Caos, magia y Margaret Mead: hacia una etnografía crítica

AutorJock Young
Páginas161-180
161
CAPÍTULO VII
CAOS, MAGIA Y MARGARET MEAD:
HACIA UNA ETNOGRAFÍA CRÍTICA
«Mira f‌ijamente. Es la manera de educar el ojo y más. Mira f‌ijamente, curio-
sea, presta atención, escucha a hurtadillas. Muere sabiendo algo. No estás aquí
por mucho tiempo» (Walker Evans).
La modernidad tardía trae consigo un desligue entre la estructura so-
cial y el comportamiento, entre la difícil situación material y las soluciones
subculturales que crean los seres humanos para darle sentido a sus vidas y
hacerlas más fáciles. Es decir, las estructuras f‌ijas y rígidas del fordismo, la
estabilidad del trabajo, familia, comunidad y lugar, con todo su sentido de
arraigo y «naturalidad», se convierten más en cuestiones de azar o elección;
ya no son obvias y, en todo caso, son inciertas y se ven perturbadas. Las
narrativas están constantemente en un proceso de ser reescritas, a cada paso
de nuestra vida reescribimos y recreamos un hilo de continuidad con más
frecuencia cada vez y, a cambio, con mayor fragilidad y éxito variable. Y las
palabras, los conceptos sociales, que siempre se han confundido entre sí, se
hacen aún más confusos y líquidos en la modernidad tardía.
El matrimonio, por ejemplo, se distingue cada vez menos de la convi-
vencia y su duración media se reduce notablemente; el 40 por 100 de los
matrimonios acaban en divorcio en el Reino Unido, uno de cada dos en Es-
tados Unidos; la idea de los contratos matrimoniales de corta duración gana
popularidad, apoyo y credibilidad; se expande polémicamente para incluir a
parejas del mismo sexo y varía enormemente en su signif‌icado entre distintos
grupos étnicos y en diferentes lugares de la estructura de clases.
Nuestra experiencia y nuestras identidades más íntimas se transforman
y se cuestionan. En su brillante Telling Sexual Stories (1995), Ken Plummer
narra cómo su propia revelación de su identidad sexual en los años sesenta
fue expresada siguiendo la narrativa positivista acerca de la homosexualidad
encapsulada en la infame edición de Penguin del libro Homosexuality (1968)
del criminólogo de Cambridge Donald West, libro que arrojó a sus padres
a través de la habitación exclamando entre lágrimas: «¡Trata sobre mí!».
Jock Young
162
Cinco años más tarde apareció el Movimiento de Liberación Gay y la homo-
sexualidad se hizo «gay». Por primera vez en la historia de la humanidad,
todo un estilo de vida y una comunidad habían evolucionado alrededor del
homoeroticismo. Por supuesto que la atracción por alguien del mismo sexo
se había dado a lo largo de la historia, pero entonces se convirtió en una en-
tidad cultural, un estilo de vida de gran signif‌icado político y social. La gente
destapó su identidad gay, salió del armario, descubrió y celebró su nuevo yo.
De igual modo, Plummer examina el cambio en las ideas sobre la viola-
ción. Lo que en otro tiempo fue un tema de profunda vergüenza y un tema
a esconder entre las mujeres, una experiencia inmersa en la autoculpabiliza-
ción y la estigmatización, se transformó a través de la lente del movimiento
de las mujeres en un ejemplo obvio de poder patriarcal; las instituciones de
apoyo crecen a su alrededor, se descubre dentro del matrimonio, durante el
noviazgo, en el trabajo, se extiende a violaciones de hombres. Lo oculto se
hace público, se expande, se redef‌ine, se vuelve a contextualizar. Así que las
narrativas que rodean «al anuncio de la inclinación sexual» y «a las violacio-
nes», se transforman, pero Ken Plummer va más allá; observa cómo en la
modernidad tardía dichas narrativas no sólo varían, sino que también están
más fragmentadas, son refutadas y coexisten. Es decir, hay varias narrativas
posibles-plausibles que están disponibles en cualquier momento dado. Y,
por supuesto, en una sociedad saturada de medios de comunicación, se pue-
de observar que están a disposición de todos en el ámbito público en relatos
de hechos como las noticias o programas de tertulias, y, lo que es más impor-
tante, en fuentes de f‌icción, bien en la radio, en una comedia televisiva o en
una novela, bien en culebrones, películas o en alguna novela ganadora del
premio Booker. Nuestro mundo cambia, tanteamos aquí y allá para enten-
der nuestros sentimientos, para encontrar algún punto de orientación o una
narrativa con al menos un mínimo de consuelo. Tenemos, por así decirlo,
demasiado donde elegir. Aun así, ninguna de las posibilidades disponibles
tiene el peso de la absoluta certeza como en el pasado. Las narrativas, si lo
pref‌ieren, pierden su singularidad, su cohesión y su peso. Y permítanme ir
un poco más allá. Las narrativas no son sólo refutadas, sino que tampoco
son coherentes, no están bien formadas: son contradictorias e inconsistentes
no sólo entre ellas, sino también dentro de sí. Existe siempre un elemento de
caos en la modernidad tardía.
Tal y como hemos visto, nada de esto es bueno para los números, ¿pero
qué signif‌ica desde el punto de vista del método en general? Hemos visto los
fallos del método cuantitativo: su problema de representatividad, la existen-
cia de disfraz y engaño, el problema de la traducción: la forma en la que los
actores traducen tus preguntas y la forma en que tú traduces sus respuestas y
la negación de la relación con las personas estudiadas. La etnografía cumple
su promesa de resolver todos estos problemas en un instante: su franqueza
y su inmediatez buscan darle voz a lo que no la tiene e investigar el enga-

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR