Presentación

AutorAntonio Pau
Cargo del AutorConsejero de Estado, Académico de Número de la Real de Jurisprudencia y Legislación deEspaña y presidente de su Sección de Derecho Premial
Páginas11-12
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PRESENTACIÓN
Este es, quizá, el primer libro dedicado íntegramente al Derecho Premial. Es-
te hecho no debe extrar. El Derecho Premial no está apenas cultivado, porque
no ha alcanzado un reconocimiento general. El Derecho Premial no puede en-
cuadrarse en ninguna de las ramas tradicionales del Derecho. Es una rama autó-
noma. Su naturaleza es la de Derecho Público, porque la actividad premial proce-
de de la Administración. De ahí su proximidad con el Derecho Administrativo,
aunque no se inserta plenamente en él.
A algunos puede sorprender que la actividad premial se regule, o deba regu-
larse por el Derecho. La experiencia cotidiana no induce a pensar que las distin-
ciones se rijan por unas normas jurídicas. Quien las concede no es tampoco cons-
ciente de que es realizando un acto jurídico. Esta situación debe rectificarse, y
por ello debe dotarse al Derecho Premial de una mayor tipicidad. Es cierto que
cada condecoración tiene un régimen jurídico propio, pero es necesario concre-
tar unas pautas comunes de actuación y crear un órgano una cancillería única
que vele por la aplicación de unos criterios homogéneos.
Este libro y el ciclo de conferencias que le preced tiene el acierto de in-
corporar estudios de Derecho extranjero. La comparación de ordenamientos
siempre es provechosa. La primera ensanza que deriva de esa comparación es
que las distinciones deben ser pocas, y precisamente porque sean pocas, estarán
arraigadas en la sociedad. El excesivo número de órdenes y condecoraciones que
existen hoy en España hace que estén desvalorizadas. El mérito es un concepto
abstracto, pero claro. Las conductas meritorias son muy diversas, pero las distin-
ciones que las premian no tienen que serltiples.
Con este ensayo se pretende impulsar el cultivo del Derecho Premial. Y ha-
cerlo sin complejos. Todo el tema de las distinciones está rodeado de un cierto
pudor. Como si las distinciones fueran algo elitista y alimentase la vanidad. Pre-
cisamente la juridificación de las distinciones hará que éstas sean más rigurosas
y justas. Y es necesario también algo que las normas por sí mismas no pueden
conseguir: que los criterios de distinción se anuden estrechamente a losritos
y logros de los ciudadanos. Tanto mérito tiene un gran intelectual como un tra-
bajador manual. Y sin embargo éste suele pasar inadvertido. Es necesaria una
actitud atenta. Las distinciones póstumas suelen ser un mal síntoma. Si una per-

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