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Un escollo: las objeciones a la deliberación política

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Vincent
AutorJorge Francisco Aguirre Sala
Páginas101-115
© Editorial UOC Capítulo VI. Un escollo: las objeciones…
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Capítulo VI
Un escollo: las objeciones a la deliberación
política
La deliberación política puede definirse como «una forma de gober-
nar, en la cual, ciudadanos libres e iguales se incorporan a un proceso de
intercambio de razones y argumentos que se realizan de forma pública
y comprensible, y que sirve para justificar unas decisiones concretas»1.
Ello supone que las diferencias entre ciudadanos son aceptadas en aras
de trabajar juntos y alcanzar coincidencias para log rar la cooperación.
Además, en la medida de lo posible, están presentes todos los puntos de
vista involucrados, en especial los que corresponden a los más afectados.
También se da por hecho una gran reciprocidad para escuchar y ser escu-
chado y una enorme sinceridad para dejarse persuadir por argumentos de
procedencia ajena, dejando de lado las propias consignas.
Nos parece que podríamos exponer en dos grandes sectores las obje-
ciones a la deliberación política; las objeciones clásicas de los teóricos de
la política –de las que se había hecho una mera mención–, y las objecio-
nes más contemporáneas de los teóricos sociales de la comunicación y la
democracia.
Dentro de las objeciones clásicas se halla la apreciación de Schumpeter.
Este pensador declara: «El elector común no tiene capacidad para discer-
nir sobre los temas públicos de manera autónoma y racional y tampo-
co pueden obtener soluciones claras para los problemas»2. La tesis de
Schumpeter da mucho que pensar. En primer lugar, no puede clasificarse
a los electores en «electores comunes» y «electores extraordinarios», pues
no existen tales criterios de clasificación; no se es «elector de carrera»
como se puede ser «funcionario de carrera». Por supuesto que la expre-
sión «común» hace referencia a un ciudadano no instruido en la ciencia
política y la administración pública; sin embargo, el ciudadano común
tiene el derecho a que los asuntos políticos se le planteen tan clara y simé-
tricamente a su entendimiento en adecuación a la capacitación ciudadana
recibida para abordarlos. Este derecho ciudadano y obligación del Estado

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