Ahí estaba la vida en su magnífica sencillez

AutorSan Miguel Pérez, Enrique
Páginas109-133
7. AHÍ ESTABA LA VIDA EN SU MAGNÍFICA SENCILLEZ
“...Escrito está: ‘Al principio era el Verbo’. ¡Aquí
me paro ya! ¿Quién me ayudará a seguir adelante? No
puedo hacer tan imposiblemente alto aprecio del Ver-
bo; tendré que traducirlo de otro modo, si el espíritu
me ilumina bien. Escrito está: ‘En el principio era la
mente’. Medita bien el primer renglón, de suerte que
tu pluma no se precipite. ¿Es, verdad, la mente la que
todo lo hace y crea? Debiera decir: ‘En el principio era
la fuerza’. Pero, no obstante, al escribirlo así algo me
advierte que no me quede en ello. ¡Viene en mi ayuda
el Espíritu!. De repente veo claro y osadamente escri-
bo: ‘En el principio era la acción”...”122.
Fausto ha decidido ser un hombre de acción. Son hom-
bres de acción, en efecto, dotados de esa misma mentalidad
ya proverbialmente fáustica que alumbra en la obra que inau-
gura la Era contemporánea, podían entender que la fuerza ya
no estaba en el principio. Ángelo Pardi, el joven aristócrata
carbonario piamontés que protagoniza El húsar en el tejado
de Jean Giono, perseguido en Provenza tanto por los agentes
de la policía secreta austriaca como por el mortífero cólera,
se sorprendía al llegar a Théus, en las estribaciones alpinas de
Francia, del hecho de que nadie tiene miedo123. En 1832, tras
el triunfo de la revolución de 1830 y la Carta constitucional, la
nueva atmósfera liberal impregnaba ya la vida cívica.
122 GOETHE, J. W. von: Fausto..., p. 38.
123 GIONO, J.: El húsar en el tejado. Barcelona. 1995, p. 418.
ENRIQUE SAN MIGUEL PÉREZ
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Víctor Hugo recordaba la importancia que la intervención
del duque de Angulema en España, en 1823, para poner fin
al abnegado Trienio Liberal, había revestido en la definitiva
maduración de la conciencia liberal en Francia124. El derecho
a participar en la vida pública como expresión de libertad po-
lítica, únicamente posible en la más que naciente democracia,
pero una democracia únicamente posible sobre bases y dentro
de instituciones históricamente producidas, la participación en
la formación de la voluntad política sobre la base del diálogo,
libre y sin limitaciones, la concepción de la libertad política
como posible únicamente si hace posible las restantes liber-
tades del ser humano, con la consiguiente ordenación de la
vida pública como una experiencia empírica que constituye la
base de la existencia y del progreso de los seres humanos, pero
nunca su meta final... Son estas convicciones las que delimitan
la atmósfera en donde el abogado se convierte en el héroe de
la literatura realista, en el marco de un Estado por antonomasia
del Derecho, el siglo en el que el propio Estado “de Derecho”
emerge como solución política, como un modelo de organi-
zación del conjunto de las relaciones humanas que habrá de
deparar el marco imprescindible para el desarrollo de los de-
rechos, las libertades y las oportunidades, y con respeto a los
principios de igualdad, mérito y capacidad.
124 HUGO, V.: Los Miserables. Barcelona. 1998, pp. 326-327: “...esta gue-
rra, que lastimaba en Francia el espíritu militar, indignaba el espíritu democrático.
Era una empresa de esclavizamiento. En esta campaña, el objeto del soldado fran-
cés, hijo de la democracia, era la conquista de un yugo para otro pueblo; repug-
nante contrasentido. El destino de Francia es despertar el espíritu de los pueblos,
no sofocarlo. Desde 1792, todas las revoluciones de Europa son la Revolución
francesa; la libertad irradia desde Francia...
La guerra de 1823, atentado contra la generosa nación española, era, pues,
al mismo tiempo, un atentado a la Revolución francesa. Era Francia la que cometía
esta monstruosa agresión; por fuerza...
En cuanto a los Borbones, la guerra de 1823 fue fatal para ellos. La tomaron
por un triunfo. No vieron el peligro que hay en hacer matar una idea por medio
de una consigna... El espíritu de asechanza entró en su política. 1830 germinó en
1823. La campaña de España vino a ser en sus consejos un argumento para los
golpes de fuerza y las aventuras del derecho divino. Restableciendo Francia el rey
absoluto en España, podía muy bien restablecer el rey absoluto en su misma casa.
Cayeron en el terrible error de considerar la obediencia del soldado como el con-
sentimiento de la nación. Esta confianza pierde a los tronos...”.

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