La Victima en el bullying

AutorAntonio Carrillo Izquierdo
Páginas341-357
LACTIMA EN EL BULLYING.
Antonio Carrillo Izquierdo54
RESUMEN
En el presente trabajo se analizan los malos tratos entre iguales desde diversas etapas y
perspectivas, se estudia a la víctima y de forma especial a la víctima de bullying en sus
diferentes variables: “víctimas activas y víctimas pasivas”, así como las consecuencias que
la violencia puede producir sobre la personalidad en el niño, tanto a priori (perdida de
autoestima, ansiedad, histeria, desprotección, humillación, etc.), como a posteriori, “en un
futuro no muy lejano” (venganza, tenencia de armas, suicidio, etc.).
El bullying se cobra al año 200.000 víctimas en todo el mundo, se refiere a conductas
relativas a la intimidación, al aislamiento, a las amenazas, a los insultos, todo ello realizado
a espaldas de los adultos, lo que daría lugar a tiranizar a la víctima de tal forma que sea
prácticamente inaguantable para ella. Consecuentemente se hace necesario precisar la
traducción de la palabra “bullying”, que de la literalidad del inglés sería “bully”, cuyo
significado es matón o bravucón.
Aunque la exposición se centra en la víctima, se estudian de igual forma los diversos actores,
“indispensables” para que se produzca el ma ltrato (agresor, víctima, espectador, animador,
etc.), se da un repaso a la breve pero nefasta historia del Bullying desde que Olveus
comenzara su estudio en 1973.
INTRODUCCIÓN
El bullying es un fenómeno social que desencadena violencia entre pares, generalmente se
produce en las escuelas o en su entorno más cercano como pueden ser las actividades extra-
escolares; para que exista bullying las acciones negativas o de maltrato hacia la víctima que
suelen ser menores y/o adolescente, deben ser producidas por uno o varios compañeros, ser
54 Dr. en criminología por la Universidad de Granada, experto universitario en delincuencia juvenil y derecho penal
de menores.
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Víctimas sociales y víctimas de delitos
intencionadas, persistentes, arbitrarias, con abuso de superioridad, y prolongadas en el
tiempo (Lowenstein, 1977; Olweus, 1998; Smith y Sharp, 1994).
Las acciones de acoso perduran en el tiempo como consecuencia de la indiferencia de los
menores que las presencian, y por el desconocimiento de los adultos que rodean a víctimas
y agresores que comenten sus fechorías a espaldas de ellos.
La posición de cada individuo en el grupo es esencial, dado que el provocador está apoyado
normalmente por un grupo que fortalece su conducta, encontrándose la víctima en una po-
sición desfavorecida y de aislamiento (Cerezo y Ato, 2005; Cerezo, 2014).
Las acciones de bullying alteran el equilibrio emocional de la víctima, llegándole a producir
incluso detrimento de su personalidad que puede desembocar en la inhibición a las
relaciones sociales.
En el acoso escolar se distinguen modos y formas; según la forma puede ser violencia verbal,
física, psicológica, sexual, ciberbullying; según el modo, se pueden diferenciar: de manera
directa o indirecta.
En el estudio de los malos tratos entre iguales, es fundamental tener las ideas claras y una
mente abierta para no confundir con el bullying las agresiones, peleas y pataletas diversas
que se profieren y sufren los niños a diario en la escuela y su entono, dado que para que se
produzca bullying deben darse diversas connotaciones en la violencia (intencionadas,
persistentes, arbitrarias, con abuso de superioridad, prolongadas en el tiempo, etc.).
Contabilizar o considerar indiscriminadamente todas las agresiones, ocasiona que existan
dudas más que razonables de la existencia de “bullying real”; y lo más importante es que se
contaminan las encuestas y estudios serios a pesar de que se especifique y codifique
adecuadamente la información; se debe tener en cuenta que las personas que responden a
los formularios y encuestas presentados aun no tienen suficiente discernimiento y por tanto
no tienen bien definido lo que significa bullying realmente; pudiendo considerar que el
maltrato entre iguales consiste en cualquier tipo de altercado entre escolares.
Desde que existe la escuela coexisten las rivalidades entre niños y adolescentes, y por ende
los malos tratos entre iguales. No fue hasta 1973, con las investigaciones de Olweus cuando
se comienzan a estudiar estos malos tratos en Noruega, tomando gran relevancia en 1982,
año en que se produjeron tres muertes de jóvenes por suicidio con edades comprendidas
entre los 10 y los 14 años. Estos niños antes de morir hicieron publica la ansiedad que les
provocaban los maltratos, persecuciones, e intimidaciones a que fueron sometidos por sus
compañeros, por lo que la cuestión conmovió en gran medida a la opinión pública sueca,
motivando que en 1983 el Ministerio de Educación interviniese implantando diversas
campañas y acciones encaminadas a la reflexión y a la prevención de nuevos casos de acoso.
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