Legíslese despacio que tengo prisa

AutorJulio Picatoste
Cargo del AutorMagistrado (jubilado) - Académico de número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación
Páginas326-327
LEGÍSLESE DESPACIO QUE TENGO PRISA 102
Por ciertas informaciones de prensa, percibo la urgencia con que, desde
el Ministerio de Igualdad, se proyecta una “Ley de Libertad Sexual” (que, en-
tre otros objetivos, modicará el Código Penal), porque quienes la anuncian
y patrocinan arden en deseos de que tenga ya, de alguna forma, presencia
el día 8 de marzo, de modo que, se dice desde aquel ministerio, la nueva ley
sería aprobada por el Consejo de Ministros tan solo en unas semanas. Parece
ser que en este extremo han surgido desavenencias con el Ministerio de Jus-
ticia, desconozco si es por cuestión competencial, de coordinación o de celos
por la primicia legislativa.
Legislar no es, ni mucho menos, una tarea fácil. El ordenamiento jurí-
dico es un complejo mosaico, un puzle gigantesco cuyas piezas, en íntima
correlación, pueden resentirse si algunas se cambian o mueven sin la debida
cautela. Ya solo el hecho mismo de la redacción de la norma es labor delica-
da. Por eso me inquieta esa estrategia de calendario, esa interesada urgencia
legiferante que se desprende de los propósitos confesados por el Ministerio
de Igualdad, guiado, según parece, por un afán efectista de festejar el 8 de
marzo con la ley por pancarta. ¡Qué mejor fecha!, dirán algunos y algunas,
al unísono y unísona. Percibo en ese propósito una cierta excitación por
legislar para el escaparate y hacerse la foto con la ley debajo del brazo, para
ilustrar el sobaco. Cualquier prisa es siempre mala consejera. A lo mejor en
este caso mi temor es infundado. Pero el recado ministerial no suena bien.
No es la primera vez que se cede a la tentación de apurar la promulgación
de una ley por razones oportunistas de calendario electoral, urgencia que
obligó a hacer retoques en el texto que luego se tradujeron en dicultades de
interpretación a la hora de aplicar la ley. Ocurrió así con la Ley de Ordenación
de la Edicación. Pero esa es otra historia, y ya agua pasada.
Legislar, dotar a una sociedad de un cuerpo normativo sólido, estable y
racional, no puede ser producto de la premura ni de la improvisación. Le-
gislar es tarea que precisa también del uso de la razón y la reexión. Con
las leyes no se juega. Con las leyes no se hace política de imagen. Con las
leyes no se hace populismo. Se trata, nada más y nada menos, que de hacer
102 Faro de Vigo, 29 de febrero de 2020.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR