Feminismo 'multicéntrico'. Repensando el feminismo desde lo márgenes

AutorMaria Caterina La Barbera
Páginas249-258

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I El género como categoría de análisis

En 1986 Joan Wallach Scott1 escribió un famoso artículo sobre la adopción del género como categoría de análisis histórico que ha marcado el pensamiento feminista2. Usando el “género” como categoría analítica es posible entender también la teoría política feminista como un intento de abordar la diversidad y re-interpretar los conceptos fundamentales de la teoría política clásica y contemporánea.

Muchas feministas han criticado la neutralidad y la ausencia del género en la historia del pensamiento político, alegando la necesidad de adoptar teorías de la justicia que incorporen las experiencias de las mujeres3. En este sentido, el objetivo fundamental de la teoría política feminista ha sido abandonar las categorías de universalidad, generalidad y abstracción que fundamentan

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la concepción del individuo como ser libre, autónomo y dueño de sí mismo. Una de las reivindicaciones fundamentales es que – en lugar de ser concebidos como expresión de autonomía – los derechos deberían considerarse más bien como revelación de la vulnerabilidad, interdependencia y necesidad de protección del individuo4. Asimismo, la perspectiva feminista ha convertido la relacionalidad, interdependencia, contextualidad y subjetividad en categorías políticas fundamentales5.

Sin embargo, a partir de los años ochenta algunas feministas han empezado a preguntarse el significado de la categoría “género” y cuestionar la existencia de una esencia femenina universal. Desde entonces existe un profundo desacuerdo entre las feministas sobre el significado mismo de “género”. Si embargo, mientras algunas feministas han argumentado que estos contrastes debilitan el alcance de objetivos compartidos hacia la eliminación de las discriminaciones que sufren las mujeres6, otras consideran que las divergencias sobre el contenido del término género deben ser protegidas y apreciadas, ya que este constante cuestionamiento constituye el terreno fundacional de la teoría feminista7.

II ¿Acaso no soy una mujerfi

But what’s all this talking aboutfi That man over there says that women need to be helped into carriages, and lifted over ditches, and to have the best place everywhere. Nobody helps me any best place. And ain’t I a womanfi Look at me! Look at my arm. I have plowed (sic), I have planted and I have gathered into barns. And no man could head me. And ain’t I a womanfi I could work as much, and eat as much as any man – when I could get it – and bear the lash as well! And ain’t I a womanfi I have borne children and seen most of

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them sold into slavery, and when I cried out with a mother’s grief, none but Jesus heard me. And ain’t I a woman8A partir de la tremenda experiencia de discriminación de las mujeres negras, las feministas afro-americanas alertan desde más de tres décadas que asumir como norma única la experiencia de la mujer blanca, de clase media, heterosexual, de formación cristiana y sin minusvalías define el contenido del género a partir de una posición privilegiada9. Asimismo, definen el esencialismo de género como una forma de reducionismo que concibe el género como la única forma de subordinación que sufren las mujeres en el mundo, minimizando todos los demás factores de identificación y discriminación social. El intento de definir una personalidad femenina “esencial” ignora las experiencias de las mujeres de color, o las trata como si fueran una variación de la norma blanca. De hecho, las feministas afro-americanas recuerdan que las mujeres nunca son sólo mujeres.

Sin embargo, las experiencias de las mujeres negras han sido y están fragmentadas entre los que se ocupan de discriminación racial y los que se ocupan de discriminación de género. De esta manera, se han visto obligadas a aislar un solo aspecto de su identidad y ofrecerlo como si, por si solo, fuera significativo. El esencialismo reduce los múltiples tipos de discriminación a un problema de aritmética, como si fuera suficiente sumar el racismo y el machismo para explicar la experiencia de las mujeres negras, o sumar el racismo, el machismo y la homofobia para entender la condición de las mujeres negras lesbianas10.

Adoptando la noción de “conciencia múltiple”, las feministas afro-americanas quieren describir las causas de su discriminación como vinculadas a una intrincada red formada no solo por el género sino también por todos los otros elementos que definen su identidad, como la raza, la etnia, la cultura, la

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religión, el nivel educativo y ocupacional. El concepto de conciencia múltiple se basa en la idea de que las personas no nacen con una identidad definida y establecida, sino con identidades múltiples, parciales y a veces contradictorias. La identidad es definida como un proceso de constante y contradictorio devenir en el que participan tanto los contextos sociales como las voluntades individuales11.

La conciencia sin embargo no solo es múltiple sino también “opositiva”, para decirlo con Chela Sandoval. Incluyendo los varios ejes de la identidad y las distintas perspectivas sociales, la pensar la conciencia como opositiva pretende transformar las condiciones preexistentes de subordinación en fuentes de procesos de liberación12. La teoría feminista chicana indica que “the borderland/las fronteras” pueden ser interpretadas como lugares epistemológicos desde los cuales es posible descubrir nuevas perspectivas para explicar los distintos factores que determinan la subordinación de las mujeres. Convirtién-dose en un terreno fundacional para nuevas representaciones de la identidad, la teoría feminista chicana transforma la condición de la pertenencia cultural múltiple en un sitio de emancipación y auto-afirmación. Ser/estar en la frontera crea un estado de hibridez cultural que es entendida como un efecto de la globalización y a la vez es como una estrategia de supervivencia13.

III El género y su inherente “interseccionalidad”

Para abordar la complejidad de la conciencia múltiple y opositiva es necesario un enfoque integrado por el cual la “interseccionalidad” me parece ofrecer una perspectiva particularmente interesante. La noción de interseccionalidad se refiere a los procesos –complejos, irreducibles, variados y variables14– que en cada contexto derivan de la interacción de factores sociales, económicos, políticos, culturales y simbólicos. En 1989, Kimberle Crenshaw introdujo

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este nuevo término para explicar cómo las mujeres afro-americanas han sido excluidas tanto de las políticas feministas como de las...

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