La responsabilidad del tutor: el delicado equilibrio entre los intereses del representado y las obligaciones del representante
Autor | Arantzazu Vicandi Martínez |
Cargo del Autor | Doctora en Derecho. Profesora Encargada de Derecho Civil. Universidad de Deusto |
Páginas | 343-357 |
Capítulo 11.
LA RESPONSABILIDAD DEL TUTOR:
EL DELICADO EQUILIBRIO ENTRE
LOS INTERESES DEL REPRESENTADO
Y LAS OBLIGACIONES DEL REPRESENTANTE
A V M
Doctora en Derecho. Profesora Encargada de Derecho Civil.
Universidad de Deusto
1. UNA FIGURA CLAVE: LA TUTELA
La tutela es una institución jurídica del Derecho Civil que se extiende a la prác-
tica totalidad de las áreas del Derecho. La razón de ser de esta especial naturaleza
radica en que la misma procura una fórmula de cuidado y atención a los intereses
de una persona física, que por diferentes razones (ya sea minoría de edad, enfer-
medad, etc.) carece de la capacidad de autogobierno suficiente. La especial signifi-
cancia de la asistencia a personas en situación de riesgo o vulnerabilidad en nuestro
Derecho (bien sea personal, bien sea patrimonial), se evidencia en la larga tradi-
ción histórica de la institución de la tutela. Nuestro legislador ha bebido de los prin-
cipios históricos que ya se recogían en el Derecho Romano para proteger a aquellas
personas que, por su situación física o psíquica, carecían de la aptitud necesaria
para desarrollarse adecuadamente en su entorno social, y por ello quedaban bajo el
cuidado de familiares o personas cercanas que velaban por sus intereses.
La razón de ser que motiva esta actitud del legislador parece bastante clara: la
sociedad es y siempre ha sido exigente con las personas. Requiere el 100% de nues-
tras capacidades físicas y cognitivas, de manera que cualquier limitación, por míni-
ma que resulte, entraña un escollo para el normal desarrollo de los intereses de las
personas. Sin un acompañamiento, sin una guía, los perjuicios a los que estarían
expuestos quienes se encuentran afectados por algún tipo de discapacidad serían
desmesuradamente elevados, y supondrían un enorme atentado contra sus intere-
ses. A esto es necesario adicionar que la complejidad de la vida y la longevidad del
ser humano han incrementado el protagonismo de esta figura, que aunque nunca
se ha llegado a encontrar en desuso, sí que ha sufrido un especial florecimiento.
Por todo ello, la dificultad propia de la vida justifica la existencia misma de
los tutores o acompañantes. Pero esta misma naturaleza embrollada ha hecho
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