Intervención con menores maltratados físicamente en el ámbito intrafamiliar desde una mirada socio jurídica
Autor | Manuela Romero Rodríguez |
Páginas | 333-352 |
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En primer lugar, señalar que esta problemática ha sido definida por muchos profesionales, por lo que es frecuente encontrar distintas definiciones del maltrato infantil. La ambigüedad e imprecisión del concepto de maltrato, la ausencia de criterios claros y operacionales, la diversidad de criterios ideológicos-culturales y otros factores provocan la aparición de esa multiplicidad de definiciones, que hacen que un mismo caso pueda ser considerado como maltrato o no, en función de quien lo detecte o
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investigue, o dónde se detecte o investigue (ADIMA, 1995:18). De ahí que algún que otro autor hable de "la ambigüedad del concepto de maltrato- (Gómez de Terreros, 1995:29-30).
En segundo lugar, debemos mencionar el carácter de interdisciplinariedad que conlleva el maltrato infantil, lo que hace que los esfuerzos vayan encaminados a la búsqueda de una definición operativa, que sirva a los diferentes profesionales de las diversas disciplinas, que deben intervenir ante esta realidad (Gómez de Terreros, 1995:31-32).
En este sentido considero acertado el concepto ofrecido por el Instituto Internacional de la Infancia de París, que describe el maltrato infantil como: "cualquier acto por acción u omisión realizado por individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto y todos los estados derivados de estos actos o de su ausencia que priven a los niños de su libertad o de sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo desarrollo- (Gómez de Terreros, 1995:30). Puede observarse como en esta definición se incluye el maltrato tanto familiar, como el institucional y socio- cultural.
Mencionar también que en Andalucía se está trabajando actualmente sobre un instrumento el "Valórame- en función del cual se está conceptualizando el maltrato y el riesgo, así se le ofrece unos criterios a todos aquellos operadores y técnicos que trabajan con infancia, al objeto de que todos tengan los mismos criterios a la hora de declarar una situación de maltrato infantil.
El maltrato infantil se divide en varios subtipos de malos tratos. Este trabajo se va a centrar principalmente en el maltrato físico. Entre los subtipos de maltrato infantil encontramos los siguientes:
· Maltrato psíquico /emocional
· Maltrato físico
· Negligencia/abandono físico/cognitivo
· Abandono psicológico/emocional
· Abuso sexual
· Explotación laboral,
· Corrupción
· Síndrome de Munchaüsen por poderes,
· Maltrato prenatal
· Retraso no orgánico en el crecimiento
· Maltrato institucional
Ante esta cuestión debemos señalar que es sabido (y se ha escrito en abundancia sobre ello), que existe una gran confusión entre la definición de maltrato infantil y las definiciones de los distintos subtipos de malos tratos (Besharov, 1980: 383-390). Una de las definiciones más consensuadas y amplias que encontramos sobre el subtipo del m
maltrato físico, es aquella que ofrece el Dr. Gómez de Terreros y que reza así: "Cualquier acción, no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedades en el niño- (Gómez de Terreros, 1995:123). La tipología según el contexto maltratante podrá ser intrafamiliar o extra familiar. Habitualmente el maltrato infantil físico suele aparecer dentro
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del ámbito familiar. Otros tipos de malos tratos como son la explotación laboral, el maltrato institucional o el consumismo se ejercen fuera de la familia (Gómez de Terreros, 1995:34-35) como sus propias denominaciones indican. Una vez presentadas las definiciones, quisiera hacer sobre este tema una observación cual es que, pese a que la mayoría de las personas identificamos el maltrato físico con indicadores físicos en el niño como son quemaduras, arañazos, mordeduras, moratones, cortes, pinchazos, fracturas, heridas o raspaduras, se ha comprobado por los expertos que el zarandeo ejercido con fuerza de atrás hacia adelante en el niño, sobre todo en bebés, puede producir rupturas vasculares en la cabeza, esto es lo que se denomina como "El síndrome del niño sacudido o agitado de Caffey- (Gómez de Terreros, 1995:126-127). Creo que es necesario exponer este síndrome y sus efectos, pues desafortunadamente, está muy generalizado en nuestra sociedad el zarandear a un niño como uno de los medios para callar o "corregir- al infante, lo que se legitima, además, erróneamente, a través del ejercicio de corrección paterno-materno.
