Sobre los presupuestos filosóficos de las pruebas neurocientíficas (A propósito de «Proceso y neurociencia. Aspectos generales», de M. Taruffo)

AutorDaniel González Lagier
Cargo del AutorUniversidad de Alicante
Páginas385-412
SOBRE LOS PRESUPUESTOS FILOSÓFICOS
DE LAS PRUEBAS NEUROCIENTÍFICAS
(A propósito de «Proceso y neurociencia.
Aspectos generales», de M. Taruffo)
Daniel GONZÁLEZ LAGIER *
Como el entomólogo a la caza de mariposas de vistosos matices, mi
atención perseguía, en el vergel de la sustancia gris, células de formas delica-
das y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién
sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental.
Santiago RAMÓN Y CAJAL, Recuerdos de mi vida
1. LA NATURALIZACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD
La f‌ilosofía en torno a la responsabilidad, la f‌ilosofía práctica, está expe-
rimentando un proceso de «naturalización», que es una consecuencia o ma-
nifestación de lo que se ha llamado «la naturalización de la mente» o «natu-
ralización de la intencionalidad» y, en última instancia, de una tendencia a
la naturalización de la f‌ilosofía 1 en general. No hay un claro acuerdo acerca
de qué entender por «naturalización» de la f‌ilosofía, pero se podría coincidir
en que implica la reconstrucción de la f‌ilosofía a partir de conceptos admitidos
* Universidad de Alicante.
1 Para un análisis de este fenómeno puede verse GRIMALDOS y PACHO (eds.), 2005.
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o, al menos, admisibles por las ciencias empíricas (frecuentemente identif‌ica-
das, en un sentido estricto de «ciencia», con la física y la química) 2. Esta es
una caracterización amplia (y mínima) que incluye tanto a las posturas más
cientif‌istas, que pretenden la reducción de la f‌ilosofía (o alguna parte de la
misma) a alguna ciencia empírica (como propuso QUINE a propósito de la
epistemología, a la que consideraba psicología cognitiva) 3 como las posturas
menos radicales que entienden que hay cierto continuo entre f‌ilosofía y cien-
cia, aunque ambas puedan tener dominios distinguibles.
La naturalización de la mente es, por consiguiente, el intento de reconstruir
los conceptos mentales —como creencia, decisión, intención, deseos, emo-
ciones, dolor, etc.— de manera que puedan ser aceptados por las ciencias de
la naturaleza. Es una tarea de inspiración claramente materialista y antimeta-
física, pero no es ni mucho menos una tarea fácil. Los estados mentales tienen
ciertos rasgos (en lo que sigue me referiré a ellos como «las propiedades de lo
mental») que parecen encajar mal en lo que las ciencias empíricas nos dicen
del mundo: en primer lugar, nuestros estados mentales nos son accesibles a
nosotros mismos, por introspección, de una manera directa, al margen de la
evidencia empírica y de inferencias a partir de ella (es el rasgo de la concien-
cia). En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, hay cierta diferencia
cualitativa en cómo emergen a mi conciencia los dolores, deseos o preocupa-
ciones, o en la manera en que experimentamos escuchar un concierto de Bach
o el sabor de un trozo de chocolate. Puede decirse, entonces, que estos estados
mentales se corresponden con diferentes sensaciones internas 4, que los f‌ilóso-
fos —en analogía con el término quanto usado en física— llaman qualia. En
tercer lugar, muchos estados mentales (las creencias, las intenciones...) poseen
un contenido, un signif‌icado, versan sobre otros hechos (es el rasgo de la «in-
tencionalidad» o «contenido mental»). En cuarto lugar, los estados mentales se
relacionan con nuestra conducta externa, pareciendo tener ef‌icacia causal sobre
ella (es el fenómeno de la causación mental) 5. Conciencia, carácter cualitativo,
intencionalidad y ef‌icacia causal son cuatro características de la mente que no
es evidente que puedan explicarse por referencia exclusiva a procesos físico-
químicos y leyes empíricas. Supongamos que la mente se identif‌ica con el ce-
rebro y que los estados mentales son conexiones eléctricas, físicas o químicas
entre neuronas: ¿cómo es posible que algo material, físico, nos resulte accesi-
ble sin observación externa y posea un contenido semántico? 6. Y si la mente
no forma parte del mundo físico, ¿cómo puede interactuar causalmente con él?
2 MOYA, 2005: 59.
3 QUINE, 2002. Este artículo puede verse como uno de los impulsos más importantes de la natura-
lización de la mente desde el lado de la f‌ilosofía.
4 NAGEL, 2000.
5 Una explicación más detallada de estos rasgos puede verse en MOYA, 2006: cap. I.
6 Una presentación de una estrategia para la naturalización de la intencionalidad puede verse en
MOYA, 1994.

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