El tratamiento de la información en el medio digital
| Autor | Fernando Moreno Martín |
| Cargo del Autor | Agencia EFE |
| Páginas | 85-119 |
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El periódico digital se encuentra en un momento de transición en el que busca un lenguaje, unos contenidos y unas fórmulas de presentación propias que lo liberen de su, hasta ahora, excesiva dependencia respecto a las ediciones de papel. Pero no es fácil, entre otras cosas porque entre la sociedad de lectores y usuarios sigue habiendo grupos de partidarios y detractores de los nuevos formatos.
Desde que en 1965 Umberto Eco dividiera el mundo en "Apocalípticos e Integrados" 1, esos estereotipos de reacción ante las novedades tecnológicas se han ido repitiendo ante cada avance de la ciencia nacido con vocación de universalidad. Internet, como el fenómeno de comunicación de masas más importante de finales del siglo XX, no se podía sustraer a esa tendencia.
Tras unos años iniciales en que se contemplaba la Red como algo cercano a los fenómenos de feria, con componentes casi de magia y esoterismo, la universalización y popularización de su uso la ha colocado, sin duda, en el ámbito tecnológico. Pero por tratarse de una tecnología que da soporte a unos contenidos de gran proyección e influencia social, ha exacerbado los roles de "apocalípticos e integrados", aunque para todos ellos es inevitable su uso cotidiano.
Los contenidos han hecho olvidar la tecnología y la polémica se ha suscitado en lo que esa Red, esa autopista de comunicación, es capaz de transportar. La tecnología se ha quedado como un mero instrumento, como un soporte para unos contenidos que permiten una comunicación instantánea, permanente y universal como ningún otro medio lo había hecho hasta ahora.
Para los "apocalípticos", su resistencia total a los cambios viene avalada porque Internet es un vehículo que, por su facilidad para llegar a todo el mundo, su capacidad de proteger el anonimato y, sobre todo, por las dificultades que plantea para su control, fomenta, sostiene y alienta "los peores vicios sociales": pornografía, con todas sus variantes; apología de la violencia; del uso de las drogas, etc.
Los "integrados", por el contrario, han abierto sin cortapisas los brazos a este fenómeno y creen que las "impurezas" que dejan en los circuitos de comunicación social son "gajes del oficio" que hay que asumir y que no restan validez al sistema.
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Pero estas reacciones no son nada nuevo. Desde el principio de los tiempos ha habido cierta tendencia a matar al mensajero o a cubrirle de gloria, según nos gustasen o no las novedades que portaban. Los primeros viajeros que llevaban noticias de lugares remotos eran considerados innovadores y casi dioses por unos y emisarios del mal o promotores de malas costumbres por otros. Pero siempre ha sido imposible detener las mejoras en los sistemas de comunicación entre las personas o las sociedades.
Desde los mensajeros de reyes y grandes señores la evolución de las comunicaciones ha sido permanente en los soportes y en las formas, registrándose, además, una interacción entre esos dos componentes. Los soportes han influido en los contenidos y la necesidad de difundir nuevos tipos de contenidos han hecho buscar nuevos soportes.
La vieja máxima de Marshall McLuhan de que "el medio es el mensaje" 2, sigue siendo plenamente válida y, ahora más que nunca, con la aparición del periodismo digital multimedia on line.
Regis Debray 3 considera la máxima de McLuhan "una inepcia (sic) a medio camino entre la aproximación y la obviedad. Máxime cuando su autor olvidó definir qué es un medio, un mensaje", y, según él, "el medio y el mensaje sólo guardan relación de simbiosis en el universo mágico-religioso", pero, no obstante, en el ámbito del medio digital -además de la existencia inicial de ese ámbito casi mágico/religioso- la influencia del soporte, entendido como el medio, es tal, que permite influir sobre el propio contenido del mensaje, que es lo mismo que decir en el mensaje en sí. El medio digital nos va a permitir una profundidad, una multilateralidad y una interactividad en el propio mensaje, que constituye una parte del mensaje en sí. Un solo ejemplo: la inmediatez del feed back, posible en los medios digitales on line, impide o posibilita, en algún caso, el cambio del propio mensaje sobre la marcha.
Desde los comienzos del periodismo no se había producido un cambio tan radical en los modelos y en las posibilidades de comunicación. Se puede afirmar con Javier Díaz Noci4 que "las técnicas digitales han supuesto una completa revolución en la producción, transmisión y almacenamiento de la información".
