¿Hasta qué punto son democráticas las nuevas tecnologías de telecomunicación?

AutorBenjamin R. Barber
Páginas17-32
© Editorial UOC 17 ¿Hasta qué punto son democráticas las nuevas...
¿Hasta qué punto son democráticas las nuevas tecnologías
de telecomunicación?*
Benjamin R. Barber**
Ha habido poca interacción útil entre la teoría democrática, los técnicos que
desarrollan las tecnologías de la información y la comunicación y los usuarios.
De hecho, existen dos conversaciones simultáneas. Una conversación trata sobre
la democracia en general y se aplica erróneamente a la tecnología por parte de
personas que no comprenden la tecnología. La segunda conversación transcurre
entre personas que comprenden la tecnología muy bien, pero que luego tratan
de generalizar sobre la democracia de forma muy desacertada. El resultado es que
estas conversaciones no se cruzan. Lo que me gustaría realizar en este artículo es
tratar de aunar las dos conversaciones. Sé un poco sobre democracia y algo sobre
tecnología. Así que espero poder desempeñar un papel útil.
Déjenme empezar con algunas advertencias que causan preocupación y
reservas en cuanto a la tecnología en general. Resultarán familiares para muchos
lectores, pero son muy importantes, ya que constituyen el trasfondo del funcio-
namiento de la tecnología. Hay una vieja advertencia: Caveat emptor. “Tened cui-
dado. Que el comprador esté avisado: no compres hasta que hayas visto esto.”
A continuación vamos y compramos, olvidándolo todo sobre las advertencias.
Así pues, recordemos algunas advertencias básicas sobre tecnología.
La advertencia básica, que pienso que todos consideramos verdadera, es que
la tecnología es siempre una herramienta, un instrumento, algo que utilizamos
* Edición del texto a cargo de la profesora Rosa Borge de los Estudios de Derecho y Ciencia Política
de la UOC.
** Reproducción del artículo publicado en IDP. Revista de Internet, Derecho y Política, núm. 3 (2006)
© Editorial UOC 18 Internet, Derecho y Política
para algo más. No tiene un fin inherente. No tiene telos; no tiene teleología.
Puede usarse de muchas, muchas maneras diferentes. La pólvora ha sido un ins-
trumento de guerra y un instrumento de construcción, como en la edificación de
diques y ciudades. Se puede usar de ambos modos. La pólvora no tiene telosinhe-
rente. La nueva tecnología no tiene telos inherente; no es democrática, no es anti-
democrática. Es simplemente otra herramienta. Ésa es la primera advertencia.
La segunda advertencia es que como la tecnología es una herramienta, tiende
a reflejar y a representar fielmente la sociedad en la que está presente. Es más un
reflejo de la sociedad que un determinante. A menudo hablamos sobre la nueva
era digital, la nueva era de la información tecnológica, como si fuese a cambiar
el mundo. “Ahora vivimos en una nueva era tecnológica; la tecnología cambia
el mundo.” Quiero sugerir que eso no es así; que la nueva tecnología tenderá a
reflejar la sociedad que la produce. Esto significa que la tecnología no será la
panacea, una solución mágica, una respuesta mágica a todos nuestros problemas.
“Anteriormente, la democracia no funcionó. Ahora, tenemos la tecnología e
Internet. Ahora la democracia funcionará.” Pero los valores que no podemos pro-
ducir sin tecnología –democracia, tolerancia, libertad–, no los produciremos con
tecnología. La tecnología no producirá esas virtudes, esos bienes sociales, esos
bienes cívicos públicos que debemos crear mediante nuestras instituciones.
De hecho, como hemos visto, a pesar de las muchas capacidades de la nueva
tecnología y a pesar de su arquitectura, que analizaré más tarde en este artícu-
lo, la nueva tecnología refleja básicamente la cultura actual, lo cual significa
que es una cultura comercial. Sobre todo, Internet es un centro comercial elec-
trónico para comprar y vender. Desde los inicios de Internet, aproximadamen-
te una tercera parte de todas las búsquedas están relacionadas con la pornogra-
fía. Si bien esto no debería causar sorpresa, tampoco sugiere que la tecnología
vaya a cambiar nada desde el mundo antiguo hasta la actualidad. Así que cuan-
do pensamos que esta nueva tecnología puede crear una nueva democracia, es
más probable que refleje, reproduzca y potencie la cultura comercial que ya
poseemos. Cuando entramos en la web, vemos los anuncios emergentes y la
publicidad desplegable y los millones de páginas en donde se venden produc-
tos. Y tanto si hablamos de Amazon, Barnes & Noble, o páginas de subastas,
estamos hablando sobre una tecnología que se aplica al primer interés de nues-
tra era, que es el consumismo. Así pues, no debe sorprendernos que para el

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