Trabajo Social con menores que consumen drogas

AutorIsrael Fábregas Galán
Páginas353-371

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Ver nota 43

Remember when you were young, you shone like the sun.

Shine on you crazy diamond...

Pink Floyd 1979

Introducción

La gente joven es hedonista e insolidaria, es incapaz de pensar en el futuro y busca constantemente vivir experiencias intensas. Es la edad, es lo que toca.

Pero ¿es cierta esta afirmación? ¿Realmente son todos y todas las jóvenes así? Es cierto que el consumo de drogas como el alcohol y el cannabis se han introducido de lleno en los espacios de ocio juvenil; que han subido alarmantemente (con más intensidad en el caso de las chicas) los consumos de sustancias como el alcohol, el cannabis o la cocaína; que han bajado las edades medias de inicio para estas sustancias; que se ha cambiado de un modelo de consumo de alcohol mediterráneo, pocas cantidades repartidas a lo largo de la semana por un modelo nórdico de atracón; pero no estamos hablando de la gran mayoría de la población juvenil española. Tampoco es cierto que la gran mayoría de los y las jóvenes que consuman drogas durante la adolescencia y la juventud vayan a desarrollar consumos problemáticos, dependencia o problemas de salud asociados a este consumo.

Esto no quiere decir que debamos esperar a que todo "vaya bien- y que una gran mayoría de la juventud "se salve-. El trabajo social, junto con el resto de disciplinas de los ámbitos social y sanitario, debe incidir en la reducción de personas que consumen; en retrasar la edad inicial de consumo44; en apoyar a aquellos chicos y chicas que empiezan a desarrollar consumos problemáticos y acompañar a las personas que habiendo desarrollado una dependencia o no, desean dejar de consumir y no lo consiguen sin ayuda.

Yo no creo que la juventud ahora sea más hedonista e insolidaria que la de mi generación y me da que pensar que por parte de la juventud el fenómeno de las drogas sea visto de una manera algo diferente, si bien me parece preocupante la facilidad con que los chicos y chicas "compran- los imaginarios sociales sobre jóvenes y drogas que se generan desde el mundo adulto. Los estereotipos colectivos sobre la

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juventud tienden a proyectar hacia la gente joven una predisposición al riesgo que no es real (Arias Astray, 2012).

Si preguntamos a jóvenes consumidores sobre su consumo dicen: es una forma de divertirse como otra cualquiera, es más barata, permite conocer gente y socializar (botellón). El consumo de drogas por parte de la población juvenil actual es integrador y en torno al consumo de las mismas se desarrollan mecanismos sociales muy importantes a esa edad, el ligue, la pertenencia y el reconocimiento del grupo de iguales, la necesidad de diferenciarse del núcleo familiar o de explorar los límites. Es cierto que no todos los chicos y chicas viven estas necesidades con la misma intensidad, ni sienten el deseo o la necesidad de consumir sustancias para conseguir sentirse bien con su entorno y consigo mismas.

La juventud no habla con el mundo adulto acerca de las drogas, se trata de uno de los temas tabú que, como la sexualidad, alimenta en muchos casos mitos y falsas creencias que se propagan entre iguales. Y por otra parte no debemos olvidar que no sólo consume drogas la gente joven, y lo que es más importante, no toda la juventud consume drogas; pese a la imagen que en muchos casos podamos tener desde el mundo adulto.

El hecho de que haya jóvenes que quedan atrapados y atrapadas en una adicción que hipoteca su futuro personal no puede sino preocupar, pero esta preocupación surge en muchos casos desde el miedo y el desconocimiento. El miedo del mundo adulto: de las familias, de los profesionales, de los responsables políticos es el que impulsa la acción en este ámbito y el miedo no puede convertirse en el motor de las acciones dirigidas a la reducción del consumo de drogas por parte de los chicos y chicas. Porque el miedo no nos deja ver con claridad.

Es necesario contemplar las diferentes motivaciones que pueden tener los y las jóvenes hacia el consumo de sustancias si queremos actuar sobre la raíz de los problemas que siempre acompañan y que a menudo se oculta tras un consumo más o menos problemático. Porque el consumo de drogas no deja de ser un síntoma, una señal de alerta sobre algo que no funciona del todo bien. En muchos casos estas señales serán falsas alarmas, señales equívocas; pero en otros casos serán elocuentes llamadas de auxilio.

Un buen análisis de la situación nos va a orientar respecto a la forma de abordar los diferentes consumos (consumos experimentales, consumos evasivos, consumos sociales...) poniendo el foco no sólo en la sustancia o cantidad consumida sino contemplando la realidad individual de la persona que consume y en el contexto en el que el chico o chica toma la decisión de consumir. Las drogas existen y existe una percepción de accesibilidad muy alta por parte de la gente joven.

