Conclusiones

AutorSebastián Linares
Páginas303-306
CONCLUSIONES
No me gustan las conclusiones, porque dan la impresión de que lo que se
diga allí son verdades def‌initivas, verdades que no pueden volver a ser contro-
vertidas. Las conclusiones son algo así como la «última palabra» sobre un
tema. En esta obra, sin embargo, he dado razones para descreer que la última
palabra sobre cuestiones controvertidas que nos afectan a todos pueda estar en
manos de un reducido grupo de personas que no son elegidos por la ciudadanía.
Y esta misma idea, por lo tanto, se aplica a los cierres f‌inales de este trabajo. De
manera que este capítulo recibe el nombre de conclusiones sólo por razones
formales. Antes que eso, preferiría que el lector las considere como una invita-
ción al razonamiento y al diálogo, como una provocación para que sigamos
discutiendo en los foros académicos o políticos.
No aspiro a resumir todo el contenido del trabajo en unas pocas páginas.
Sin embargo, con la sola pretensión de facilitar que el lector pueda recuperar
sus propias conclusiones, sintetizaré algunos puntos centrales.
La tesis cuestiona la legitimidad democrática del control judicial de las le-
yes en el marco de una constitución rígida. El principal argumento en contra de
esta institución está af‌incado en el hecho del pluralismo y los desacuerdos, esto
es, en la circunstancia de que vivimos en sociedades donde las personas def‌ien-
den distintas concepciones del bien, la justicia y el derecho. Ello plantea la
cuestión de la legitimidad de las decisiones políticas. Dijimos que había dos
posiciones conf‌lictivas sobre la legitimidad: el procedimentalismo y el sustan-
tivismo. Siguiendo la obra de José Luis MARTÍ, he argumentado que no es po-
sible escapar a las tensiones entre el procedimiento y la sustancia, debido a que
ambas consideraciones se presuponen mutuamente, y que lo mejor que pode-
mos hacer es aceptar una concepción mixta de la legitimidad política. Esto, por
supuesto, no resuelve las tensiones entre procedimiento y sustancia, pero nos
obliga a elegir entre dos visiones moderadas: el procedimentalismo débil, que

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