Premiar el mérito en la milicia española

AutorJuanCarlos Domínguez Nafría
Cargo del AutorUniversidad San Pablo-CEU
Páginas97-120
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PREMIAR EL MÉRITO EN LA MILICIA ESPAÑOLA
JUAN C. DOMÍNGUEZ NAFRÍA
Universidad San Pablo-CEU
I. INTRODUCCIÓN
El origen jurídico de las instituciones premiales puede encontrarse en el tex-
to del jurisconsulto Ulpiano, recogido por el Digesto (I, I, 1), en el que atribuye al
Derecho la aspiración de hacer buenos a los hombres, no sólo por el temor de
los castigos, sino también por el estímulo de los premios.
Tales premios recompensan un logro bueno y justo, alcanzado de forma in-
dividual o colectiva, al tiempo que proclaman la ejemplaridad de las virtudes y
conductas que se estiman dignas de mérito por la cultura social de cada momen-
to histórico.
Desde este planteamiento, las páginas que siguen están dedicadas a descri-
bir, a grandes rasgos, la evolución de los méritos y premios establecidos con ca-
rácter institucional en la historia de la milicia española. No obstante, conviene re-
cordar ciertos precedentes, a modo de arqueología premial, que se remontan al
antiguo Egipto, Grecia y Roma, con los que se distinguía a los guerreros que acre-
ditaban su valor en el campo de batalla, tales como: collares de oro, pectorales
ceremoniales, esculturas, coronas, armas con inscripciones alusivas y ciertos ho-
nores y prerrogativas1.
En cambio, no se conocen condecoraciones de esta naturaleza entre los visi-
godos hispanos, aunque era habitual la concesión de privilegios, heredades y as-
censos en las responsabilidades de mando militar, como recompensa a los gue-
rreros por su lealtad, habilidad y valor acreditados en los campos de batalla.
El reparto y entrega de los bienes capturados a los enemigos fue la manera
más habitual de premio o, más bien, compensación a los guerreros, de modo que
1 Ricardo SERRADOR y AÑINO, Condecoraciones Militares, en Militaria. Revista de Cul-
tura Militar, n.º 5, Edit. Complutense, Madrid, 1993, pp. 85-102 y n.º 6, Madrid, 1994, pp.
131-151, n.º 5, pp. 86-87; MEDINA ÁVILA, Carlos, La Institución Militar. Ceremonial, pro-
tocolo y símbolos, Ministerio de Defensa-Ollero y Ramos Editores, Madrid, 2005, vol. III,
p. 13.
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el Derecho Premial militar de aquel periodo gi, fundamentalmente, en torno al
botín de guerra, tal y como se acredita en el Liber Iudiciorum IX, II, 72.
II. RECOMPENSAS MILITARES EN LA EDAD MEDIA
Durante la Edad Media también fueron muy habituales los premios en for-
ma de concesión de tierras, en beneficio o en propiedad, junto con los ascensos
en las responsabilidades militares, las promociones sociales y, tras el nacimiento
de la heráldica, con la concesión de escudos de armas.
Igualmente tuvieron relevancia premial en las Órdenes Militares los méritos
acreditados en los hechos de armas, tanto para su ingreso en ellas, como en la
promoción dentro de su jerarquía interna. No en vano se trataba de instituciones
de carácter militar y nobiliario, a pesar de su naturaleza eclesiástica3.
Incluso es posible que en el seno de estas instituciones se diera un sistema
premial militar más ordenado e institucionalizado que en el resto de las fuerzas
militares de los reinos cristianos medievales, pues se trataba de verdaderos ejér-
citos bastante profesionalizados y reglamentados.
Además, sólo desde finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Mo-
derna, cuando la Santa Sede fue reconociendo el carácter vitalicio de la adminis-
tración regia sobre las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, pu-
do considerarse la concesión de hábitos de estas Órdenes como una forma de
premialidad militar, pero tales Órdenes no perdieron por ello su carácter reli-
2 Qué recompensa ha de recibir aquel que hubiere arrancado de las manos del enemigo a
unos siervos u otros bienes cualesquiera. Si alguien en una situación desesperada de su
vida, se introdujere entre los enemigos y consiguiere recuperar de entre ellos a unos
siervos o a alguna cantidad de dinero o alguna otra clase de bienes, si el amo auténtico
(dominus certus) reconociere como suyas algunas de estas cosas que estuvieren en su
poder, que restituya al amo auténtico las dos terceras partes de todo por motivos de
compasión y que él se quede una tercera parte por su trabajo 
3 Con respecto a ello Diego SAAVEDRA FAJARDO escribió a comienzos del siglo XVII, en
sus Empresas políticas, que En el hábito de Santiago (cuerpo desta empresa) se repre-
sentan las calidades que se han de considerar antes de dar semejantes insignias; porque
está sobre una concha, hija del mar, nacida entre sus olas y hecha a los trabajos, en cuyo
cándido seno resplandece la perla, símbolo de la virtud por su pureza y por ser conce-
bida del rocío del cielo. Si los hábitos se dieren en la cuna o a los que no han servido, se-
rán merced, y no premio. ¿Quién los procurará merecer con los servicios si los puede al-
canzar con la diligencia? Su instituto fue para la guerra, no para la paz. Y así, solamente
se habían de repartir entre los que se señalasen en ella, y por los menos hubiesen servi-
do cuatro años, y merecido la jineta por sus hechos. (Idea de un príncipe cristiano repre-
sentada en cien empresas, Real Academia de Alfonso X el Sabio, Murcia, 1994, facsímil de
las ediciones de Mónaco, 1640, y Milán, 1642, Empresa n.º XXIII, p. 155-156).

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