El concurso convocado en 1929 para la provisión de la cátedra de Derecho Procesal de la Universidad de Madrid: una historia turbia con un conflicto entre medios y fines

AutorManuel Cachón Cadenas
Páginas210-242
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El concurso convocado en 1929 para la provisión de
la cátedra de Derecho Procesal de la Universidad de Madrid:
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1. La vacante producida en la cátedra de Derecho Procesal de la Universi-
dad de Madrid a causa de la jubilación de Tomás Montejo y Rica
La Gaceta de Madrid del 18 de diciembre de 1928 publicaba un Real De-
creto (el núm. 2364) del día 17 del mismo mes mediante el que se declaraba
jubilado, por haber cumplido la edad reglamentaria, a D. Tomás Montejo y
Rica1. De esta forma, quedaba vacante la cátedra de Procedimientos Judi-
ciales y Práctica Forense de la Universidad de Madrid, que, como consecuen-
cia del cambio de denominación de la disciplina introducido por el Plan de
Estudios aprobado ese mismo año de 1928, había pasado a ser la cátedra de
Derecho Procesal de aquella Universidad.
Tomás Montejo había tomado posesión de la cátedra de Teoría de los Pro-
cedimientos Judiciales de España y Práctica Forense de la Universidad de
Madrid el 22 de mayo de 1882, por lo que enseñó en esa Universidad durante
más de cuarenta y seis años.
En la misma Gaceta de Madrid del 18 de diciembre de 1928, aparecía otro
Real Decreto (el núm. 2362) correspondiente al día 17 de ese mes por el que
1 Tomás Montejo y Rica nació el 13 de diciembre de 1856 en Baeza, falleciendo en Ma-
drid el 29 de abril de 1933. Acerca de este procesalista, vid. Felipe Clemente DE DIEGO,
“Nota necrológica. D. Tomás Montejo y Rica”, en Boletín del Ilustre Colegio de Abogados
de Madrid, núm. 20, junio de 1933, pp. 6-9; también la nota necrológica publicada sin
 ABC del 2 de mayo de 1933 con el título de “El exministro D. Tomás Mon-
tejo”; más recientemente, Manuel J. PELÁEZ, “Tomás Montejo y Rica(1856-1933)”, en
Diccionario crítico de juristas españoles, portugueses y latinoamericanos (hispánicos,
brasileños, quebequenses), Zaragoza-Barcelona, vol. II, tomo 1º, 2006, p. 159; asimismo,
PELÁEZ DEL ROSAL, “Vida y obra del baezano D. Tomás Montejo y Rica (1856-Madrid,
1933) al servicio de la Universidad y de la Corona”, en Juristas ilustres de Jaén (siglos
XIX-XX), coordinadores Juan Manuel de Faramiñán Gilbert y Miguel Ángel Chamocho
Cantudo, Jaén, 2010, pp. 137-156; también las referencias incluidas en mi libro Historias
de procesalistas, universidades y una guerra civil (1900-1950), Madrid, 2012, espec. pp.
632-642.
OTRAS HISTORIAS DE PROCESALISTAS Y DEL PROCESO
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se nombraba a D. Tomás Montejo y Rica Rector honorario de la Universidad
Central. Este Real Decreto contenía una Exposición sumamente elogiosa para
con el catedrático jubilado:
“Un ilustre maestro del Derecho, D. Tomás Montejo, que durante más de cuarenta
años consagró a la enseñanza en la Universidad Central lo mejor de su espíritu, cesó en
sus funciones docentes por haber llegado a la edad que la Ley determina para la jubilación
forzosa.
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estimación y afecto que supo ganarse en tan larga convivencia con la petición de que sea
nombrado Rector honorario de la Universidad Central.
El Ministro que suscribe2
propuesta, aprobada ya por el Gobierno, bien seguro de que es merecida recompensa a
quien adoctrinó a muchas generaciones y rindió el esfuerzo de una labor fecunda en bien
de la enseñanza y de la Patria”.
