Diario de un docente en tiempos de crisis.

AutorCristina Pineda Granados, Mª del Carmen Rodríguez Herrero
Páginas142-159
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Cristina Pineda Granados22
Mª del Carmen Rodríguez Herrero23
En este catulo se plantea la importancia de cómo ha cambiado la vida en nuestro mundo
laboral, es decir, en nuestra profesión: la docencia, debido a la pandemia sanitaria del siglo
XXI (covid-19).
La educación es un derecho fundamental y es además uno de los factores que más influyen en
el avance y progreso de personas y sociedades. Es por esto que los centros escolares son
imprescindibles para la formación e inserción de los niños y niñas en la sociedad como adultos
responsables y capaces de convivir con los otros.
Durante este estado de emergencia sanitaria, estas instituciones se han visto muy
perjudicadas, puesto que las principales medidas para evitar contagios se han basado
principalmente en evadir las interacciones sociales, ocasionando, restricciones de movimiento
y bloqueos de todas las actividades no esenciales, así como el cierre de los centros educativos
en pleno curso escolar, paralizando la actividad presencial y pasándola a modalidad online, lo
que ha supuesto cambiar los hábitos de trabajo y las formas de organización adaptándonos así
a este nuevo “modo de vida”.
Esto no sólo ha ocasionado dificultades laborales para los maestros/as, sino también ha
provocado un retraso en la evolución infantil y alteraciones a nivel emocional, en general, un
retraso en el desarrollo personal y escolar de los estudiantes.
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22 Graduada en Educación Primaria, además de Máster en Orientación e Intervención Psicopedagógica. Docente actual
en un CEIP de la Junta de Andalucía.
23 Graduada en Educación Primaria con mención en Lengua Extrajera. Actualmente profesora de refuerzo en un centro
educativo de Londres.
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INTRODUCCIÓN.
El aprendizaje es un tesoro que sigue a la persona durante toda la vida, la docencia está
asociada a aquella tarea que consta de impartir conocimientos a niños, niñas, a jóvenes y
adolescentes, con una interacción de cara a cara, dentro de un aula dónde el diálogo y la
relación grupal son la base de nuestro desarrollo.
Ser maestro es una vocación con la que muchas personas nacen, pero muy pocas la desarrollan
debido a los retos y desafíos que esta lleva consigo. Esta labor a veces no es fácil, conlleva
cantidades de responsabilidades, pero también momentos que quedarán guardados en la
memoria de quien disfruta la vida en el aula y fuera de ella.
Cuando decides apostar por esta profesión una de las primeras sensaciones que surgen en ti es
el miedo y la angustia de cometer un error al enseñar o a no saber llevar a los alumnos hacia
un correcto desarrollo; pero todo esto desaparece cuando entras en el aula y la sientes como tu
hogar, cuando los alumnos/as te abren sus brazos, sus corazones y te ofrecen todo su cariño.
Algo significativo de este trabajo es que cada práctica te hace ser mejor maestra, te ayuda a
corregir errores, a mejorar las estrategias de enseñanza y a ver que cada día y cada momento
es único e inigualable. Ciertamente por todas estas cuestiones cada vez reafirmo más la
decisión de ser maestra, ya no sólo por vocación, sino porque entendí que cada vez que llego al
aula encuentro un mundo diferente en cada uno de mis alumnos y soy consciente que puedo
influir en su desarrollo según la manera en que mi enseñanza aporte a sus vidas.
Mostrando así que el papel del docente va más allá de la mera tarea de impartir conocimientos
y que nuestra labor en la sociedad es muy importante, ya que nosotros somos los que
preparamos a todos aquellos futuros médicos, arquitectos, empresarios, artistas, etc. Por lo que
se puede citar que: “Un maestro transforma vidas y estas vidas transforman naciones”.
(Santiago, 2016)
La vida de un maestro significa estar interactuando constantemente con los otros, es decir,
tener contacto entre nosotros, manipular objetos o compartir habilidades creando así unos
vínculos, que en la mayoría de las ocasiones trasciende la barrera profesional, generando así
un amor y una felicidad diaria.
Sin embargo, este tipo de trabajo, de vida, cambió con la llegada de la pandemia del covid-19.
Este virus provocó una crisis sin precedentes en todos los ámbitos, y en concreto, en nuestro
sector educativo, ya que desemboco con el cierre masivo de las actividades presenciales de las
instituciones educativas, puesto que se argumentó que mantener las escuelas cerradas reducía
la circulación de personas y del virus, disminuyendo contagios y riesgos de muerte.
Esto no sólo ocurrió en España, sino en más de 190 países ya que según los datos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO,

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