Sobre el terrorismo Islámico y la ejecución de la Euroorden.
| Autor | Gonzalo Quintero Olivares |
| Cargo del Autor | Catedrático de Derecho Penal. Universitat Rovira i Virgili |
| Páginas | 307-315 |
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La patente demonización de todo lo que tenga que ver con las manifestaciones islámicas que domina nuestro tiempo, y no solo por decisión de USA, nos lleva a un terreno en el que la serenidad va a brillar por su ausencia. Aquí se inscriben desde los conflictos que se produjeron en Francia raíz de la polémica Ley del velo hasta los que ha provocado en España el asunto del famoso imán de Fuengirola y su supuesta defensa del derecho del varón a pegar a su mujer.
En el caso francés se parte de un hecho "progresivamente preocupante": una población de cinco millones de musulmanes cuya integración deja mucho que desear. El temor último al fomento del islamismo fue el que llevó a considerar como un problema grave el incremento del número de alumnas musulmanas que iban a la escuela con el velo. Se designó una comisión de expertos decidió recomendar al presidente Chirac una ley que prohibiese todos los signos "ostensibles", que no "visibles", como el velo musulmán, la kippa judía e igualmente los crucifijos cristianos, para evitar así su politización y logrando así regresar a una educación pública anclada en los ideales republicanos. Pero de ese paso de prohibición en las escuelas se ha ido a otros, y a partir de septiembre de 2005 la prohibición del velo se aplicará también al personal de los centros hospitalarios.
Son conocidas las muchas protestas de los colectivos musulmanes e incluso algunos gobiernos islámicos se han mostrado contrarios, dando lugar a la previsible reacción francesa de defensa de su política interna. La sociedad francesa parece mayoritariamente acorde con la importancia de fomentar el laicismo, pero además muchos observadores estiman que la ley es una pequeña vacuna contra el peligro de extensión de la xenofobia azuzada por la extrema derecha, pero que tiene el riesgo de que en la propia Francia se alumbren células de peligroso extremismo islámico. Seguramente el creciente apoyo electoral que en su momento tuvo la extrema derecha aconsejó medidas tendentes a evitar la capitalización del sentimiento xenófobo.
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El tema del imán de Fuengirola era del todo diferente, salvo en lo que atañe a una coincidencia de opiniones en torno a los peligros que encierra la difusión incontrolada del islamismo. Como es sabido en julio de 2000 un centenar de mujeres interpuso una querella contra el Imán de Fuengirola (Málaga) Mohamed Kamal Mostafa, autor del libro "La Mujer en el Islam", en el que da consejos a los hombres para pegar a las mujeres sin dejar marcas. El instructor estimó que el querellado podía haber cometido un delito de apología de la violencia discriminatoria por razón de sexo y situación familiar, descrito y penado en el artículo 510 del Código Penal1. En su obra, el Imán de Fuengirola recomienda que los golpes a las mujeres "se deben administrar en unas partes concretas del cuerpo, como los pies y las manos, debiendo utilizarse una vara no demasiado gruesa, es decir, ha de ser fina y ligera para que no deje cicatrices o hematomas en el cuerpo". El libro añade que "los golpes no han de ser fuertes y duros, porque la finalidad es hacer sufrir psicológicamente y no humillar y maltratar físicamente". Las propuestas del Imán de Fuengirola, líder de una de las comunidades musulmanas más numerosas de España, surgen a raíz de la interpretación de un versículo del Corán.
El imán fue condenado, con sobrados motivos, y se cerró el episodio, pero dando paso a que se abriera otro: el control policial de las mezquitas. En opinión de los máximos responsables de la lucha contra el terrorismo hay que empezar a impedir, sin falsos complejos, lo que está pasando en muchas mezquitas en las que actúan imanes fanáticos que incitan a la violencia, y sugieren la urgente creación de un Consejo Islámico como el francés. Se dice que algunas mezquitas se han convertido en refugio para fanáticos exaltados por las palabras de imanes iluminados. Un ejemplo que se cita como revelador es el de las pequeñas comunidades musulmanas de muchos pueblos que practican y no dan nunca lugar a conflictos con el resto de la comunidad hasta que aparece alguien con dinero, dispuesto a comprar un local, abrir una mezquita y colocar a su imán. La batería de medidas que se anuncian en la lucha contra el terrorismo alcanzan a hospedajes, alquiler de vehículos, confección de placas de matrícula, contratación de traductores de árabe para "analizar la información" recopilada mediante el "control de la actividad radical conectada con el terrorismo internacional", para el que se va a "exigir la cooperación de las operadoras de telecomunicaciones". Se sugiere intervenir y modificar la ley de Libertad Religiosa y la de Protección de Datos para poder acceder a toda información que pueda ser útil para la seguridad del Estado. También se va a proceder, al parecer, al control de transferencias electrónicas y envíos de fondos.
Los riesgos que para la salud democrática comportan todas esas medidas son evidentes, como también lo es mantener una ingenua convicción de que en la
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mezquitas y centros islámicos no se hace otra cosa que rezar y estudiar. Por lo tanto no se puede caer en la absurda polémica en torno a si se respeta o no la libertad religiosa, cosa que debe quedar fuera de toda duda. Pero lo preocupante no es que se detenga a un imán por dedicarse a animar a jóvenes musulmanes a seguir el ejemplo de sus "hermanos suicidas", por ejemplo, o a un musulmán por golpear a su mujer o a sus hijos en uso de lo que él cree un derecho, sino que la prevención llegue al extremo de detenerlo por opinar que el camino natural del hombre solo lo puede marcar el Islam. Si así fuera recuperaríamos el delito político aunque fuera con otra versión.
La consecuencia de la mentada conexión podemos ponerla a prueba con la libertad de credo religioso, que nadie discute por ser su carácter constitucional fundamental en nuestro derecho; pero está fuera de duda que en nuestro tiempo, y por razones que resulta ocioso exponer, la mera práctica de la...
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