Recordando al buen juez Magnaud

AutorJulio Picatoste
Cargo del AutorMagistrado (jubilado) - Académico de número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación
Páginas306-308
RECORDANDO AL BUEN JUEZ MAGNAUD 94
Hurgar y husmear en librerías de viejo depara a veces gratos e inespe-
rados hallazgos. El pausado deambular frente a los apretados anaqueles se-
meja una suerte de expedición a la búsqueda y rescate de pecios procedentes
del naufragio de alguna biblioteca a la deriva y ya sin dueño, a los que una
corriente de transacciones y trueques hubiese llevado hasta esos lugares de
rescate y acogida que son las librerías de ocasión.
Esta vez el hallazgo no ha podido ser más insospechado y gozoso. Se
trata del libro Las sentencias del Magistrado Magnaud, que publicó y comen-
tó su recopilador Henry Leyret y que, en versión española de 1904, daba a
conocer en España la editorial Reus.
Tuve noticia de Paul Magnaud allá por mis años de estudiante de De-
recho, cuando, a propósito del estado de necesidad, se citaba, como ejemplo
clásico del hurto famélico, la sentencia que le hiciera famoso, en la que absol-
vía a Louise Menard del delito de hurto.
No fue Magnaud hombre revolucionario ni que se distinguiese por ideas
renovadoras o que para obtener los favores de la fama pretendiese dictar
resoluciones novedosas. Calladamente, sin estridencias, con una aplicación
discreta de la ley, llegó a la presidencia del Tribunal de Château-Tierry, una
pequeña ciudad en el Marne, entre Ile de France y Champagne.
Una mañana del mes de marzo de 1898, Louise Menard es conducida
ante Magnaud acusada de hurto. Louise es una joven de 23 años, de rostro
redondo y nariz ancha; tiene un hijo de dos años; ambos llevan treinta y seis
horas sin comer; desde hace tiempo no tiene trabajo y nadie le presta auxilio;
no tiene dinero, así que para comer y dar de comer a su hijo se apodera de un
pan en la tienda de un panadero. Ante el juez, ella expresa pesadumbre por
su acción; sus ojos, de natural risueños, están nublados por la incertidum-
bre. Todos esperan la condena; más de uno evoca a Jean Valjean, personaje
de “Los Miserables”, dura e inhumanamente condenado por un robo de pan
para alimentar a sus hijos. Magnaud dicta sentencia absolutoria; en ella se
94 Faro de Vigo, 18 de mayo de 2009 y La Nueva España 27 de mayo de 2009.

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