Debate parlamentario y control al gobierno

AutorMaría Garrote de Marcos
Páginas11-43
DEBATE PARLAMENTARIO
Y CONTROL AL GOBIERNO
María GARROTE DE MARCOS
«... la esencia del Poder Representativo es la palabra
y el logos nunca muere».
(Nicolás PÉREZ-SER RANO JAUREGUI, 2018)
«Vinculado a la idea de publicidad, el debate es control».
(José TUDELA ARANDA, 2021)
1. INTRODUCCIÓN
El propósito de este trabajo es analizar la regulación del debate
parlamentario que se desarrolla en ciertos instrumentos de control
—preguntas orales en el Pleno e interpelaciones— para identificar
las deficiencias o problemas que se pueden plantear en la actualidad
y proponer algunas líneas de mejora. Se parte de la idea de que el
debate es la seña de identidad del Parlamento y una poderosa herra-
mienta en el trabajo parlamentario. El debate es, si cabe, aún más
importante en la función de control. Ya nadie discute la necesidad
de contemplar la función de control como el control que ejerce la
oposición al Gobierno, no el Parlamento. El Parlamento es donde se
desarrolla esa función que, además, irradia en el resto de funciones.
De esta manera, el debate parlamentario en la función de control es
quizá una de las actividades políticas más importantes que se des-
empeñan en el Parlamento. Ahí se articula nuestra narrativa como
sociedad y ahí se refleja el vigor de nuestra democracia.
12 MARÍA GARROTE DE MARCOS
El análisis se centra en el debate de las preguntas orales en el Pleno
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política y alcance mediático de estos debates es obvia y puede ser un
punto de partida para un estudio más amplio, pero se parte de la idea
de que tanto las reglas del debate como los problemas que se suscitan
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bleas parlamentarias, de modo que las conclusiones que se obtengan
del análisis centrado en el Congreso pueden ser extrapolables en cierta
medida al resto.
2. SIGNIFICACIÓN DEL DEBATE EN EL TRABAJO
PARLAMENTARIO
A pesar de las importantes transformaciones que ha experimentado
el Parlamento en los últimos decenios —en su posición constitucional,
en su estructura, en sus funciones— el debate parlamentario sigue
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Parlamento es deliberante o no es Parlamento. No en vano, la etimo-
logía de la palabra «parlamento» ya nos evoca la actividad principal
de las asambleas: hablar. Cuando las fronteras entre el Gobierno y
el Parlamento se desdibujan, cuando la disciplina de los grupos par-
lamentarios deja poco margen para la imprevisibilidad, cuando los
avances tecnológicos parecen cuestionar a veces la utilidad de ciertas
actividades parlamentarias, el debate público de las ideas es lo que da
sentido al Parlamento.
El Parlamento desempeña sus funciones mediante la palabra y el
debate es el vehículo a través del cual se comunica con el exterior. Ello
es así por tres razones fundamentales 1. En primer lugar, porque el Par-
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y social. El pluralismo ideológico necesita debate y confrontación de
ideas. Efectivamente, el debate se construye sobre la discrepancia, pues
ningún partido está en posesión de toda la verdad política y ello es lo
que explica que el debate se inspire en el principio de contradicción.
Los debates parlamentarios se asemejan a un proceso judicial, en la me-
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torias, normalmente la de la mayoría y la de la oposición. En el proceso
judicial las partes no pretenden convencer al contrario sino al juez. En
el debate parlamentario los representantes de los grupos no aspiran a
la adhesión del contrario, sino que tratan de ganarse a la opinión públi-
ca, «juez inapelable en un régimen político demoliberal» 2. El debate,
1 Seguimos en este punto a F. SANTAOLALLA, «El debate parlamentario y el uso de la pala-
bra», Revista de Derecho Político, núm. 86, 2013, pp. 50-56.
2 Sobre este punto, véase, Ó. ALZAGA-
cadores de las leyes», Teoría y Realidad Constitucional, núm. 14, 2004, pp. 144-146.
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La diferencia de intereses presentes en la sociedad se puede expresar
con libertad y se favorece la integración de esos intereses heterogéneos
con compromisos a los que solo se puede llegar mediante el diálogo.
En segundo lugar, directamente vinculado con el carácter represen-
tativo de Parlamento, está su condición de órgano numeroso, precisa-
mente para poder albergar todas las sensibilidades sociales y políticas.
Los cientos de miembros de la Cámara representan una diversidad
política que inevitablemente enciende la dialéctica.
En tercer lugar, con independencia de la consideración que nos
merezcan en la actualidad las funciones tradicionales del Parlamento
(legislar, aprobar presupuestos y controlar al Gobierno) el debate es
prius para cumplir con las funciones constitucionalmente atribuidas y
la Cámara es el teatro de la vida política 4. Como foro político por exce-
lencia, el Parlamento es donde se exponen públicamente las cuestiones
trascendentales, con argumentos de adhesión o rechazo. El diálogo y la
publicidad son, por tanto, las notas legitimadoras del principio demo-
crático, sintetizables en la noción de debate público.
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lamentarismo como «gobierno mediante la discusión» (government
by discussion), hunde sus raíces en el Estado liberal y es el lógico
correlato de la opinión pública burguesa. La opinión pública, que se
crea a través de la discusión espontánea y libre de los particulares,
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nión pública, será el órgano en el que también se discuta espontánea y
libremente 5. La deliberación implica, en primer lugar, la supresión del
mandato imperativo para poder debatir con libertad. Pero el mandato
representativo supone la exclusión de la inmensa mayoría de los ciuda-
danos de ese debate y es entonces cuando la publicidad se convierte en
el elemento clave de la democracia representativa. Debate y publicidad
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del siglo XVIII.
Sin embargo, la libertad de la que disfrutaban los parlamentarios
durante el siglo XIX se ve notablemente constreñida en el siglo XX por la
disciplina que imponen los partidos políticos. El representante se limita a
trasladar al proceso legislativo las decisiones tomadas por el aparato del
partido, sin posibilidad de alterar su postura mediante el debate. Debate
que es monopolizado con frecuencia por los portavoces de los grupos
3 F. SA NTOLALLA, «El debate parlamentario...» op. cit., nota 1, p. 51.
4 R. MARAÑÓN, «Dialéctica erística parlamentaria: el debate parlamentario», en VVAA,
Bicentenario de la Secretaría y del Cuerpo de Letrados de las Cortes 1811-2011, Madrid,
Congreso de los Diputados, 2011, p. 528.
5 P. DE V EGA, «El principio de publicidad parlamentaria y su proyección constitucional»,
Revista de Estudios Políticos, núm. 43, 1985, p. 55.

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