Prólogo
Autor | Juan Sánchez-Calero |
Cargo del Autor | Catedrático de Derecho Mercantil - Universidad Complutense |
Páginas | 13-15 |
13
PRÓLOGO
1. En ocasiones precedentes he expresado mi admiración por el buen uso
que los penalistas saben hacer de la geometría a la hora de explicar su disciplina.
Recurriendo a esa figura tantas veces citada de los círculos secantes para ilustrar
las zonas de encuentro o coincidencia entre dos tipos delictivos, debo indicar
que este prólogo se sitúa también en una de esas zonas secantes o colindantes
que tanto abundan en un ordenamiento y que, desde luego, proliferan en el
encuentro entre la actividad mercantil y su regulación y la respuesta penal. Esa
circunstancia mercantil que depara el estudio de los mercados financieros y la
relación personal con el autor son el único bagaje que justifica mi presencia
como prologuista, que asumo con la correspondiente satisfacción, pues pocas
cosas hay más gratas en la vida académica y editorial que acompañar desde las
páginas iniciales la culminación del esfuerzo de su autor y realizar algunas ma-
nifestaciones sobre el contenido de la obra que el lector tiene en sus manos.
2. El estudio del profesor Carlos Gómez-Jara evidencia desde su mismo
título la sobrada justificación de su oportunidad. Lo que nos plantea es si la
protección penal de los intereses que confluyen en los mercados financieros es
adecuada. Una pregunta que vincula con una situación con la que nos hemos
acostumbrado a convivir desde hace años, pero cuya permanencia no debe
llevar a perder la perspectiva sobre su significado y gravedad. Desde el año
2007 vivimos en una situación de crisis que suele calificarse como económi-
ca, internacional o financiera. Probablemente, esas calificaciones se hayan ido
adaptando a las distintas fases del proceso y a sus manifestaciones. Los mer-
cados financieros han acogido sucesivos escándalos y convulsión. Esto sucede
tanto desde la perspectiva internacional como desde la doméstica. Vivimos
episodios de dificultades sistémicas, de colapsos más o menos extendidos de
entidades financieras y, por supuesto, de grupos amplios de ciudadanos que
han padecido de forma directa daños patrimoniales relevantes vinculados con
el mal funcionamiento de algunos de esos mercados. De esos episodios el pro-
pio mercado financiero ha sido una de las principales víctimas. Es un merca-
do en el que la contratación reposa en la vigencia de lo que algunos llaman
intangibles y otros consideran principios esenciales: la confianza. El mercado
financiero sufre una crisis de confianza y la recuperación de ésta pasa por el
restablecimiento de la certeza en cuantos participan en el mercado acerca de la
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