Consideraciones sobre el sistema premial español: incompatibilidades y apuntes falerísticos 1516-1808)

AutorJosé María de Francisco Olmos
Cargo del AutorUniversidad Complutense de Madrid
Páginas149-198
149
CONSIDERACIONES SOBRE EL SISTEMA PREMIAL ESPAÑOL.
INCOMPATIBILIDADES Y APUNTES FALERÍSTICOS (1516-1808)
JOSÉ MARÍA DE FRANCISCO OLMOS
Universidad Complutense de Madrid
Toda distinción honorífica concedida por el poder a través de unas reglas,
que conforman lo que llamamos el Derecho Premial, conlleva siempre una ima-
gen para poder lucirla y que la sociedad pueda identificar aa los agraciados con
dicho honor, y esto ocurrió desde el inicio de los tiempos. Al menos tenemos no-
ticias ciertas de ello desde el Egipto faraónico, con el llamado oro del rey, pasan-
do por la Grecia clásica y por supuesto por Roma, donde conocemos sus muchas
coronas de honor (triunfal, cívica, naval, obsidional, mural, etc., las phalerae,
piezas metálicas redondas adornadas con diversos motivos que se concedían a
los soldados por su valor y que se colocaban en las corazas del uniforme y en los
arreos de los caballos, y que se esculpieron con orgullo en las tumbas de sus pro-
pietarios, junto con otros premios recibidos como las armillae (brazaletes), tor-
ques, hastae (jabalinas o lanzas), etc.
La importancia del sistema premial romano llevó a que diera nombre a la
actual ciencia que estudia estos emblemas y condecoraciones, la falestica, una
palabra propuesta en 1936 por dos estudiosos checoslovacos Oldrich Pilc, capi-
tán del estado mayor del arma de caballería, y el Dr. Kristian Turnwald1. En este
pequeño trabajo queremos hacer un breve repaso de esas insignias que llevaron
los españoles como muestra de los honores recibidos de los Reyes, con algunos
añadidos que explican la compleja situación del momento o que son poco cono-
1 Para más datos sobre esta disciplina ver Alec A. PURVES: Collecting Medals and Deco-
rations, London, 1967; And DAMIEN: Le gran livre des Ordres de Chevalerie et des Dé-
corations, Paris, 1991; Alexander J. LASLO: A Glossary of Terms Used in Phaleristic-The
Science, Study, and Collecting of the Insignia of Orders, Decoration and Medals, Albuquer-
que, 1995; y últimamente David RAMÍREZ JIMÉNEZ y Antonio PRIETO BARRIO: Fale-
rística española. Estudio de las condecoraciones, Madrid, 2022.
JOSÉ MARÍA DE FRANCISCO OLMOS
150
cidos, terminando con el estudio de una poco conocida placa nacida al inicio de la
Guerra de la Independencia, cuando se dispara la creación de numerosas meda-
llas y reconocimientos que quedarán fuera de este texto.
I.- LA CASA DE AUSTRIA
Tras el acceso a los tronos hispánicos de la Casa de Austria el sistema pre-
mial de la Monarquía estaba formado por una orden dinástica importada de
Borgoña, el toisón de oro, y los hábitos de las cuatro órdenes militares, Santiago,
Calatrava, Alcántara y Montesa2. Es cierto que en origen estas órdenes no forma-
ban parte del sistema premial, sino que eran institutos religiosos y guerreros con
unas estrictas normas de ingreso y permanencia, pero a partir del final de la edad
media y sobre todo tras el fin de la Reconquista su realidad se transformó, pa-
sando a depender directamente de la Corona, que utilizó sus ingresos y prestigio
para afianzar su política, y por ello se convierten de facto en una recompensa o
premio que los monarcas otorgan a quien desean, aunque formalmente van a
mantener sus estructuras y estatutos.