Desde las primeras transmisiones orales de información, la sociedad se ha ido dotando de tecnologías para fijar las transmisiones de información. La primera y más sencilla fue el texto escrito que consiguió fijar los contenidos comunicados en un soporte físico con vocación de perdurabilidad. No es preciso valorar aquí la importancia social de la escritura como soporte para una memoria colectiva, pero es la base para todos los desarrollos posteriores de la comunicación. La imprenta será la primera aplicación de la tecnología de masas a esa comunicación escrita: se multiplica la posibilidad de acceso, se abarata y se populariza.
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Cuando la tecnología permite aplicar la transmisión -por cable o de modo inalámbrico- a los contenidos tenemos un nuevo salto en ese progreso de la comunicación. Ahora se universaliza y aspira a la instantaneidad. Del morse pasamos a la voz y se llega a la radio y el teléfono. El último estadio será la transmisión de imagen y el advenimiento de la televisión.
Siglos después de comenzar la escritura, podemos fijar y transmitir informaciones con textos, sonidos e imágenes -fijas y en movimiento-. El siglo XX es el espacio temporal en el que a la información escrita se le une la audiovisual y alcanza unos niveles de calidad e inmediatez total. Cualquier acontecimiento, en cualquier lugar del mundo puede estar siendo visto y oído en cualquier otra parte del globo o de mas allá de nuestro planeta. La capacidad de transmisión en directo ha saltado de la tierra a la Luna o a Marte.
Pero en la ultimas décadas del siglo XX irrumpe en el panorama tecnológico un nuevo instrumento que va a revolucionar los ámbitos industriales, profesionales y domésticos: el ordenador personal que, en unos pocos años, alcanza un desarrollo tan grande que llega a convertirse en un electrodoméstico más de la casa, cuando no el principal.
Diversos autores consideran que la fecha de comienzo de esta etapa puede estar en 1981, cuando IBM pone en el mercado su primer PC o en 1984, año en que aparece el primer Macintosh de la empresa Apple. Los más estrictos prefieren hablar del 81, otros, como Francoise Holz-Bonneau, se decantan por el 84 porque Macintosh es el primer ordenador personal que cuenta con una interface gráfica de usuario que permite un acercamiento mucho mas amigable del usuario "lego" a la informática.
Sea cual sea el año, lo cierto es que da paso a una evolución en el uso de los ordenadores que nos llevará hasta su evolución como instrumento capaz de integrar todos los tipos conocidos de información y, además, permitir algunos nuevos que abren caminos para la comunicación interpersonal y de masas.
Doménico Fiormonte 5 distingue tres etapas en la evolución de la informática: la del uso del ordenador como instrumento de escritura, la de la evolución de la escritura al hipertexto y la del uso del ordenador como máquina capaz de soportar y posibilitar la creación de una información multimedia. (Se podría añadir otros usos no relacionados directamente con la comunicación como la domótica, pero esas posibilidades de la informática doméstica no son el objeto de este trabajo).
La información multimedia recoge todos los tipos de información conocidos y los nuevos (el hipertexto) y les da un nuevo sentido y la posibilidad de una información distinta. Crea una manera diferente y más poderosa de informar.
Nuria Vouillamoz 6 opina que "muchas de la técnicas multimediaticas que integran el entorno digital pueden ser identificadas en un momento u otro de la historia literaria, de
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manera que no estamos hablando de recursos absolutamente nuevos", pero la clave está en lo que ofrecen de nuevo y es que se trata de un instrumento de comunicación masiva que permite, de acuerdo con Pierre Lévy 7, "una autentica reciprocidad" e "interacciones transversales entre los participantes" en la comunicación.
Lo que antes sólo era posible en las comunicaciones interpersonales pasa a formar parte de los mass media, que se encuentran con un nuevo modelo: el periodismo digital multimedia on line (PDMol).
Este periodismo digital multimedia on line tiene dos componentes fundamentales: los formatos de sus contenidos y los sistemas de transmisión. Ambos interactúan constantemente y condicionan el resultado final: cuando disminuye la calidad de la transmisión ganan en importancia unos determinados formatos, cuando aumenta esa calidad la preponderancia la toman otros. Y viceversa, cuando el receptor opta por unos formatos actúa sobre la capacidad de transmisión. Es decir, por ejemplo, si tenemos una conexión de línea telefónica estándar, habremos de optar entre leer un texto inmediatamente o esperar un mayor tiempo para bajar un video. En sentido contrario, con una velocidad de línea...
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