Prólogo

AutorFrancisco Javier Matía Portilla
Cargo del AutorUniversidad de Valladolid, Coordinador del Programa de Doctorado en Derecho
Páginas7-9
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PRÓLOGO
Francisco Javier Matía Portilla
Universidad de Valladolid, Coordinador del Programa de Doctorado en Derecho
Mi contribución en esta obra colectiva es muy modesta. Intervengo en ella como
coordinador accidental del Programa de Doctorado de Derecho de la Universidad de
Valladolid, siguiendo los pasos dados por mis antecesores en este mismo cargo por los
doctores Martínez López-Muñiz, Domínguez Luelmo y Velasco San Pedro, a los que todos
los investigadores de nuestra especialidad debemos estar muy agradecidos por su implicación
en el diseño de este Título y en su posterior puesta en marcha. Ese agradecimiento se debe
extender a todas las personas que han formado parte, hasta el momento, de la Comisión
Académica del Doctorado de Derecho.
Es sabido que el modelo actual del Doctorado genera críticas.
Unas se vinculan con el diseño general de estos estudios que, como ocurre en otras
muchas materias, está pensado para Ciencias de la naturaleza y análisis empíricos. Es sabido
que las tesis vinculadas con las Ciencias sociales se fundamentan en un profundo
conocimiento de una concreta cuestión, interesando conocer su evolución histórica y el
tratamiento que ha recibido en otras partes del mundo. De ahí que las buenas tesis suelan
hacer referencia a los antecedentes históricos, a las experiencias extranjeras e incluyan,
habitualmente, un enfoque comparado. Es por esta razón que la duración prevista de tres
años para acometer la investigación doctoral sea manifiestamente difícil de cumplir. Si a eso
se suma que el doctorando que quiera hacer carrera académica debe realizar otras muchas
tareas que serán determinantes para su posterior contratación (asistencia activa a eventos
científicos, seguimiento de cursos, estancias, docencia, etc.) se puede concluir que resulta
muy, muy difícil realizar tesis con la profundidad que era habitual hace algunos lustros. Y
algo aún más grave, como el estudio profundo de los principios del saber al que uno se va a
dedicar toda su vida no se encuentra recogido en ninguna casilla de esas tareas que debe
realizar si quiere progresar en el mundo académico, resulta que el nivel de preparación de los
nuevos doctores es, por lo general, inferior. La única parte positiva es que, si ajustan sus
actividades a las exigencias normativas, podrán culminar este periodo en un plazo mucho
más breve que el que se solía emplear antes, y que no solía ser inferior a cinco años en ningún
caso. Es de justicia señalar que hay otro perfil relevante de doctorados, que son aquellos que
ocupan puestos profesionales públicos (jueces, secretarios judiciales, funcionarios de
distintas Administraciones públicas, etc.) o privados (abogados, asesores, etc.). Aunque estos
no deben dividirse en realizar el gran número de actuaciones de los compañeros que
pretenden realizar carrera académica, sí que tienen que compartir su tiempo con su respectiva

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