Hacia una ética de la homosexualidad

AutorManuel Fernández del Riesgo
Páginas117-131
CAPÍTULO 4.
HACIA UNA ÉTICA DE LA HOMOSEXUALIDAD
Hoy parece mayoritariamente aceptada la tesis de que, en una sociedad
democrática como la nuestra, se haya legalizado la unión de homosexuales,
con sus correspondientes garantías jurídicas. Ello presupone, lógicamente, la
dignidad de estas personas, que como el resto de los ciudadanos, son sujetos
de derechos. No obstante, estas medidas legislativas deben de tener a la base
unos presupuestos éticos, en los que conviene abundar para reforzar dichas
medidas, frente a la tentación de los “inconformistas” nostálgicos del “orden
del pasado”, pero también frente a otras actitudes y planteamientos que pue-
den invitar a un “todo vale”, que rezuma un nihilismo de la confusión y de la
pérdida de la coherencia.
La homosexualidad como historia del sufrimiento
Vamos a prescindir aquí de una “historia de la homosexualidad”, que tes-
timonia que la misma ha sido negada y condenada por muchas culturas, pero
que no siempre ha sido así. Ha habido sociedades que la han admitido, aun-
que dentro de ciertos contextos sociales, y de modo discreto. Así, por ejemplo,
en la Grecia antigua, entre los espartanos, tebanos, celtas, y romanos, etc. Por
contraposición, en las sociedades judía y cristiana, “más bien hubo rechazo,
con cierta tolerancia en los primeros siglos del cristianismo (…). Desde la baja
Edad Media europea se inició una actitud de mayor rechazo y clara persecu-
ción que se mantuvo hasta principios del siglo XX” (García Moriyón, Felix, “La
estrecha relación entre cuerpo, sexo y género”. AA.VV., 2021, p., 50. Cf. Boswell,
John, 1994). Para centrarnos, vamos a mirar a nuestra sociedad actual.
Para empezar, traemos a colación, la tipología del mundo homosexual, que
fue elaborada por el equipo fundado por Kinsey, y dado a conocer en el año
1978. Recordemos brevemente algunos de sus resultados. En dicho texto se
habla de emparejados cerrados: homosexuales que “viven en pareja con una
relación casi matrimonial”; emparejados abiertos caracterizados por “una in-
satisfacción en su vida de pareja”; funcionales: que tienen “un gran número de
compañeros sexuales, así como una escasa pesadumbre por el hecho de ser

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