Una gobernanza democrática para el territorio y contra la despoblación

AutorJoaquín Martín Cubas
Cargo del AutorProfesor Titular de Ciencia Política - Universitat de València
Páginas59-77
UNA GOBERNANZA DEMOCRÁTICA
PARA EL TERRITORIO Y CONTRA LA DESPOBLACIÓN *
Joaquín MARTÍN CUBAS
Profesor Titula r de Ciencia Política
Universitat de València
SUMARIO: 1. IN TRODUCCIÓN.—2. LA DESPOBLACIÓN E N ESPAÑA COMO PROBLEMA.—3. LA N UEVA GOBER-
NANZA DEM OCRÁTICA: 3.1. Los c ambios en el mundo. 3.2. L a respuesta a los nue vos desafíos .—4. UN NE -
CESARIO Y N UEVO PACTO TERR ITORI AL PARA ESPA ÑA.—5. LAS P OLÍTICAS CON TRA LA DE SPOBLA-
CIÓN.—6. RECAPITU LACIÓN.
1. IN TROD UCCIÓN
El gobierno del territorio es una de las cuestiones más debatidas, complejas y
problemáticas entre aquellas a las que se enf renta el diseño constitucional de cual-
quier país, pero lo es especia lmente en España. Desde la Constitución de 1978 se ha
perf‌ilado una forma de gobernanza muy característica marcada por las inercias de
la historia constitucional e spañola —fuerte centralismo —; los pactos constituyentes
—ligera corrección en favor de los gobiernos intermedios —; la cultura política de las
élites gobernantes, en par ticular, y de la ciudadanía, en general —predominio de ac-
titudes pasivas ligadas a modelos de gobierno top down—, y las decisiones concretas
que legislaturas y gobiernos han adoptado en f unción de circunstancias concretas
en un marco democrático plura l, cambiante y sometido a tensiones de distinto tipo
—cambios de distinto calado e intensidad que dibujan ligeros, pero claros, dientes
de sierra en los equilibrios ter ritoriales—. Una vez que se constituyeron las comuni-
dades autónomas tras la aprobación de la Constitución, y durante ca si cuatro déca-
das, los debates fundamenta les de la gobernanza ter ritorial han girado en torno a
la consolidación del poder de las mismas — con un primer momento caracter izado
por la pulsión del incremento competencial de estos gobiernos intermedios y un
* Este trabajo se h a realizado en el marc o del proyecto de investigación «Innovac ión socioeconómi-
ca y estrategi as pospandemia en los espa cios metropolitanos de Valencia y Z aragoza», subvencionado en
el marco de la convoc atoria de Proyectos de I+D+i del Plan Estatal de I nvestigación Científ‌ica y Técnica
de Innovación 2017-2020 (PID2020-112734RB-C31/ AEI / 10.13039/501100011033).
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momento posterior caracterizado por la necesidad de articular, desde un punto de
vista funciona l, el entramado de poderes terr itoriales de forma más adecuada, sin
lograr grandes avances en este terreno, pese a las reformas estatutarias a partir de
2006—. De este debate los entes locales han quedado ausentes o, en un juicio benig-
no, simplemente postergados a un segundo plano. Solo lograron —y esto t ras una
larga batalla y a duras penas— incrementar algo su papel político a f‌ina les de los
noventa y principios de siglo (el pacto local de 1998) para, f‌inalmente, verse de nuevo
postergados a partir de la crisis de 2008 con la aprobación de la Ley de Raciona li-
zación y Sostenibilidad de la Admin istración Local de 2013, tan restrictiva para la
autonomía del poder local.
Sin embargo, pese a las inercias del pa sado y las limitaciones de todo tipo,
procesos socioeconómicos y culturales de fondo y de un amplio calado ha n ido
haciendo su camino forzando ca mbios estructura les, funcionales y de cultura polí-
tica. Está por ver, no obstante, que estos procesos acaben plasm ándose en reformas
concomitantes que afecten al d iseño de nuestra gobernanz a territorial. Valga como
anticipo la emergencia en la última década, c uanto menos, de los dos grandes retos
para la gobernanza territorial que ocupan las agendas políticas de los dist intos
niveles de gobierno territorial: por un lado, la nueva agenda urbana —iniciativa fo-
mentada desde los organismos internacionales que se está impulsando en ca scada
hasta el nivel de gobierno de los entes locales— y, por otro, las respuestas políticas
al problema de la despoblación de una gran par te del territorio español, lo que ha
venido en llamarse, con mayor o menor fortuna, l a España vaciada —pr oblema que,
aunque afecta a otros terr itorios del globo, tiene unas especiales ca racterísticas en
nuestro país—. Dos temas que, en parte, son antiguos — no dejan de ser la refor-
mulación por otras vías de dos de los problemas de la planta territorial española,
el inframunicipalismo y la incapacidad de const ruir verdaderos gobie rnos metropo-
litanos— y, en parte, novedosos, pues son problemas con nuevos matices y dimen-
siones producto de los imparables procesos, por un lado, de creciente urba nización
de la vida humana y, por otro, de la globalización impera nte en las relaciones hu-
manas de todo tipo. En este texto nos va mos a ocupar del segundo de estos retos,
la despoblación de buena parte del territorio español en el marco de la goberna nza
territorial democrática.
2. LA DESPOBLACIÓN EN ESPAÑA COMO PROBLEMA
La despoblación no es un fenómeno nuevo ni tiene por qué representar un proble-
ma de gobernanza. En la Tierra hay territorios que han est ado siempre despoblados
y tampoco es previsible que cambien su situación. Hay también territorios que están
poco poblados, pero, por un lado, sus características geomorfológicas no los hacen
propicios para recibir una mayor población o/y, por otro, su composición demográf‌i-
ca es equilibrada y sosten ible, al igual que su medioambiente. Sería este el caso, por
ejemplo, de territorios como la Laponia f‌inlandesa. Otra cosa son terr itorios cuya
escasa población está unida a u na falta de equilibrio demográf‌ico —procesos galo-
pantes de envejecimiento sin capacidad de relevo generacional— y a una fa lta de equi-
librio medioambiental —degradación de los ecosistemas y peligros de deforestación,
con consecuencias indeseables también para los territorios adyacentes— que anun-
cian la insostenibilidad de la vida humana (demotanasia, en la acertada expresión de
María Pila r Burillo Cuadrado). Ese es el caso de la conocida como España vaciada.
La península ibér ica nunca se ha caracter izado por ser habitada por un gra n
número de pobladores, salvo en las zonas costeras. Aun así, en términos temporales

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