Política y barroco ¿rehabilitación de la doctrina política clásica en plena edad moderna y con las categorías de la modernidad?

AutorDanilo Castellano
Páginas195-210
POLÍTICA Y BARROCO
¿REHABILITACIÓN DE LA DOCTRINA POLÍTICA
CLÁSICA EN PLENA EDAD MODERNA Y CON LAS
CATEGORÍAS DE LA MODERNIDAD?
Danilo Castellano
Universidad de Udine
1. Una primera precisión
Puede hablarse de la política desde muchos ángulos: teoréticos, históri-
cos, civiles, religiosos, sociales, económicos, militares, artísticos, etc. Tam-
bién pueden tomarse en consideración muchas cuestiones respecto de la
política del Barroco. Todas interesantes y casi siempre ligadas entre sí de
algún modo. Pero esto requeriría un tratado. No siéndonos posible tal ta-
rea, resulta oportuno indicar los límites de este texto. Es necesario precisar
previamente, en otras palabras, sobre qué aspecto de la cuestión se va a con-
centrar la atención. Y el que nos interesa es el teorético. Esta intervención,
por tanto, se propone considerar o, si se prefiere, definir el significado de la
«política» propio de esa edad y, antes aún, de las doctrinas barrocas.
2. Otras precisiones preliminares
El término Barroco requiere una definición. Por lo general se entiende
en términos histórico-estéticos. Y, así, se define como el periodo histórico-
cultural que sigue a la Contrarreforma, en el que (principalmente en los
países católicos) se afirma un gusto (artístico) caracterizado por un arte car-
gado de una decoración tendente a impresionar la imaginación con efectos
de perspectiva y soluciones formales audaces y virtuosistas, alejadas progra-
máticamente de los cánones renacentistas de la armonía y de las propor-
ciones. Pero esta definición no es omnicomprensiva, sino que se refiere tan
sólo a un aspecto del Barroco y particularmente del siglo XVII. Hay autores,
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sin embargo, como Eugenio d’Ors (1881-1954) 1, que han hecho del Barro-
co una categoría metahistórica, realizada en distintos tiempos históricos.
Sería una categoría ideal, concretada en una constante antítesis a lo clási-
co. No, por tanto, tan sólo en manera diversa respecto del Renacimiento.
El Barroco, así, sería «una constante histórica que se encuentra en distintas
épocas». Caracterizaría enteras civilizaciones y no debería considerarse una
enfermedad del espíritu, puesto que –como afirma d’Ors– si lo fuese debie-
ra entenderse en todo caso en el sentido con el que Michelet (1798-1874)
consideraba enfermedad a la mujer, que «es una eterna enferma». Más allá
de la metáfora, el Barroco es para d’Ors absolutamente normal 2.
Pero hay más. El Barroco que aquí se considera es –en cualquier caso–
gusto, arte y doctrina, así como praxis, que se afirma en toda Europa. Be-
nedetto Croce (1866-1952) –un autor visceralmente contrario a la Contra-
rreforma y al Barroco–, en la introducción de su libro Historia de la edad
barroca en Italia 3, lo definió como una manifestación del espíritu europeo
que permeó sobre todo el siglo que se extiende entre la segunda mitad del
siglo XVI y la primera mitad del XVII. Se trata, a su juicio, de un periodo de
decadencia espiritual e intelectual. Así, en general. Decadencia que habría
sido causada y favorecida en particular por la cultura y las instituciones ca-
tólicas, que habrían establecido definitivamente la servidumbre (espiritual
y cultural) 4. Croce, confundiendo equivocadamente la historia con la his-
toriografía, escribe –en efecto– que la Contrarreforma, «con sus jesuitas, su
inquisición y sus hogueras, con la opresión de la palabra y el pensamiento,
con el reforzamiento del Papado, antiguo obstáculo para la unidad de Italia,
y con la alianza del mismo con el absolutismo de los reyes, con la España de
Felipe II», imprimió un carácter negativo a la época que comúnmente se
define barroca 5. Afirmaciones coherentes con su ideología, pero alejadas de
la realidad. Y que no toman en consideración de manera objetiva y profunda
las realidades citadas 6.
1 Cfr. Eugenio ’O, Lo Barroco, Madrid, M. Aguilar, 1944, trad. italiana, Milán, Abascon-
dita, 2011.
2 Ibid., p. 67.
3 Benedetto C, Storia dell’età barocca in Italia, Bari, Laterza, 1929.
4 Croce, obviamente (es decir, como ocurre casi siempre), non toma en consideración
que este juicio depende de su punto de vista. Su juicio negativo sobre la Contrarreforma, en
efecto, resulta expresión coherente a la luz de su adhesión a la Weltanschauung idealista alema-
na, que caracterizó durante mucho tiempo la cultura italiana hegemónica, del Risorgimento a
la Tercera Italia, del fascismo al antifascismo e incluso al posfascismo.
5 Cfr. Benedetto C, Storia dell’età barocca in Italia, ed. de Giuseppe G, Milán,
Adelphi, 1993, p. 18. De ahora en adelante, salvo que se indique lo contrario, se hará referen-
cia a esta edición de la obra de Croce.
6 Estudios de la segunda mitad del siglo XX, en efecto, han aclarado que sería más co-
rrecto, al hablar de la Contrarreforma, tener en cuenta su esfuerzo innovador, que a veces –es
cierto– brota principalmente de su propósito «defensivo». Muchos estudiosos hablan ahora
de «Reforma católica». Augusto Del Noce, por ejemplo, observó en 1965 que no «se trata […]

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