Epílogo: el aula y el terror al relativismo

AutorOscar G. Chase
Páginas189-192
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EPÍLOGO
EL AULA Y EL TERROR AL RELATIVISMO
Aquellos compañeros que han sido lo suf‌icientemente amables para leer
los borradores de este libro, en ocasiones me han planteado la siguiente cues-
tión: la sensibilidad cultural es positiva y está muy bien, pero seguramente tú
no querías establecer que la única diferencia entre la consulta al oráculo de
los Azande y la valoración de la prueba en los tribunales de corte moderno,
es que ello ref‌leja planteamientos culturales distintos. ¿No te parece, me pre-
sionan, que nuestros métodos son más racionales y darán mejores resultados
que los de ellos? (Ésta es una variante de lo que se pregunta el viajero que
regresa tras años en el extranjero cuando se «ha convertido en un nativo».)
Es evidente que para mis interlocutores no hay una sola respuesta. Todo ello
es lo que me ha conducido a plantear el seminario sobre cultura y contro-
versias al que me referí en el prólogo. Me encanta la enseñanza y dar clase
por muchas razones, pero la más importante de todas ellas se encuentra en
la oportunidad que les brinda a los estudiantes para que aborden la misma
cuestión. Se establece que la apertura a nuevos planteamientos es el punto
básico de toda educación de relevancia. Al igual que en todos los momentos
de la verdadera liberación, combina euforia y espanto.
A los estudiantes de Derecho y estudiantes del postgrado del programa
Ley y Sociedad de la Universidad de Nueva York, se les presentan los temas
y argumentos de este libro: los sistemas de resolución de conf‌lictos no exis-
ten por sí mismos, sino que han sido creados por los hombres y mujeres y
una específ‌ica cultura; además, los procedimientos de resolución de contro-
versias son una de las más relevantes instituciones a través de las cuales se
logra la conf‌iguración de la vida social. Se llevan a cabo lecturas de Derecho
comparado, estudios sociojurídicos y de antropología. Les pedimos a los es-
tudiantes que se unan a nosotros a medida que vamos eliminando obstácu-
los. Sin embargo, describir el proceso pedagógico tal y como acabo de hacer
supone correr el riesgo de alejarnos de la abstracción. Confrontar diferencias
en aspectos específ‌icos es lo que lo hace creíble y real.

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