Introducción

AutorJorge Francisco Aguirre Sala
Páginas17-22
© Editorial UOC Introducción
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Introducción
El adjetivo ilegítimo tiene mayor fuerza peyorativa que el término ilegal.
Ilegal: dícese de la acción, acto o ciudadano que transgrede la ley. E ilegítimo
se refiere a la acción, acto o sujeto inauténtico, adulterado, con falta de
veracidad o incongr uencia dentro de un sistema u orden establecido. Un
sujeto ilegítimo es aquel impropio o extraño a las jerarquías de la tradición
o el pacto social.
Las combinaciones de ambas nociones suman cuatro cuando se con-
sidera lo legal y lo legítimo. Algo o alguien pueden ser ilegales y también
ilegítimos. Otra combinación es la dupla ilegal-legítimo, por ejemplo, la
violación de la ley con razones justificativas superiores a la ley misma. Así
nos presenta Sófocles a su personaje Antíg ona: infringiendo la prohibi-
ción anticonspiradora de dar sepultura al cadáver de su hermano Polinices
al cumplir el ritual religioso de enter rarlo. La tercera combinación está en
el binomio de lo legal y lo legítimo. El cuarto caso, el de nuestro interés,
ocurre cuando la ley no está suscrita deliberada e intencionalmente por
quienes la cumplen. Es decir, hay legalidad pero ilegitimidad porque el
origen de la ley no es auténtico.
Coloquialmente, llamábamos «ilegítimos» a los hijos concebidos de
uno o los dos miembros de la pareja parental cuando alguno tiene im-
pedimento para dicha relación por razones de su propio matrimonio o
algún voto religioso. También son ilegítimos los votos políticos en blanco,
o intencionalmente nulos, aun habiendo cumplido la obligación legal de
acudir a las urnas, porque verdaderamente no eligen a ningún representan-
te. Ilegítimas resultan, entonces, muchas acciones que pueden ser legales
o indiferentemente legales, pero inauténticas, falsas o contrarias al sentido
de su naturaleza.
La energía ofensiva del adjetivo ilegítimo proviene de sus sinónimos:
espurio, adulterino, bastardo. Pero el agravio depende de la perspectiva
de las tradiciones o los convencionalismos. La ofensa, en todo caso, es
relativa a un punto de vista. Lo importante es precisar: ¿por qué son
«ilegítimos» los deseos de defender nuestros derechos? ¿Quiénes son los
bastardos en busca de la revancha para obtener el reconocimiento de de-

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