Capítulo 8. Muerte encefálica, ventiladores y trasplantes: ejemplaridad de la comunidad científica, propaganda vs desinterés, el debate bioético (Jonas-Singer)

AutorJosé Antúnez Cid
Cargo del AutorFacultad de filosofía. UESD. Madrid
Páginas116-133
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CAPÍTULO 8
MUERTE ENCEFÁLICA, VENTILADORES Y
TRASPLANTES: EJEMPLARIDAD DE LA COMUNIDAD
CIENTÍFICA, PROPAGANDA VS DESINTERÉS,
EL DEBATE BIOÉTICO (JONAS-SINGER)
JOSÉ ANTÚNEZ CID
Facultad de f‌ilosofía. UESD. Madrid
1. INTRODUCCIÓN
“Pero, ¿estoy ya realmente muerto? ¿Me pueden desconectar la respira-
ción mecánica? ¿Y mis órganos?, ¿cuándo me los extraen de verdad?,
¿esperan? ¿No será una eutanasia encubierta e interesada? Total, para lo
que me queda… ¡qué más da!, al menos que sirvan a alguien”. Quizás
en estos, quizás en otros términos, estas preguntas forman parte de nues-
tra sociedad y no sólo de películas de ciencia ficción o terror.
Cuando algunos perciben la protocolización y el economicismo como
dos importantes desafíos de la medicina y la sociedad, la lucha contra la
polio que propició el desarrollo de la ventilación mecánica en el siglo
XX tan relevante en nuestra lucha con la COVID-19 en su fase más
aguda— nos abre consideraciones esperanzadoras para esbozar alguna
respuesta y revitalizar nuestra fe en la humanidad. Es una historia mar-
cada por una racionalidad positivo-inductiva que afronta la realidad mé-
dica desde ella misma en una lucha por la humanidad en juego en cada
paciente. Se buscaron principios capaces de iluminar éticamente y se
descubrió la muerte encefálica como criterio de certificación de muerte
que junto a posibilitar ‘saber’ si alguien conectado a un ventilador ya no
seguía realmente vivo, abre posibilidades a los trasplantes en condicio-
nes para los órganos más idóneas. Curiosamente las ideologías no tuvie-
ron protagonismo, sólo aparecen en fases tardías del debate cuando la
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justificación ética se hizo problemática para la opinión pública por la
propaganda, no exenta de amarillismo, en los medios de masas.
En la pandemia de la COVID-19 quedó al descubierto, incluso en las
sociedades más avanzadas, que contamos con ‘recursos limitados’ para
atender a todos y que hay situaciones en que medios ordinarios como
los ventiladores— devienen extraordinarios. En esta situación recobran
protagonismo cuestiones éticas motivadas por el interés en salvar vidas.
Por un lado, la necesidad de los ventiladores para otros pacientes exige
saber cuándo es ético retirarlo a otra persona en situación irreversible o
si, al menos en algún caso, es posible saber si ya está muerta sin entrar
al tupido debate de la eutanasia, que las actuales regulaciones legales y
sus cambios vuelven tan actual, y sin dejar que la gestión económica
tome el control de la decisión, aunque debamos tenerla en considera-
ción. Por otro lado, la respiración asistida permite mantener los órga-
nos en buen estado para un trasplante, ¿cómo saber si puedo éticamente
hacerlo sin encarnizamiento terapéutico y sin que el fin justifique los
medios? ¿Cómo hacerlo sin que la decisión obedezca a un posible nego-
cio o quede oscurecida por un cruce de intereses inconmensurables, ele-
gir entre vidas? Restringiendo el campo de mi investigación, ¿tenemos
algún criterio que nos permita actuar en un sentido u otro de modo ético
porque nos permita saber que ya no nos encontramos ante una persona
viva?, para saber cuándo estoy muerto aunque mi cuerpo respire y mi
corazón lata con una vida ‘aparente’.
Se trata del criterio médico de certificación de muerte neuronal, la lla-
mada ‘muerte encefálica’8. Esto es, su corazón late pero la persona está
muerta, solo hay vida en apariencia. “Esta situación de cadáveres con
circulación, que puede parecer paradójica, se denomina estado de
muerte encefálica” (Lázaro, 2021, p. 18). Por tanto se podría o incluso
se debería desconectar el ventilador o, cuando sea el caso, lo contrario:
se podría mantener el ‘cadáver’ latiendo, a modo de ‘vivero’, para faci-
litar el ‘explante’ de órganos en las mejores condiciones para su
8 “La determinación neurológica de la muerte es la nueva ventana capaz de detectar el falleci-
miento cuando la intervención artificial ha anulado la ventana del criterio cardiaco” (Lázaro,
2021 p.19)

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