Reflexiones finales. Del espíritu audacia, del corazón generosidad, de las leyes diversidad, y de las instituciones flexibilidad

AutorSan Miguel Pérez, Enrique
Páginas173-193
10. REFLEXIONES FINALES. DEL ESPÍRITU AUDACIA, DEL
CORAZÓN GENEROSIDAD, DE LAS LEYES DIVERSIDAD, Y DE
LAS INSTITUCIONES FLEXIBILIDAD
“This side of the truth,/ You may not see, my son./
King of your blue eyes/ In the blind country of youth,/
That all is undone,/ Under the unminding skies,/ Of
innocence and guilt/ Before you move to make/ One
gesture of the heart or head,/ Is gathered and spilt/ Into
the winding dark/ Like the dust of the dead”205.
Dylan Thomas creía, en efecto, que la verdad tenía dos ca-
ras cuando le dedicó a su primer hijo, al que llamó Llewelyn,
como Llewelyn ap Gruffyd, uno de sus más característicos poe-
mas: This side of the truth. Igual que todo juicio es contradic-
torio y las dos partes comparecen con las mismas armas proce-
sales y en igualdad de condiciones. El ejercicio de la abogacía
equivale, en efecto, a trabajar por la verdad desde un lado de
la verdad. Pero también hacerlo en un clima profesional genui-
205 THOMAS, D.: Collected poems 1934-1953. London. 1993, no me re-
sisto a reproducir lo que resta del poema, pp. 88-89:
“Good and bad, two ways/ Of moving about your death/ By the grinding
sea,/ King of your heart in the blind days,/ Blow away like breath,/ Go crying
through you and me/ And the souls of all men/ Into the innocent/ Dark, and the
guilty dark, and good/ Death, and bad death, and then/ In the last element/ Fly like
the stars’ blood,
Like the sun’s tears,/ Like the moon’s seed, rubbish/ And fire, the flying rant/
Of the sky, king of your six years./ And the wicked wish,/ Down the beginning of
plants/ And animals and birds,/ Water and light, the earth and sky,/ Is cast before
you move,/ And all your deeds and words,/ Each truth, each lie,/ Die in unjudging
love”.
ENRIQUE SAN MIGUEL PÉREZ
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namente “liberal”, como la propia profesión, en una atmósfe-
ra de imprescindible plena independencia. Algunos colegas y
contemporáneos del escritor de Swansea que, sin embargo, al
contrario que el poeta galés, estudiaron Derecho, como Car-
los Barral, reconocían que pudieron acceder a la lectura de
Marx en la biblioteca del Colegio de Abogados de Barcelona,
al mismo tiempo que manifestaban haber elegido estudiar De-
recho como consecuencia de su presunto carácter “descriptivo
y culturalmente inocuo”, en medio de una atmósfera cultural
fatalista y resignada, lo que facilitaba la asimilación acrítica de
contenidos y la ausencia de compromiso emocional o voca-
cional con unos estudios que dejaban intacta la capacidad del
amante de la literatura para reservar a su cultivo sus mejores
energías y sus ilusiones y proyectos de futuro:
“...En realidad, las capas de la sociedad urbana que
nutrían los estudios que la tradición seguía calificando de
superiores se habían degradado más que la institución mis-
ma. La mayoría de aquellos muchachos acudía a la Facultad
-a la de Derecho, en este caso- sin razones personales más
fuertes que las de obedecer un designio familiar, inspira-
do, unas veces, en la continuación de una tradición liberal
y, otras, probablemente las más, en la consolidación de un
cambio social fraguado en los rápidos negocios de la pos-
guerra. Los más de los bisoños alumnos de leyes o pensa-
ban seriamente en la abogacía o la jurisprudencia para un
futuro ya no muy lejano; no pensaban en nada...”206.
La abogacía se convirtió, también durante el autoritaris-
mo reciente, en un espacio de libertad y, sobre todo, de libre-
pensamiento. Y un convecino, condiscípulo en la Facultad de
206 BARRAL, C.: Años de Penitencia. Memorias I. Barcelona. 1994, p. 207,
y prosigue en las pp. 208-209: “...a los pocos meses de comenzado el curso en
1945, dejé casi radicalmente de frecuentar las aulas de Filosofía y Letras -...- y
acudí a las de derecho sólo a tenor de la estrategia del aprobado. Tras la primera
desilusión, asumí la carrera como la mayoría de la gente de mi condición, como
un período de particular vida social antes de sumergirme en las aguas de la indus-
tria familiar... En realidad, lo que me decidió a preferir el derecho a las letras fue el
carácter descriptivo y culturalmente inocuo de las disciplinas jurídicas... Ninguna
razón seria solicitaba mi paciencia”.

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