Conclusión

AutorOscar G. Chase
Páginas185-188
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IX. CONCLUSIÓN
He presentado dos propuestas respecto a los procesos institucionalizados
de resolución de conf‌lictos y la sociedad: la primera, que las formas de reso-
lución de conf‌lictos ref‌lejan la cultura en la cual se ubican —sus valores, sus
convenciones sociales, su metafísica, y los símbolos a través de los cuales to-
das estas características son representadas—; y la segunda, que esta relación
es recíproca —los procesos a través de los cuales se resuelven controversias
son un factor de importancia en su inf‌luencia en la permanente tarea de
mantener o «conf‌igurar» la cultura en la cual se insertan—. Si esta argumen-
tación es correcta, mi teoría sobre la litigiosidad tiene una doble utilidad
predictiva y normativa: predice el hecho de que cuando la cultura sufre un
cambio sustancial, con independencia del motivo que lo cause, con el tiempo
las formas de resolución de controversias harán lo mismo. E igualmente en
sentido contrario: los cambios en la litigiosidad repercutirán también de ma-
nera amplia en la cultura. En cuanto a la normatividad, mi postura induce a
los políticos a que tengan en cuenta que la reforma de sus formas de solución
de conf‌lictos tendrá repercusión en la cultura. Cualquier reforma procesal no
puede ser considerada únicamente desde el prisma del tecnicismo legal.
Soy consciente de que mi primera af‌irmación (vinculación de las for-
mas de resolución de conf‌lictos a la cultura) se puede interpretar como una
limitación de la segunda (su importante inf‌luencia respecto de la cultura).
Si la utilización de formas de resolución de conf‌lictos está condicionada en
un paso a dos con la cultura, destinada a seguir sus pasos como referencia,
¿cómo puede el compañero inexcusable del proceso generar un posible efec-
to de cambio alejándose de aquello que está ya diseñado en conjunto? La
solución a esta paradoja radica en retomar la idea de que la cultura no es
eterna ni absolutamente uniforme en cualquier sociedad. Está constante-
mente cuestionada y, por tanto, sujeta a cambios. Los extremos de la cuerda
se tensan en uno u otro sentido. Estas corrientes derivarán en un choque de
intereses políticos, desde la perspectiva de unas nuevas condiciones sociales
y económicas, y con distintas posturas en desacuerdo respecto a la mejor
manera de servir a las necesidades sociales. Max WEBER se adentró en una

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