Significado y misión del museo de antigüedades y de curiosidades constitucionales
Autor | Pablo Lucas Verdú |
Páginas | 13-22 |
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Las antigüedades recuerdan que los tiempos pasados, en cierta medida, tienen significado para los posteriores. Por su parte, las curiosidades implican algo raro que suscita atención y, por su interés, conviene conservar.
Es sabido que el origen de la filosofía se debe a la inclinación humana al asombro2. Esta admiración suscitó en los hombres la curiosidad por saber las causas que produjeron la lluvia, el calor, el frío, etc., y sus correspondientes efectos. Con el tiempo la Humanidad primigenia comenzó a preocuparse por los medios para defenderse de estos y otros fenómenos y de sus consecuencias y, al mismo tiempo, le llevó a plantearse el porqué, las causas que los producen. A su vez, las creencias sobre la vida humana y la muerte suscitaron el sentimiento y los ritos religiosos. Podemos imaginar que ese asombro de la Humanidad primigenia fue una mezcla de temores, supersticiones y prácticas para conjurar el miedo.
Corresponde a la Antropología el estudio de los hombres primitivos, de sus utensilios, de sus costumbres, de sus formas de vida, etc. Mencionemos a TAYLOR3, uno de los iniciadores del estudio sistemático del hombre primitivo y
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de su cultura. Ahora bien, lo que interesa aquí es el estudio de los documentos, monumentos y textos constitucionales, medallas, datos biográficos, etc.
En el prólogo me planteaba esta cuestión. No obstante conviene insistir. Ante todo para compensar la general falta de cultura política y constitucional en algunos países occidentales, aunque hay excepciones.
Los conocimientos de los estudiantes que acceden a la Universidad sobre Historia y Humanidades son escasos. No sólo en los que eligen Facultades experimentales. También en los que se matriculan en la Facultad de Derecho. Por eso, el Museo que preconizo podría cubrir tales carencias. Mejor aún, serviría para complementar y completar su cultura. La contemplación de grabados, esculturas, edificios, textos, emblemas, etc., contribuye a perfeccionar de modo sensible lo aprendido en los manuales y tratados y a situar, en su época, a los autores citados en las clases de la licenciatura4.
Todo museo o exposición reúne objetos, textos y recuerdos que para los escasos de sensibilidad son simples cosas carentes de vida que poco les dicen. Eso se debe a que ignoran que evocar ciertas vivencias del pasado de un pueblo y su cultura es valorar el patrimonio de la Humanidad.
Cualquier persona dotada de un mínimo grado de sensibilidad puede quedar impresionada ante la contemplación de un cuadro de un pintor famoso, ante una estatua de un escultor griego, ante un original de un poeta o novelista universal. De modo similar un ciudadano dotado de esas cualidades, aunque no sea especialista, puede sentir curiosidad o, acaso, verse impresionado ante un texto constitucional o ante un objeto que tenga alguna relación con él. Existe, pues, un sentimiento, como señaló Pellegrino Rossi, que consiste en la adhesión emocional de la ciudadanía a sus instituciones.
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En la contemplación de imágenes, símbolos, cuadros, textos, retratos de personajes ilustres de la historia nacional y universal se produce, de algún modo, una compenetración entre la persona que los contempla o lee, una cierta complicidad que enaltece la sensibilidad política. Esta conexión es un primer paso que facilita la interpretación de tales objetos. Estamos ante lo que la reciente teoría de la interpretación denomina círculo hermenéutico5.
Los museos y exposiciones no son acumulaciones arbitrarias de objetos. Su propósito consiste en captar en ellos su mensaje cultural y vital no sólo respecto a su tiempo, también para el presente y la posteridad. Además, su misión educadora es manifiesta. Expresan el orgullo respetable, admirable, de los países que los establecen y exhiben como aportación memorable para la Humanidad6.
La función de estos Museos no se agotaría en la satisfacción de una mera curiosidad, ni en facilitar el estudio sosegado de los especialistas del Derecho acerca de las vicisitudes de los textos constitucionales clásicos que están allí como recuerdos del pasado y sobre su vigencia o infiujo en el presente que les hace memorables. También se extiende a los valores que les informan con ejemplaridad de manera que, con su conservación y exposición, proyectan su ejemplo a las generaciones futuras. De ahí la importancia de reunirlos y exhibirlos.
Su dimensión valorativa es clara. Ante todo, manifiesta el reconocimiento de la dignidad humana, fundamento de todos los derechos que le corresponden e indisociable del espíritu constitucional.
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Es una empresa colosal de índole ética y cultural que ha atravesado y atraviesa todavía hoy momentos graves de luchas, de sacrificios frente a la omnipotencia estatal y a los abusos de las clases privilegiadas. No es menester recordar el totalitarismo, las dictaduras pasadas y presentes y la situación calamitosa de diversos países en Sudamérica, África y Asia.
La lucha por el Estado de Derecho y por los derechos humanos no ha acabado todavía. Es una paradoja que pese a la abundancia de textos universales y comunitarios en Europa aún no se respeten satisfactoriamente.
Así, pues, la función de estos Museos al recoger y exhibir textos, efemérides y recuerdos que expresan los logros hasta ahora conseguidos es, sin duda, loable.
La admiración y curiosidad por las antigüedades constitucionales son antiguas.
La Constitución británica suscitó gran admiración en Europa desde el siglo XVIII cuando los países continentales no estaban en Constitución sino que se regían por leyes...
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