La anterior propuesta fue aceptada, en efecto, por el Rey Alfonso XIII:
“Conformándome con las razones expuestas por el Ministro de instrucción Pública y
Bellas Artes, de acuerdo con Mi Consejo de Ministros, y como justa y merecida recompen-
sa a la labor realizada por D. Tomás Montejo y Rica, Catedrático jubilado de la Facultad de
Derecho de la Universidad Central,
Vengo en nombrarle Rector honorario de la expresada Universidad”.
Tomás Montejo formó parte de la élite política de la época correspondien-
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los que cabe mencionar, por ejemplo, los de Diputado a Cortes (salió elegido
en las convocatorias de 1887, 1991 y1898), Senador por la provincia de Cu-
enca (resultó elegido sucesivamente en 1903, 1905, 1907, 1910, 1914 y 1916),
Senador vitalicio desde 1919, y Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes
en dos periodos: desde el 29 de diciembre de 1920 al 13 de marzo de 1921 en
un gobierno presidido por Eduardo Dato, y desde el 1 de abril de 1922 al 4
de diciembre del mismo año en otro gobierno presidido por Rafael Sánchez
Guerra. También recibió numerosas distinciones. Por ejemplo, fue miembro
de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y de la Real Academia
de Ciencias Morales y Políticas, así como Rector honorario de la Universidad
Central, según se acaba de indicar.
2 El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes era Eduardo Callejo de la Cuesta
(1875-1950).
MANUEL CACHÓN CADENAS
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Montejo no era sólo un “peso pesado” de la vida política española de aquel
 de los procesalistas españoles que seguían
la orientación doctrinal habitualmente denominada procedimentalismo. Al
producirse la jubilación de Montejo, la mayor parte de los catedráticos y pro-
fesores auxiliares que enseñaban esta materia en las Universidades españolas
estaban adscritos a la tendencia doctrinal mencionada. Por otra parte, Mon-
tejo fue miembro de la mayoría de los tribunales de oposiciones a cátedras
de Procedimientos Judiciales y de Derecho Procesal celebradas durante el
primer tercio del siglo XX3.
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ber hecho una contribución a la doctrina procesal mucho más relevante que
la que hizo realmente4. Sin duda, se lo impidió aquel inmenso cúmulo de
cargos públicos que fue desempeñando a lo largo de su vida. Al parecer, es-
tuvo enfrascado desde su juventud en la redacción de un amplio tratado de
Derecho Judicial que, a la hora de la verdad, no llegó a concluir ni a publicar.
Las numerosas ocupaciones que agobiaban a Montejo debieron hacer me-
-
tables, como el que relata en sus Memorias Emilio González López (1903-
1991), que fue alumno suyo en los años veinte del siglo pasado y que, poco
después, se convirtió en catedrático de Derecho Penal:
“El caso más penoso de los profesores era el de D. Tomás Montejo, catedrático de De-
recho Procesal, que estaba ya para jubilarse a los pocos meses. Eran tan aburridas sus
conferencias en la cátedra de Derecho Procesal, que los alumnos no asistían a clase, y se
turnaban para que siempre hubiese unos seis o siete en el aula y no apareciera vacía. Yo
no turnaba y asistía a la clase regularmente. Un día Montejo superó la marca, pues no
sólo dejó somnolientos a los estudiantes sino que él mismo se quedó dormido durante la
conferencia. Fue cosa de segundos; y al despertarse, pidiéndonos perdón por lo ocurrido,
nos dijo que no había dormido en toda la noche, pues había tenido que viajar en tren des-
3 Montejo formó parte aún del tribunal de las oposiciones a la cátedra de Derecho
Procesal de la Universidad de Zaragoza celebradas en 1932, cuando ya hacía tres años que
se había jubilado.
4 En un breve artículo publicado en 1921 en el periódico madrileño El Sol, Francis-
co Beceña, a pesar de mostrarse muy crítico con la doctrina procesal española de aquella
época, hizo una excepción con Montejo. En el artículo en cuestión, que ha sido reeditado
recientemente, BECEÑA, “Sobre los estudios de Derecho procesal en España”, en Justicia,
  -
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enorme de los procesalistas contemporáneos”.

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