El presente escrito expone una manera de abordar el estudio en
el aula de la asignatura de Derecho Procesal Penal, del Grado en
Derecho en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la
Universidad Europea de Madrid, en su modalidad presencial.
Esta asignatura, contemplada en los presentes estudios como
obligatoria (Guía Docente UEM 22-23, p. 1), constituye en la práctica
una rama del ordenamiento jurídico esencial y por ende básica en la
formación del estudiante.
En el presente trabajo, se expondrán los diversos objetivos del
aprendizaje, sus diversas competencias (transversales y específicas) y
los resultados que se pretenden conseguir en virtud del modelo
presentado. En este caso, tan solo se presenta una actividad
desarrollada ad hoc para la presente asignatura.
238 Rubén Herrero Giménez
2. PASADO Y PRESENTE
Antes de nada, merece la ocasión el presente apartado que servirá
de faro para comprender de dónde venimos y a dónde nos dirigimos,
y a su vez, de dulce o amargo recuerdo y pronóstico (según el lector).
Desde que comencé a estudiar, allá por el año dos mil, el modelo
académico ha ido cambiando mucho, tanto que en ocasiones me
parece que lo que experimenté en mi juventud fue más un sueño que
un proceso.
Recuerdo cuando acudía a la Facultad de Derecho de la
Universidad Complutense, cómo los pasillos estaban llenos, las
cafeterías repletas de estudiantes y matriculados, y cuando se
acercaba la primavera, los jardines se encontraban repletos de grupos
de personas saboreando una cerveza alrededor de una partida de mus.
Me licencié en Derecho, bajo el tan clásico como histórico plan de
mil novecientos cincuenta y tres, donde todas las asignaturas eran
anuales y que como mucho, se contaba con las denominadas primera
y segunda vuelta para poder examinarse en verano, cada una de ellas
con una diferencia de 15 días. A partir de ahí, tan solo quedaba la
convocatoria de septiembre y el vago recuerdo de un verano corto.
Recuerdo aquellos programas de asignatura con los que estudié,
color verde manzana, donde aparecían todas las lecciones y puntos
que debían estudiarse y por lo tanto podrían ser objeto de evaluación.
Los primeros días del curso, el servicio de publicaciones de la Facultad

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