Capítulo IV. El trienio liberal

AutorManuela Fernández Rodríguez
Páginas65-88
CAPÍTULO IV.
EL TRIENIO LIBERAL
1. EL TRIUNFO DEL PRONUNCIAMIENTO DE CABEZAS DE SAN JUAN
Por Real Decreto de 9 de mayo de 1819, Fernando VII ordenaba la creación de
un cuerpo del ejército formado por más de 21.000 efectivos para dirigirse a territorio
americano. Aunque no se llegó a reunir tal cifra, un buen número de tropas se concen-
traron en las cercanías de Cádiz para preparar la expedición. A  nales de año, el país se
hallaba sumido en una profunda crisis, consecuencia de la penosa situación económica,
hacendística y política, a lo que se sumó la lentitud de los preparativos de la expedición,
la elevada concentración de militares, el escaso deseo de estos de embarcarse en una
misión compleja y lejana y la labor de propaganda del movimiento liberal. Todo ello
fue el caldo de cultivo en el que se plani có un pronunciamiento en el que las logias
masónicas tuvieron una participación destacada179.
La noche del 27 al 28 de diciembre de 1819 se reunieron en Cabezas de San Juan,
en la provincia de Sevilla, los líderes liberales Mendizábal y Alcalá Galiano. Allí se
confeccionó el plan para el levantamiento de las tropas que debían embarcar hacia
América que, según se estableció, se produciría en tres movimientos de tropas distintos,
dirigidos respectivamente por los jefes militares Riego, Quiroga y López Baños.
El 1 de enero de 1820, el coronel Riego, frente a su columna en formación, emitió
un bando revolucionario:
179 Ejemplos son la denominada Soberano Capítulo que celebraba sus reuniones en el domicilio de
Francisco Javier de Istúriz, o el Taller Sublime que se encargó de formar el plan para el levantamiento.
Un reciente estudio específico sobre la masonería en el período es el SUÁREZ BILBAO, F., Crisis social,
política y territorial en el reinado de Fernando VII: Masonería acción y reacción. Madrid, 2023. También
sobre la masonería en el siglo XIX pueden verse los trabajos de Javier Alvarado Planas como Masones en
la nobleza de España y Monarcas, masones y otros príncipes de la Acacia. Madrid, 2017.
MANUELA FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
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Ante las órdenes de un rey ingrato que as xiaba a su pueblo con onerosos
impuestos e intentaba, además, llevar a miles de jóvenes a una guerra estéril,
sumiendo en la miseria y en el luto a sus familias. Ante esta situación he resuelto
negar obediencia a esa inicua orden y declarar la constitución de 1812 como
válida para salvar la Patria y para apaciguar a nuestros hermanos de América y
hacer felices a nuestros compatriotas. ¡Viva la Constitución!”180.
En Cabezas de San Juan, Riego sustituyó a los regidores de la localidad por alcaldes
constitucionales y continuó su marcha a Arcos de la Frontera, en la provincia de Cádiz.
Quiroga, por su parte, inició su acción con un día de retraso, el 2 de enero de 1820,
en la localidad de Alcalá de los Gazules. Cinco días después escribía a Fernando VII
indicándole que la motivación del pronunciamiento era restablecer la Constitución
gaditana. En la carta se recogían las ya célebres palabras:
“[…] Las luces de la Europa no permiten ya, Señor, que las naciones sean
gobernadas como posesiones absolutas de los reyes. Los pueblos exigen
instituciones diferentes […]”181.
Tras un intento fracasado de tomar la ciudad de Cádiz, Quiroga permaneció con
sus tropas en la Isla de León lo que hizo que Riego acudiera en su ayuda, recorriendo
durante un mes y medio Andalucía y Extremadura proclamando en todos los lugares
la vigencia de Constitución.
La incertidumbre inicial respecto al triunfo del pronunciamiento hizo pensar
durante largo tiempo que fracasaría. Sin embargo, las promesas de tierra y dinero a
la tropa y los grupos liberales de distintas regiones, que se vieron impulsados por la
aparición de las sociedades patrióticas –la primera hizo su aparición en La Coruña– y
sus reuniones públicas, fueron secundándolo. Ayudó a su extensión la poca e cacia de
la acción represiva del gobierno haciendo que la insurrección ganara tracción política
de forma lenta pero constante, lo que se ha dado en denominar el pronunciamiento
negativo. El movimiento se extendió por Galicia, salvo en las ciudades de Santiago y
Orense, donde se formó una resistencia absolutista que impidió la propagación del
movimiento liberal. Oviedo y Murcia apoyaron el pronunciamiento en febrero, y
Zaragoza, Barcelona y Pamplona se sumaron a él en marzo182.
180 MARTÍN OVIEDO, El Consejo de Estado durante el régimen constitucional (1808-1812), p. 115.
Al parecer, pudo existir un texto anterior, quizá elaborado por Alcalá Galiano, que no incluía la mención
a la Constitución de Cádiz, algo que Riego habría incorporado por su propia iniciativa, cambiando
decisivamente la orientación del pronunciamiento, limitando el contenido anti-fernandino al acatamiento
de la carta magna.
181 ARTOLA, La España de Fernando VII, p. 510.
182 Sobre el movimiento de 1820 en Cataluña, ver FONTANA I LAZARO, J., La revolució de 1820 en
Catalunya. Barcelona, 1961. Sobre la aparición y la labor de las sociedades patrióticas son imprescindibles
las publicaciones de Gil Novales, entre ellas, Las sociedades patrióticas. Madrid, 1975.

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