Prólogo

AutorEsteban Mestre Delgado
Páginas19-25
Prólogo 19
Prólogo
Esteban Mestre Delgado
Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Alcalá
Abogado
Presidente de la Sección Cuarta, de lo Penal,
de la Comisión General de Codif‌icación
I
Concibo la Abogacía como una profesión que debe ejercerse con
vocación, con honestidad, con pasión y con compromiso. Lo aprendí de
mis mayores (especialmente del artesanal, humilde y aplicado ejercicio
forense de mi padre), y lo constato cotidianamente con el ejemplo diario
de muchos compañeros que se esfuerzan en formarse (con lecturas, cur-
sos, y hasta petición de consejos a los más experimentados) para elabo-
rar los mejores argumentos para la defensa de sus casos; que sacrif‌ican
horas de sueño para terminar de preparar una vista señalada para el día
siguiente; que renuncian a días de sus vacaciones para visitar en agosto
a sus defendidos presos; que viajan a los lugares más imprevisibles para
intervenir en la toma de declaraciones por exhorto; que dedican tiempo
y esfuerzo persiguiendo la brillantez formal en sus escritos o discursos
forenses; que aconsejan sinceramente a sus clientes respecto de la con-
veniencia, o no, de interponer acciones judiciales; que les asisten y con-
fortan, a ellos o sus familiares, cuando llegan momentos de depresión o
disgusto; o que, entre tantos otros ejemplos, respetan la situación de ne-
cesidad, desesperación o angustia con que en muchas ocasiones llegan
los afectados al despacho profesional del Abogado, y no abusan de ella.
No entiendo que pueda ser de otro modo porque la Abogacía no
es una profesión que se reduzca a una relación bilateral o entre par-
tes. Muy al contrario (y así lo dice el artículo primero de su Estatuto
General, aprobado por Real Decreto 658/2001, de 22 de junio), también
«presta un servicio a la sociedad en interés público». De este modo,
aunque su ejercicio es –y ahí radica otra de sus grandezas– «libre e inde-
pendiente», resulta siempre trascendente, pues la actividad que presta
el Abogado tiene muchos destinatarios: en primer término, desde luego,
el cliente, que, ante problemas que le afectan profundamente (pues las

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