La transparencia y la regeneración de las webs oficiales de los partidos políticos en españa
Autor | Gema Sánchez-Medero |
Páginas | 412-434 |
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Cuando se pregunta a las personas sobre su interés por la política y los partidos políticos, la respuesta mayoritaria suele ser descorazonadora, dado que normalmente los ciudadanos muestran una opinión negativa sobre ambos aspectos y sobre la reputación de los políticos. Son muchos los estudios e instituciones que vienen evidenciando esta sensación contra la política y los partidos, tal es así que, por ejemplo, en el último Barómetro del CIS la corrupción es el segundo motivo de preocupación de los españoles, y los partidos alcanzan asimismo una destacada tercera posición en el ranking*, mientras que en el Índice de Percepción de la Corrupción de 2015 publicado por Transparencia Internacional, España es el segundo país del mundo que más ha empeorado en su valoración relativa sobre la corrupción. Esto, indudablemente, está conduciendo a un alejamiento de la ciudadanía por la falta de credibilidad, desconfianza e indignación, produciéndose un divorcio
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entre la política, los partidos políticos y la sociedad (Nye, Zelikov y King, 1991).
No obstante, este no es un fenómeno propio de España, si no que parece ser la pauta común en la mayoría de los países democráticos desarrollados. Los partidos políticos están pasando a ser considerados como un mal necesario para el funcionamiento del sistema democrático, organizaciones consideradas imprescindibles, pero de las que la ciudadanía se siente progresivamente desvinculada a medida que las formaciones partidistas se han ido alejado de la sociedad para casi integrarse en el Estado, como uno más de sus elementos (Dalton y Weldon, 2005: 931). Tal es así, que los partidos tradicionales se han ido separando de la sociedad, y se han concentrado en lo que algunos teóricos han calificado como "tareas eficientes" de la política representativa, es decir, intentar atraer la voluntad de la población, el reclutamiento de élites, la administración de recursos, la formulación de políticas públicas, la organización de elecciones, etc.; de tal manera que los partidos han abandonado su faceta integradora para volcarse en las cuestiones institucionales (Subirats, 2015: 124).
El problema es que los ciudadanos hoy día exigen una mayor transparencia y participación, medidas que contribuyen a la regeneración democrática. Esto está obligando a cambiar las pautas de comportamiento de todos los partidos políticos, que van haciéndose más permeables a los ciudadanos habilitando herramientas que les permitan comunicarse con ellos de forma bidireccional y fomentar su participación en la toma de decisiones y en el control de redición de cuentas. Es una manera útil de intentar recuperar la confianza en la clase política (Torres, 1996), y la mejor garantía para que la democracia representativa funcione (Putnam, 1993). El uso de las TIC está propiciando esta transformación del escenario político, con una especial incidencia en aspectos como la transparencia y la participación, entendida esta última no
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como la sustitución de la democracia representativa por la democracia participativa, sino como la mejora de la democracia representativa. Por eso, es necesario analizar también hasta en qué medida las TIC, en concreto las webs oficiales, están contribuyendo a impulsar esta tendencia, mitigando la crisis de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, y estableciendo una relación más fluida entre los políticos y los ciudadanos superando los filtros de la burocracia y de las instituciones.
La crisis económica por la que ha atravesado Europa ha encontrado su reflejo en una crisis política, la cual está contribuyendo a la ruptura entre los ciudadanos, los partidos tradicionales y los representantes. La desconfianza de los ciudadanos respecto a las instituciones políticas y a los políticos se está incrementado en todo el continente europeo, tal es así, que la mayoría de los ciudadanos europeos manifiestan que sus países cuentan con altos índices de corrupción, con la única excepción de Dinamarca. Además, existe una creencia que abunda en el déficit del rendimiento de los gobiernos (Norris, 2012) y en el abuso de los principios, normas e instituciones que sustentan la democracia. Ante este panorama, se está produciendo un auge de algunos partidos populistas que nacen de iniciativas ciudadanas, y que vienen a demostrar el agotamiento de los modelos políticos imperantes, junto a la dificultad que parecen mostrar los partidos tradicionales para enfrentar con éxito los nuevos retos que surgen en las sociedades y las demandas ciudadanas que se derivan de ellos.
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La única solución posible para recuperar la legitimidad pérdida es apostar por un verdadero proceso de regeneración democrática que venga a modificar las pautas imperantes. En otras palabras, establecer medidas que contribuyan a mejorar la democracia, ampliando los niveles de participación directa de los ciudadanos y de control de sus gobernantes. La regeneración democrática se identifica con la transparencia y la participación ciudadana (Goodin, 2003), pero la transparencia no se puede quedar exclusivamente en el mero de derecho de acceso a la información, debe ir más allá, es decir, caminar hacia la transparencia participativa y, para ello, las instituciones políticas deben fomentar una verdadera participación y no solo centrarse en la mera intervención en los procesos electorales.
En este sentido, se ha ido generando, tanto en el ámbito gubernamental como académico, un sistema de creencias basado en que la democracia puede mejorar gracias a las nuevas tecnologías, y que a través de éstas los ciudadanos volverán a sentirse sus legítimos propietarios, pues dispondrán de información pública, comprensible y tratable y podrán participar y colaborar con los gobiernos y administraciones en una relación horizontal e igualitaria (López Pagán, 2014: 254). No obstante, hay que señalar que la regeneración no se consigue únicamente potenciando aspectos propios de la democracia participativa, sino que, además, requiere abordar otras cuestiones como, por ejemplo, la reforma electoral, la limitación de los mandatos, la rendición de cuentas, el endurecimiento de las penas, la democratización de los partidos, etc. Y esto no se alcanza con las TIC si no existe una verdadera voluntad de los actores e instituciones políticas de emprender este tipo de reformas en sus organizaciones. Aunque no cabe duda que las TIC están generando unos beneficios para la democracia como incrementar la capacidad de la ciudadanía para controlar la gestión del gobierno, favorecer la transparencia, facilitar el dialogo entre gobernantes y gobernados, brindar una mayor
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cantidad y calidad de información pública, permitir un mayor nivel de participación ciudadana, o posibilitar una comunicación multinivel en un mismo espacio y sin condicionantes de tiempo, etc.
En este capítulo nos concentraremos en analizar la regeneración democrática de los partidos políticos en virtud de la participación ciudadana y la transparencia. Para ello se estudia cómo las TIC impulsan dos cuestiones básicas en los partidos políticos: 1) los procesos de transparencia y 2) los procesos de participación democrática y comunicación. Hay que advertir a este respecto que no existen muchos estudios empíricos sobre estas dos cuestiones. Una buena parte de las investigaciones que estudian la información que facilitan las webs de los partidos políticos y el uso que éstos hacen de las TIC se centran únicamente...
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