El toisón de oro era una orden dinástica borgoñona de tradición caballeres-
ca que terminó pasando a la Casa de Austria tras el matrimonio de María de Bor-
goña con Maximiliano de Austria, y como tal era bastante internacional, ya que
formaban parte de ella no sólo los súbditos de los distintos territorios donde go-
bernaban sus soberanos, sino que desde hacía tiempo se había abierto a sobera-
nos extranjeros aliados en lo político de los austroborgoñones y a súbditos de
otros monarcas, siendo por tanto paneuropea, y su insignia era un collar de oro
del que pendía el vellocino. Su uso concreto estaba regulado en los estatutos, el
collar se usaba de forma extraordinaria y de forma diaria se llevaba simplemente
el vellocino al pecho colgado de un cordón o cadena, más o menos rica, en el caso
de los monarcas españoles vemos en sus retratos un uso muy restringido del co-
llar, especialmente en sus retratos con armadura3, mientras el uso diario se hacía
mediante una larga cadena de metal o un cordón que a veces llegaba casi a la cin-
2 Las tres primeras bajo la administración de los monarcas castellanos desde la época
de los Reyes Católicos, a lo que el papa Adriano VI añadió la unión perpetua de sus
maestrazgos a la Corona (4 de mayo de 1523), añadiendo por bula de Sixto V también el
maestrazgo de Montesa (15 de marzo de 1587).
3 Como vemos en el retrato con armadura de Carlos V de Pantoja de la Cruz o en su bus-
to de Leone Leoni, o el Felipe II príncipe con armadura de Tiziano (1551). También se
usaba el collar completo con el traje de corte o en ceremonias especiales, como vemos
en los retratos de Felipe II como rey de Portugal de Alonso Sánchez Coello o el Felipe III
de Bartolomé González.
CONSIDERACIONES SOBRE EL SISTEMA PREMIAL ESPAÑOL. INCOMPATIBILIDADES Y APUNTES FALERÍSTICOS
151
tura, normalmente de seda negra, aunque era frecuente tambn el uso de una
cinta roja para sostener el vellocino4. El uso del manto ceremonial rojo era abso-
lutamente excepcional, sobre todo cuando dejaron de realizarse los capítulos de
la Orden, recordemos que Felipe II hizo solamente dos (1555 Amberes y 1559
Gante) durante su estancia en los Países Bajos y desde entonces ya no se reunie-
ron los caballeros de forma reglada5.
Figura 1. Collar de la Orden del Toisón de Oro
Frente a la internacionalidad del toisón los hábitos de las órdenes eran fun-
damentalmente hispanos, con gran raigambre social y muy apreciados por la
4 El uso de un cordón rojo corto lo vemos en el famoso Carlos V en Muhlberg de Tiziano,
o con una cadena de oro corta en los dos modelos del Carlos V con perro de Jacob Seise-
negger y de Tiziano (h.1532-1533) o en el del todavía príncipe Felipe II de Antonio Mo-
ro (h.1549-1550). Con Felipe II empieza a dominar el uso del cordón y cadena larga,
vemos los cuadros del rey con el cordón rojo en el Felipe II en la batalla de San Quintín
de Antonio Moro (1557) o con el cordón negro en el realizado por Sofonisba Anguissola
(1565), y con cadena de oro en el Felipe IV de castaño y plata de Velázquez, mientras en
el cuadro del mismo monarca con armadura de parada de Gaspar de Crayer (h.1628)
uso el cordón largo rojo para llevar la insignia de la orden. Los ejemplos son muchos y
nos indica que este uso ordinario no estaba reglamentado, más allá de la obligación de
uso diario del vellocino.
5 Existen numerosas imágenes de los caballeros de la orden con el manto hasta la época
de Carlos V, especialmente en miniaturas de códices, y en especial en los relativos a la
historia y administración de la orden realizados en el siglo XVI, como estatutos o listas
de caballeros, donde destacan las imágenes que muestran a los grandes maestres, como
es el caso del Livre du Toison d`or (Bayerische, BSB Cod.icon. 285) o el Códice de la Em-
peratriz María, recientemente adquirido por Patrimonio Nacional al Instituto Valencia
de Don Juan. Pero los retratos específicos con el manto son escasos, al menos para caba-
lleros españoles, de este período son muy conocidos el realizado a Felipe III por Juan
Pantoja de la Cruz (1608, Museo del Louvre) o el de Carlos II por Juan Carreño de Mi-
randa (1677, Palacio de Rohrau, Colección Harrach).

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR