Prólogo

AutorJerome S. Bruner
Páginas11-13
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PRÓLOGO
El conf‌licto es, evidentemente, inevitable. Ninguna cultura jamás ha alcan-
zado la utópica armonía necesaria para superarlo. Para sobrevivir, cada cultura
requiere de un medio aceptable para resolver conf‌lictos y prevenir la venganza
de los vencidos. Para alcanzar esta idea, citando una de las famosas af‌irmacio-
nes de Félix FRANKURTER, «la Justicia debe satisfacer la apariencia de justicia».
Resolver conf‌lictos de forma imparcial requiere no sólo de un espíritu de
justicia, sino también unas consideraciones sobre los procedimientos para juz-
gar las pretensiones de las partes —aquello que denominamos grandiosamente
en la sociedad occidental como «sistema jurídico»—. Pero el medio a través del
cual los conf‌lictos son resueltos adopta diversas formas en las distintas socie-
dades, y su estudio comparativo nos hace ser conscientes de que la «apariencia
de la justicia» no es la misma en cada lugar.
Nos hemos venido acostumbrando a decir que las formas de solución de
conf‌lictos ref‌lejan las culturas en las cuales han surgido. El profesor CHASE
además también discute el hecho de que las formas a través de las cuales los
conf‌lictos son resueltos juegan un importante papel en la conformación de las
culturas en las cuales se aplican. Con todo, ¿cómo pueden las formas de reso-
lución de conf‌lictos ref‌lejarse en una cultura y al tiempo conf‌igurarla?
En su empeño por resolver este extraño dilema, el profesor CHASE sigue dos
caminos conexos, uno especulativo y otro empírico, uno de enfoque más am-
plio y otro más detallado. De inmediato se percibe en su planteamiento que para
entender cualquier particular aspecto de un procedimiento, debemos entender
tanto el sistema de resolución del conf‌licto a través del cual se desenvuelve di-
cha situación como, y al mismo tiempo, el sistema sostiene e incluso amplía
su cultura como un todo. ¿Por qué la tribu africana de los Azande usan el orá-
culo benge para resolver conf‌lictos —un sistema en el cual se administra una
pequeña dosis de veneno a un pollito, y el hecho de la muerte o la pervivencia
del animal señala quién es el culpable y el inocente en el conf‌licto—? No puede
entenderse un rito tan extraño a no ser que se entienda la ínsita ritualización de
la brujería como elemento de esta fascinante sociedad. El ritualismo impregna

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