Por un lado, debemos recordar que los primeros trabajos sobre el tema, atribuían el maltrato a características psicopatológicas de los padres. Así el primer enfoque que encontramos es el psicológicopsiquiátrico (Jiménez Morago, et al, 1995:29-30), el cual puede considerarse intraindividual, y ha presentado dos opciones; La primera es de carácter más psicológico y enfatiza los aspectos evolutivos y cognitivos de los padres. El énfasis se pone en la madurez de la persona y en la complejidad psicológica, pues se supone que quienes maltratan son personas inmaduras, cuyo desarrollo se ha detenido en estadios previos a la madurez. Una de las consecuencias es que tienen percepciones y expectativas de la conducta infantil que son erróneas (Twentyman, Plotkin, 1982; Azar, Robinson, Hekemian, Twentyman, 1984), analizando el comportamiento del infante como si fuera un adulto, y esperando del niño demasiadas cosas demasiado pronto. Este tipo de padres inmaduros ponen en marcha formas y mecanismos de reacción inmaduros, caracterizados por la impulsividad.
La segunda opción que presenta este enfoque es de carácter psiquiátrico, centrando el problema en características personales de los padres. Se supone que los que llevan a cabo actos de maltrato son personas mentalmente enfermas, emocionalmente desajustadas, etc.
Desde este enfoque se han destacado datos como los siguientes:
-Se ha detectado en estas personas una mayor presencia de síntomas de tipo depresivo, cierto grado de ansiedad y bajos niveles de autoestima personal (Green, et al. 1980; Kaplan et al. 1983; Estroff et al, 1983).
-Suelen ser personas impulsivas, incapaces de controlarse y prever las consecuencias de sus actos. Ello se asocia a un bajo nivel de tolerancia a situaciones de cierta tensión (Frodi, Lamb, 1980).
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-La capacidad de empatía también parece estar mermada en este tipo de padres.
-Los padres maltratantes también parece que tienen una visión más negativa de la conducta de sus hijos que el resto de padres (Reid et al, 1987).
Finalmente debo decir que se ha comentado extensamente en la literatura la influencia que ejerce sobre el individuo el haber sido, a su vez, víctima de algún tipo de abuso en su infancia (Kaufman, Zigler, 1987; Windon, 1989).
Posteriormente en la década de los setenta, son los factores sociales los que centran el interés. A partir de 1970 el modelo sociológico aparece y dirige la etiología del maltrato a las actitudes socio-culturales (Gómez de Terreros, 1995:90). Según el enfoque social (Jiménez Cols, 1995), la responsabilidad no se hace caer en el padre, sino que remite a las condiciones sociales que afectan a la familia, como el empleo, hacinamiento, falta de apoyo social, tensiones conyugales, etc. Cuando además de darse estas condiciones de existencia aparecen factores estresantes específicos (niño prematuro, abandono de familia por uno de los padres, etc.), se crean condiciones que pueden llevar a estallidos de violencia o desatención severa (Wasserman, Allen, 1985). Así pues, este modelo centra su atención en variables tales como:
-Clase social: La relación entre la pertenencia a una clase social baja o muy baja y el maltrato aparece en casi todas las investigaciones realizadas, sin embargo, existen dudas sobre si los malos tratos se dan sólo en este nivel social, o si simplemente es más fácil detectarlo en los grupos que por sus escasos recursos se ven obligados a acudir a los servicios sociales (De Paúl, 1998; Inglés, 1991).
-El estado civil de la madre ha sido también objeto de estudio. Parece que un buen número de las madres maltratantes se encuentran en situación de grave inestabilidad en su situación de pareja, o bien crían a sus hijos en solitario (Altemeier, et al, 1982; Webster-Stratton, 1985).
-La situación laboral inestable o insatisfacción está también ligada a esta problemática. Así, el desempleo se presenta como un claro factor de riesgo para este problema y para los problemas de salud en general. Señalándose que la insatisfacción con el empleo provoca una mayor severidad en el maltrato al niño (Belsky, 1984).
-Variables relacionadas con la composición familiar y el número de hijos (más elevado), también han sido reiteradamente relacionadas con el maltrato (Groothius, 1982).
-El aislamiento social también es una característica común entre estas familias.
Frecuentemente sus miembros mantienen contacto con un número reducido de personas, estando su núcleo social compuesto fundamentalmente por personas ligadas por lazos familiares (Salzinger, et al, 1983; Belsky, Rovine, 1986). El tercer enfoque que hubo sobre las causas del maltrato infantil fue el enfoque centrado en la vulnerabilidad del niño (Gómez de Terreros, 1995:31-32). En este caso se pretende...
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