Conclusión

AutorManuel Fernández del Riesgo
Páginas257-266
CONCLUSIÓN
Al final, tengo que reconocer que la argumentación que hemos llevado a
cabo, ha resultado un tanto abigarrada, pero la complejidad del tema, ha im-
pedido que fuera de otra manera. Voy a intentar destacar en esta “conclusión”
el hilo de Ariadna, que ha guiado la construcción de mi agumentario. De ese
modo, quizás, percibamos la coherencia persuasiva de mi discurso, que mueva
al lector a su propia reflexión crítica.
Hemos comenzado con una contextualización, que hemos estimado opor-
tuna, para poner de manifiesto las raíces y factores más remotos, de alcance
intelecual y socio-político, que han incidido en la génesis y desarrollo de la
“ideología de género” y de su cuestionable feminismo.
Comenzamos, en la “Introducción” destacando ese “frentismo” que pade-
ce la sociedad española, cuando aborda cuestiones de carácter social, político
y económico, como un grave índice que delata la baja calidad de nuestra de-
mocracia. Ello le impide abordar, con cierta equidad y serenidad, problemas
que nos afectan en la vida diaria a los españoles. Es más, por desgracia, esa
escisión que padecemos parece haberse agudizado con nuevos materiales. En
estos últimos años, parece que está desapareciendo el proyecto integrador
con el que se soñó en la “transición, y se está imponiendo una fragmentación,
polarización y radicalismo, que dan como fruto una ingobernabilidad. Las ne-
fastas alianzas de Pedro Sánchez y muchas de sus prácticas políticas, están
desvertebrando el Estado, y desarmándolo desde el punto de vista moral. Ello
significa el deterioro de las instituciones y de una democracia, que se reviste
de impotencia ante graves problemas, como, por ejemplo, el de los “naciona-
lismos excluyentes”, y que da a luz leyes como la de “memoria democrática,
ejemplo de sectarismo cainita. En la política actual predominan la mentira, la
mediocridad, el cortoplacismo y la falta de ética. Lo hegemónico es la erótica
del poder. Este lamentable contexto socio-político y moral, que rezuma pobre-
za epistemológica y fanatismo, se dejará sentir negativamente, cuando los po-
líticos, y los medios de comunicación social abordan el complejo problema de
la sexualidad y el género, objeto de nuestra reflexión en el presente ensayo. El
fundamentalismo moral y político alimenta una actitud arrogante, que cultiva
la intransigencia y el dogmatismo, y que anula la capacidad crítica de los que

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