Nuevas perspectivas de los estudios en españa sobre el termalismo: la sostenibilidad de las comunidades rurales en el punto de mira

AutorFrederico Alvim-Carvalho, Javier Escalera-Reyes, Jesús Raúl Navarro-García
Páginas487-506
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CAPÍTULO 25
NUEVAS PERSPECTIVAS DE LOS ESTUDIOS EN
ESPAÑA SOBRE EL TERMALISMO:
LA SOSTENIBILIDAD DE LAS COMUNIDADES
RURALES EN EL PUNTO DE MIRA
FREDERICO ALVIM-CARVALHO
UNINTER
JAVIER ESCALERA-REYES
Universidad Pablo de Olavide
JESÚS RAÚL NAVARRO-GARCÍA
EEHA-IH, CSIC
1. INTRODUCCIÓN
El termalismo es el conjunto de medios médicos, técnicos, higiénicos,
sociales y hoteleros al servicio de la utilización terapéutica de las aguas
termales y mineromedicinales oficialmente reconocidas de utilidad pú-
blica304. En esta definición predomina la lectura médica del término,
algo que no aparece en el diccionario de la Real Academia Española de
la Lengua cuando se refiere a que el significado de termal es aquello
“que pertenece o es relativo a las termas”, no definiendo de forma pre-
cisa el término ya que el termalismo puede incluir, según Cabral de
Carvalho Ramos, “un conjunto de medios medicinales, sociales, sani-
tarios y administrativos debidamente estructurados e interconecta-
dos”305. Se trata, por tanto, de un término que sobrepasa los círculos
profesionales de médicos e hidrólogos para formar parte también de
campos científicos ligados al turismo, a la administración empresarial,
a la administración pública y a la creación de nuevos planes y proyectos
304 Mourelle et al. 2009.
305 Cabral de Carvalho Viana Ramos, 2005, 37.
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dirigidos a la dinamización económica de pequeñas poblaciones como
son las villas termales.
El agua termal está dotada de una temperatura anormalmente alta306 y
es por ello que se trata de un recurso complejo y peculiar dentro de cada
territorio, con sus matices, interpretaciones y significados307. No solo
es relevante históricamente en su vertiente higiénica e incluso sanitaria
o terapéutica sino que también ha servido para proporcionar al lugar en
el que surgen expresiones de sociabilidad entre los colectivos humanos,
sobre todo entre los vecinos de las poblaciones que surgieron en su en-
torno, contribuyendo a la aparición de una identidad con el lugar que se
articula como importante elemento patrimonial, capaz de cohesionar a
personas que comparten intereses sociales, políticos, culturales o eco-
nómicos308 en torno a este bien o patrimonio natural excepcional y de
enorme potencial para el desarrollo territorial en lo relativo al turismo
de salud309.
La actividad conocida como “termalismo” está basada, por tanto, en las
diversas formas de aplicación y aprovechamiento de las aguas termales
en establecimientos conocidos como balnearios, siendo en diferentes
territorios y a lo largo del tiempo un recurso estratégico destacado para
la dinámica del desarrollo de muchas poblaciones y comunidades310.
Estas aguas termales tienen una importancia económica y social funda-
mental en muchos municipios que las explotan, ofreciendo posibilida-
des de creación de empleos y dinamización de la economía local, así
306 Según la Ley de Minas de 1973 las aguas termales son “aquellas cuya temperatura de
surgencia sea superior en 4o Celsius a la media anual del lugar”, y las declaradas como
aguas minerales o mineromedicinales, que son aquellas que “por sus características y cuali-
dades” son declaradas “de utilidad pública”.
307 Cátedra Tomás, 2009.
308 Marqués Oliveira Marrichi, 2009. Escalera Reyes y Porrah Blanko, 2011.
309 Cuando nos referimos al turismo de salud aludimos a una actividad enfocada a la preven-
ción, al cuidado y tratamiento del cuerpo en su vertiente física o psíquica, incluyendo también
el concepto más amplio de bienestar de los individuos. Se trata, según Rodríguez Sánchez
(2001) de una actividad tan antigua como el hombre y que no siempre estuvo ligada al ámbito
sanitario ni dependió necesariamente de un médico. Culturas diversas incluyeron tratamien-
tos terapéuticos vinculados al agua termal mineromedicinal, al agua del mar o, incluso, al
clima de algunas zonas.
310 Larrubia Vargas y Luque Gil, 2002. San Pedro Martínez, 1993.

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