Las premisas de la legitimidad democrática

AutorJorge Francisco Aguirre Sala
Páginas29-41
© Editorial UOC Capítulo II. Las premisas de la legitimidad democrática
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Capítulo II
Las premisas de la legitimidad democrática
Para establecer las premisas de la legitimidad democrática, es conve-
niente explicar qué es la ciudadanía que adviene en la democracia y la
democracia misma, pues no siempre es obvia la dialéctica del poder entre
gobernantes y gobernados en este modelo de gobierno.
Las filósofas Hannah Arendt e Iris Marion Young, en muchos de sus
textos, insistieron en el sentido original de ciudadanía: la capacidad de
autogobierno mediante la participación activa en la vida pública. Es decir,
las personas deben asumirse como ciudadanos tomando un papel activo
en la legislación, ejecución, auditoría y aprobación judicial de los actos de
gobierno. También deben involucrarse en la inserción de los intereses par-
ticulares hacia la comprehensión del interés general y el bien común. Este
sentido original del ser de la ciudadanía describe un deber ser distinto a los
hechos mismos, por lo cual se infiere que la ciudadanía es una condición
potencial por alcanzar y no una característica innata o inherente de acto y
de facto por el simple hecho de ser persona.
Por ende, la ciudadanía no es solo la posesión de la soberanía personal
(la posesión de sí mismo para vincularse, organizarse y decidir una forma
de vida o la posesión corporal de la fuerza de trabajo con miras a la ga-
nancia privada o la aportación social), que se delega a través del sufragio,
sino, como dice Cantú1, es «el derecho y la disposición de participar en
una comunidad, a través de la acción autorregulada, inclusiva, pacífica y
responsable, con el objetivo de optimizar el bienestar público [y agrega-
mos, como él mismo propone]: la garantía de vigencia de los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales». Con ello el concepto
de ciudadanía se abre a varios quehaceres.
El primer y fundamental quehacer ciudadano es la retroalimentación
entre la ciudadanía misma y el sistema democrático, y con ello podemos
comprender qué es la democracia misma, como indica Edgar Morin:
«… la democracia se funda sobre el control del aparato del poder por los
controlados y así reduce la esclavitud (que determina un poder que no

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