«El barbero y Luis XIV». Un relato aporético sobre poder y biopolítica para su discusión en el aula

AutorCarlos De Domingo Soler
Páginas17-39
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CAPÍTULO 1
«EL BARBERO Y LUIS XIV».
UN RELATO APORÉTICO SOBRE PODER Y
BIOPOLÍTICA PARA SU DISCUSIÓN EN EL AULA
CARLOS DE DOMINGO SOLER
Universidad Hemisferios
1. INTRODUCCIÓN
La enseñanza de disciplinas de marcada orientación teórica, como es el
caso de «Filosofía del Derecho», «Filosofía Política» y «Teoría General
del Estado»1, se ha caracterizado tradicionalmente por la rigidez y el
formalismo de su diseño instruccional. Comúnmente respaldadas en
clases magistrales –como medio de aprendizaje sincrónico en contacto
con el docente–, lecturas individuales –como trabajo autónomo del
alumnado–, y controles de lectura y/o exámenes –como herramienta de
evaluación–, el estudio de estos saberes plantea cierta dependencia ha-
cia los paradigmas pedagógicos convencionales (Cicero, 2018, p. 93;
De Domingo Soler, 2020). A priori, no parece factible que sea en estas
asignaturas donde se puedan implementar nuevas metodologías y ten-
dencias educativas susceptibles de desplazar, siquiera mínimamente, la
primacía de los componentes teoréticos. Mientras otras materias jurídi-
cas han ido incorporando paulatinamente enfoques, estrategias y acti-
vidades fundamentadas en lo experiencial, en lo performativo y en el
desarrollo de destrezas y habilidades (casuística, simulacros, talleres de
oratoria, argumentación y teoría del caso, etc.), las disciplinas de las
que hablamos acostumbran a ofrecer escasa innovación instruccional.
1 Según disponen las vigentes mallas curriculares de las carreras de «Derecho» y «Ciencias
Políticas» de la casa de estudios en la que me desempeño como docente, las tres asignaturas
indicadas corresponden al primer semestre del primer curso.
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La problemática, habida cuenta de los actuales perfiles estudiantiles
globales (Rodríguez Espinar, 2015, p. 100), no es menor. Es casi uná-
nime el clamor del cuerpo docente de las esferas jurídica y filosófica:
más que redundar en aprendizajes dogmáticos, la labor formativa ha de
centrarse en la estimulación y el florecimiento libre, personal y creativo
de valores y aptitudes críticas, abiertas a la contemplación y a la com-
prensión de las realidades sociales y antropológicas. Paradójicamente,
las asignaturas iusfilosóficas, aquellas idóneas para guiarnos hacia la
«crítica reflexión de los problemas jurídicos actuales» (Solari, 2015, p.
383), perviven aún bajo metodologías convencionales –trasfigurando el
otrora humanismo de los clásicos educere, educare y ex ducere por la
planificación homogeneizadora del sculpere. Sus excesos referenciales
y dogmáticos, lejos de suscitar en los futuros juristas el necesario entu-
siasmo por el “descubrimiento” puramente filosófico, anquilosan sus
propias expresiones de pensamiento genuino.
Precisamente es en estas disciplinas donde debemos permitir que lo sor-
prendente haga acto de presencia en las aulas.2 ¿Cuáles, si no las mate-
rias filosóficas, podrían hallarse constantemente «en construcción» de
conocimientos y enfoques? ¿Qué otras asignaturas podrían asumir la
2 En el seno del diálogo entre el docente y sus alumnos, resulta extraordinariamente útil recurrir
a expresiones tales como “considero muy interesantes tus aportaciones”, “nunca lo había pen-
sado desde esa perspectiva” o “quiero felicitarte por la forma en que llegaste a esa conclusión”.
Estas no solo animan a la participación de los estudiantes –venciendo el clásico “temor al fallo”,
uno de los principales fundamentos de la pasividad del alumnado–, sino que instauran un con-
texto formativo plural y dialógico. Las expresiones arriba apuntadas deslizan la validación por
parte del docente de las intervenciones de los alumnos. Dichos aportes, aun errados en lo
sustantivo, configuran lo sorprendente –la irrupción de ideas y razonamientos potencialmente
irrepetibles, críticos, estimulantes y repletos de nuevas posibilidades–, lo cual no tiene que ser
estrictamente corregido –no digamos reprendido–, sino reconducido y acompañado. En este
sentido, la mayoría de mis estudiantes valoran positivamente que la metodología de las clases
se base en conversatorios y diálogos socráticos. No obstante, en honor a la verdad, he recibido
algunos comentarios reclamando clases magistrales con diapositivas y mayor carga teórica, lo
cual, paradójicamente, ha venido siendo denostado durante los últimos años por las nuevas
tendencias pedagógicas. En mi opinión, el fracaso formativo del docente universitario de hoy
se materializa cuando este olvida las sensaciones, necesidades e inquietudes que tuvo el día
de ayer, cuando era estudiante. Salvando las distancias, el resultado de restringir lo sorpren-
dente en la educación universitaria es por todos conocido, tal y como ilustra el videoclip de
«Another Brick in the Wall» de Pink Floyd (1979). En cambio, la apertura hacia lo sorprendente
invita a la autonomía, a la libertad y al desarrollo personal (véase Altarejos y Naval, 2011, p.
124 y ss.).

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