Grafico I

Modelo multidimensional

[VER PDF ADJUNTO]

Fuente: Elaboración propia a partir de la práctica

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El grafico I, muestra la relación existente entre la sustancia y sus efectos, las características biopsicosociales de la persona consumidora y el contexto en el que se produce el consumo.

Como decimos la sustancia es sólo uno de los factores que inciden en el fenómeno del consumo de drogas, este consumo es fruto de una interacción entre diferentes elementos entre los que las características biopsicosociales de la persona y el contexto en el que se realiza el consumo conforman una triada que, además se ubica en un momento histórico determinado. No tiene la misma consideración el consumo de heroína entre los y las jóvenes, por ejemplo, en la actualidad que en los años 80. Para entender la incidencia de la interacción entre los tres elementos podemos utilizar un ejemplo: no tiene las mismas consecuencias el consumo de alcohol por parte de una mujer adulta en una boda que ese mismo consumo realizado por un joven antes de entrar a un examen en el instituto. Aun tratándose de la misma sustancia, una sustancia legal, e incluso en la misma cantidad, el factor edad es importante pues el consumo de alcohol por parte de un chico de 15 o 16 años tiene una mayor incidencia en su desarrollo que en la mujer adulta. Por otra parte, la repercusión del consumo de alcohol en una fiesta social no es comparable a las consecuencias que puede acarrear para un joven el consumo de alcohol en horario escolar. Y no debemos olvidar que el consumo por parte de menores no es legal, por lo que el consumo de alcohol por parte de menores de edad conlleva consecuencias determinadas por el estatus de "ilegalidad-.

A lo largo de este artículo se pretende incitar a una reflexión acerca de nuestro papel como profesionales de lo social en la intervención sobre el consumo de drogas por parte de la juventud. Una reflexión que sirva para responder de forma ajustada a las necesidades sin caer en posturas salvadoras o alarmistas que suelen producir alejamiento e incomprensión, especialmente si estamos tratando con gente joven.

El abordaje temprano de los consumos con los y las más jóvenes ha sido una preocupación entre profesionales de diferentes disciplinas de lo social y lo sanitario planteándose intervenciones desde una posición eminentemente sanitaria, que se queda a mi entender bastante corta en el caso de consumos entre gente joven. La intervención desde perspectivas que ponen el foco en los aspectos sociales por los cuales una persona no sólo asume el riesgo, más o menos consciente, de tomar sustancias que pueden ser perjudiciales a corto, medio o largo plazo, si no que una vez que ha iniciado el consumo desarrolla una dependencia que puede hipotecar un proyecto vital que aún está por construir.

El trabajo desde la gestión de los riesgos que pueden acompañar al consumo supone una buena puerta de entrada para abordar el consumo, ya que permite hablar de drogas sin que la persona se sienta juzgada por el hecho de consumirlas y transmite una intención real de interés por la salud de la persona con la que trabajas.

Los programas de drogodependencias dirigidos a consumidoras y consumidores adultos "... Se plantean desintoxicación, deshabituación y/o reducción de daños. Ahora bien, cuando se trata de atender problemas relacionados con las drogas en edades más tempranas no ocurre exactamente lo mismo, ya que suelen considerarse como consumos de riesgo, uso problemático de drogas o como factores de riesgo que, junto a otros de tipo familiar, escolar, relacional o de desarrollo madurativo, configuran un patrón

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problemático o de riesgo. Y está bien que así sea. Ese es el modelo adecuado para enfocar la problemática de jóvenes y adolescentes...- (Ramírez de Arellano, 2008: 38)

Los jóvenes y el consumo de drogas

No nos vamos a detener demasiado en las implicaciones evolutivas que esta etapa del desarrollo tiene para las chicas y chicos, pero si me gustaría incidir mucho que es en este momento en el que la mayoría de las personas comienzan a experimentar con el consumo de drogas, y este hecho no puede obviarse a la hora de plantear una intervención sobre el consumo de drogas en la adolescencia y juventud.

Todas las personas que han tenido problemas con las drogas han pasado por la adolescencia, evidentemente, y muy probablemente hayan empezado a consumir en este periodo convulso. Y es que es en este momento en el que las drogas hacen presencia en la vida de las personas y en la que pueden llegar a influir en el desarrollo de sus expectativas vitales. Durante la adolescencia se desarrollan aprendizajes que nos acompañan durante el resto de nuestra vida, es el momento en el que se adquieren y consolidan la identidad personal y social, lo que Erikson define como cristalización de la identidad y que resuelve el conflicto que marca esta etapa vital. Nos encontramos ante un periodo de grandes cambios marcados por la inestabilidad y la...

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