La enseñanza de la oratoria en el ámbito de las ciencias sociales y jurídicas

AutorAdolfo Sánchez Hidalgo
Páginas70-85
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CAPÍTULO 4
LA ENSEÑANZA DE LA ORATORIA EN EL ÁMBITO DE
LAS CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS
ADOLFO SÁNCHEZ HIDALGO
Universidad de Córdoba
1. INTRODUCCIÓN
El hoy denominado Plan antiguo de la Licenciatura en Derecho, sea el
original del año 53 o el reformado en el año 2000, presentaba notables
déficits y patologías que, ciertamente, necesitaban de una reflexión pro-
funda dirigida a su mejora. Llebaría (2009: 25) señala con precisión los
males que aquejaban a la enseñanza universitaria anterior a Bolonia: a)
el desprestigio de la docencia originado por la despreocupación gene-
ralizada por las relaciones de enseñanza-aprendizaje; b) un aprendizaje
fingido fundado más en las capacidades memorísticas que en el desa-
rrollo de habilidades cognitivas; c) un divorcio generacional provocado
por la perpetuación generacional sin cambios de contenidos y explica-
ciones; d) el monopolio institucional de la Universidad por parte de los
profesores; e) la desmotivación profesional fruto de una defectuosa y
errática política de incentivos; y f) el denominado síndrome del Levia-
tán, caracterizado por el ejercicio del poder universitario desde una óp-
tica continuista e inmovilista, dirigida a la consolidación de castas uni-
versitarias y a la promoción del estatus quo. Con la progresiva imple-
mentación del Espacio Europeo de Educación Superior, muchos profe-
sores vieron la oportunidad de corregir los defectos del antiguo método
de enseñanza del Derecho, de modo que se ofreciera una educación uni-
versitaria pensada para las necesidades del alumno universitario (San-
chís & Codes, 2005). En el año 2010 se produjo efectivamente la con-
vergencia de España al denominado Espacio Europeo de Educación Su-
perior, o, de un modo más sencillo, la instauración del Plan Bolonia en
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nuestra Universidad; tras años de experiencias piloto de innovación y
adaptación a los modelos europeos.
Más allá de las disfunciones encontradas en los planes de estudios, en
el aspecto más concreto de la docencia ordinaria, pueden detectarse sín-
tomas preocupantes de que se ha asistido a un proceso de adaptación de
Bolonia a la enseñanza tradicional, en lugar de lo contrario. Así, pueden
encontrase asignaturas que siguen siendo las mismas que antes del pro-
ceso de Bolonia, pero impartidas en menos tiempo; algunos profesores
siguen empleando los mismos métodos caducos y se resisten a cual-
quier iniciativa de cambio; los grupos docentes continúan teniendo un
número desmedido de alumnos en las carreras de Derecho; las aulas
siguen diseñadas en torno a la idea de lección magistral; el alumno con-
tinua más preocupado de aprobar que de aprender; y la configuración
competencial del aprendizaje parece más una cuestión formal, que efec-
tivamente curricular (Llebaría, 2009: 270-301).
En el otro fiel de la balanza, deben reconocerse los esfuerzos de muchos
profesores universitarios por la renovación del método pedagógico y la
reforma de los contenidos y objetivos de las asignaturas tradicionales.
No en vano, el profesor universitario sigue siendo la pieza clave de la
enseñanza universitaria y de no ser por la desmedida dedicación y vo-
cación del profesorado, el proceso de Bolonia sería hoy un tremendo
fracaso. Se ha asistido, en cierto sentido, a una transformación pedagó-
gica de la Universidad, pero los resultados no siempre son positivos: en
algunos casos, efectivamente, se han proyectado asignaturas proclives
a diseñar un modelo de aprendizaje más autónomo y responsable del
alumno (Casanova & Villó, 2017), basado en la idea de enseñar a apren-
der (seminarios, talleres de lectura, simulaciones procesales, etc).
En este sentido, la Universidad debe ofrecer una educación y unos con-
tenidos funcionales que capaciten para el ejercicio profesional, pero, en
ningún caso, acabar convertida en un centro de formación profesional
(Ollero, 2007: 65-67). Con resignación escribe Sánchez Cámara (2017:
117):
Hoy viven los universitarios una absurda carrera que no tiene más
meta que la acreditación y la promoción. Todo es frivolidad y prisa”.

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