Hacia la democracia líquida posibilitada por la instrumentalización de la democracia electrónica

AutorJorge Francisco Aguirre Sala
Páginas63-99
© Editorial UOC Capítulo V. Hacia la democracia líquida…
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Capítulo V
Hacia la democracia líquida
posibilitada por la instrumentalización
de la democracia electrónica
Empecemos con la distinción capital entre gobierno electrónico y
democracia electrónica partiendo del bosquejo de la esfera pública en la
nube electrónica. Lo cual nos permite transitar hacia la gobernanza.
Las vetustas etimologías son útiles para acotar la esfera pública en la
nube electrónica, sobre todo en la actualidad, para evitar el uso vacío de
anglicismos. Hoy en día, se utilizan de manera indistinta denominaciones
como tecnologías de la información y comunicación (TIC), new media,
web, internet, redes sociales virtuales o redes sociales cibernéticas. Sin
embargo, en relación con el poder y la democracia, debe adoptarse la
precisión del término «redes sociales cibernéticas» porque:
«Este término [cibernética] que se puso de moda apenas un par de déca-
das, proviene del griego kibernetiké; significa el arte de gobernar una nave,
y de kibernetikós, el nombre para denominar los timoneles de los barcos
hace 2.500 años. En Francia, alrededor de 1830, el término cibernétique
fue utilizado para nombrar “el arte de gobernar” (por ello el browser es el
navegador, o el log-book es la bitácora de navegación. De ahí la denomina-
ción del weblog y finalmente la abreviación de «blog»). Por ello mismo, a
los viajeros del internet se les llama «surfeadores» (en referencia al surfing)
o internautas. Pues bien, deberíamos regresar a los new media su sentido
etimológico original y convertirlos en los instrumentos del arte de gober-
nar»1.
Es decir, la cibernética es la esencia de internet y del arte del gobernar.
Y donde hay gobierno, existen gobernantes y gobernados que requieren
organizarse, informarse y comunicarse para tener deliberaciones y tomar
las mejores decisiones, es decir, lograr la definición de las políticas pú-
blicas democráticamente. Ello implica una red social, informática y de
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suficiente amplitud global, de ahí el término castellano de internet, que
condensa el vocablo inglés de la red informática virtual (World Wide Web,
cuya conocida abreviatura es www y cuyo anglicismo en el uso común es
simplemente web).
Aunque el término internet se utiliza para referirse a las redes sociales,
cabe precisar la diferencia entre plataformas electrónicas y redes sociales
cibernéticas. En las primeras se encuentran: el correo electrónico, los
wikis (en especial WikiLeaks, la Wikipedia y la wiki-legislación¸ no solo en
el sentido de quién las consulta, sino también de quiénes las constr uyen).
Las segundas se constituyen por los chats, foros, blogs; Facebook, Twitter,
las cuentas de YouTube de colaboración abierta, las cuentas de MP3, y el
P2P (peer to peer o red de pares que se constituye sin clientes ni servidores)
y paralelamente a estos se encuentran las redes comerciales como Flickr,
Tuenti, MySpace, etc. Las plataformas y las redes sociales no poseen las
mismas funciones para lograr efectos políticos, democráticos y en la go-
bernanza, pero en conjunto logran abarcar foros regionales con expertos,
ciudadanos y sus representantes políticos. En ellas todos pueden opinar,
compartir, seleccionar diálogos, posts, videos, etc. de manera tan democrá-
tica que alcanzan a someterlos a votación.
Debemos recordar que cuando internet empezó a expandirse, mu-
chos vieron con agrado una revolución democrática por venir. En 1995,
el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Newt
Gingrich, celebró la llegada de internet a la política porque consideraba
que con mayor acceso a la información y comunicación mejoraría la
calidad del gobierno. Tres años después, cada uno de los representantes
en la Cámara estadounidense no sabía cómo atender y responder los mil
correos electrónicos que de promedio recibían diariamente2. Esta realidad
cuestiona el potencial democrático de internet. Expertos como Hall y
Menéndez3 intentan responder con tres posibilidades: la utópica, la realis-
ta pesimista y la utilitaria. Nosotros aumentaremos una cuarta respuesta.
La posición utópica considera que la extensión de internet a la vida
pública actuará como una fuerza democratizadora que activará la parti-
cipación, mientras que los realistas pesimistas consideran que internet
ahondará las diferencias entre las masas empobrecidas e iletradas y tam-
bién entre las regiones, razas y géneros, provocando además de la globali-
zación económica un control autoritario. La actitud utilitaria presenta un
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balance entre las sociedades abiertas e incluyentes y las posibilidades de
mayor control y limitación de la libertad. Reconoce también la capacidad
para promover la democracia participativa al mejorar la comunicación
entre ciudadanos y sus representantes políticos, generando sentido de
comunidad y capital social.
Una cuarta posición puede encontrarse en West4, quien no ve la
relación entre el gobierno e internet como una revolución, porque la
historia muestra que muchas de las tecnologías y, particularmente las
de la información, si bien presentan cambios relativamente acelerados,
el alto impacto se da a largo plazo. West, en 2005, ejemplificó esto con
el símil de los coches; cuando la industria automotriz nació se esperaba
una revolución en el transporte, pero esta no fue rápida; de hecho, por
motivos económicos y técnicos muy pocas personas podían disponer
de transporte automotriz. Pero con el paso de las décadas la industria
automotriz prácticamente alcanzó casi a todas las civilizaciones y hoy día
serían impensables sin la existencia del coche, de los autobuses y de los
camiones. Hay razones suficientes para creer que pasará lo mismo con las
tecnologías electrónicas de información y su vínculo con la gobernanza.
De hecho, se le debe a West una de las primeras escalas de etapas, modelo
de cambio tecnológico y grados de calificación que conocemos para gra-
duar la participación de internet en las acciones del Estado.
Las etapas o grados de evolución para obtener una mejor calificación
en la calidad del gobierno electrónico, que por su interactividad con la
ciudadanía y sector privado ya podríamos apuntar como una versión de
gobernanza, son, según diversos autores, más o menos las mismas.
Pero debemos advertir que una cosa son las etapas o grados de evo-
lución para el gobierno electrónico, y otra las esferas de interactividad.
Para comprender mejor esta diferencia debe concebirse que, al final de las
etapas evolutivas del gobierno electrónico, este deba promover la gober-
nanza en convergencia con la democracia electrónica.
Así, en la influencia que hace internet en el gobierno electrónico se
da el derrotero desde la presencia para otorgar unilateralmente informa-
ción, pasando a la interacción en el fluir de la información, para apuntar
hacia la transacción o capacidad de tener servicios públicos por internet
(pagar impuestos, obtener una licencia para un negocio o construcción,
obtener una certificación en el registro civil, verificar los antecedentes

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