Las habilidades digitales como facilitadoras de la participación on-line: perspectivas desde la brecha digital democrática

AutorStefano De Marco - Mirko Antino Cristóbal Torres Albero
Páginas66-88

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1. Introducción

En un contexto político donde internet está cobrando siempre más importancia y difusión como herramienta para la participación, la academia empieza a preguntarse por los factores que facilitan la puesta en marcha de prácticas políticas a través de la red. Entre estos factores, de especial importancia son aquellos inherentes a la naturaleza digital de dichas prácticas. En este trabajo estamos interesados en conocer cómo las digital skills de los

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internautas influencian su participación política digital. Siguiendo a los investigadores de la brecha digital de segundo nivel y de la digital inequality (Van Dijk y Hacker, 2003; DiMaggio et al., 2004; Van Dijk, 2005; Hargitttai y Walejko, 2008), se plantea el hecho de que no todos los usos de internet están al alcance de cualquier internauta. Más en concreto, los usos más ventajosos de internet, entre los cuales se encuentran los de carácter político, se verían adoptados con mucha más facilidad por aquellos internautas que más nivel tienen en el manejo de la herramienta. Las investigaciones empíricas sobre el tema plantean que son los internautas ya de por sí más aventajados quienes poseen el nivel más alto de manejo de la herramienta. Esto es, personas con elevado nivel de estudios y con más estatus socioeconómico. Así pues, sería en estos segmentos poblacionales donde se concentrarían los usos más ventajosos de internet, incluidos los políticos. Todo ello implicaría que solo algunos estratos de la sociedad usarían internet para participar políticamente, con todos los beneficios que ello conlleva. Esto plantea problemas de inclusión democrática bajo una doble perspectiva: por un lado, por la falta de inclusión en procesos participativos de determinados segmentos poblacionales (Norris, 2001); por otro, porque estos mismos segmentos no se tendrían en cuenta a la hora de elaborar y diseñar plataformas para la participación online (Norris y Curtice, 2006).

El objetivo de este trabajo es testar empíricamente las relaciones entre recursos y habilidades digitales y entre estas últimas y la participación digital. Para cumplir con los objetivos del trabajo, se ha operacionalizado el constructo de las habilidades digitales mediante dos escalas unidimensionales: una, compuesta por un conjunto ítems dirigidos a medir diferentes operaciones elementales que el usuario puede implementar en un contexto de navegación; otra, fundamentada en la variedad de usos de internet adoptados por el

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internauta. Los datos han sido recogidos mediante una encuesta representativa a la población general española.

1.1. De la digital divide a la digital inequality

La brecha digital se considera como "el gap tecnológico entre los que "tienen acceso a la información" y los que "no tienen acceso a ella"" (Attewell, 2000: pág. 252). Las primeras investigaciones sobre este fenómeno se centraban en las desigualdades en el acceso que penalizaba a los grupos sociales tradicionalmente desfavorecidos (Dunham 1999): durante muchos años, la edad, la situación socioeconómica y la raza han sido predictores potentes del acceso a internet (DiMaggio et al., 2001; Warschauer, 2003; Mossberger, Tolbert y Stansbury, 2003). Sin embargo, en los últimos años, las sociedades occidentales están conociendo un aumento exponencial en la penetración de internet, hasta casi llegar, en muchos países, al cien por cien de la población conectada. Ello, según Di Maggio y Hargittai (2001), implicaría que la brecha digital desaparecería, dejando paso a otro fenómeno social, vinculado al desigual aprovechamiento de la herramienta por parte de la población. Se trataría de la digital inequality, eso es, la desigual distribución entre usuarios de los usos más beneficiosos de internet. Estos se concentrarían entre los segmentos poblacionales ya de por sí aventajados, sea por estatus socioeconómico o por nivel de estudios (Van Dijk y Hacker, 2003; DiMaggio et al., 2004; Van Dijk, 2005). Para comprender este proceso, es importante tener en cuenta que no todos los usos de internet son iguales, ya que solo algunos brindan un beneficio real para la vida cotidiana de los internautas. En palabras de Gurnstein, el uso efectivo de internet deriva de "the capacity and opportunity to successfully integrate ICTs into the accomplishment of self or collaboratively identified goals." (2003: pág. 12). Los estudios empíricos en esta área han intentado comprender qué efecto tienen las digital skills sobre

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los usos avanzados y beneficiosos de internet (Peter y Valkenburg, 2006; Hargittai, 2010).

Así pues, las autoras Hargittai e Hinnant (2008) plantean que a la base de la digital inequality estarían las diferencias entre internautas en el manejo de la herramienta: a más nivel de habilidades digitales, más posibilidad de utilizar internet de forma beneficiosa. Así pues, las personas con menor nivel de habilidad tendrían mayores problemas a la hora de aprovechar del todo el potencial que internet ofrece, generando así desigualdad entre los internautas más "avanzados" y aquellos con menor habilidad de navegación. Este fenómeno, además, resultaría ser una extensión en el "mundo digital" de las desigualdades ya presentes en el "mundo real". Por ejemplo, Hargittai y Shaw (2015) demostraron que solo los internautas con más nivel de habilidades digitales producen contenido en Wikipedia. La destreza de los internautas también influiría en la adopción de usos creativos de internet (Van Dijk, 2006; Hargittai y Walejko, 2008) e incluso en la implementación de los usos políticos de internet (De Marco et. al., 2013; Robles et al., 2015). Entre ellos, destaca la participación política digital (PPD), esto es, el repertorio de prácticas políticas que hacen posible las tecnologías digitales y que dependen de las actitudes políticas de los ciudadanos, de sus creencias individuales y colectivas sobre las oportunidades políticas que ofrece internet, así como del contexto social, económico y tecnológico (Robles et al., 2015). En esta definición se recogen aquellas prácticas expresivas, instrumentales, convencionales y no convencionales que los ciudadanos realizan a través de internet y que están vinculadas, no solo a sus actitudes políticas generales, sino también a la percepción social de internet como una herramienta política.

1.2. La democratic divide

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La PPD ha sido considerada por la literatura especializada en la digital inequality como un ejemplo de uso ventajoso de internet. Se trata, para autores como Norris (2001), de un uso de internet que mejora los canales de reivindicación y participación política y, por ende, permite aumentar las posibilidades para hacer visibles las preferencias y opciones políticas de los ciudadanos en general y de los internautas en particular. Sin embargo, esta misma autora ha alertado de las posibles desigualdades políticas implícitas en este tipo de uso de internet.

Dentro de este campo de estudio, muchos autores se han empezado a interesar por comprender qué mecanismos influyen sobre la puesta en marcha de prácticas de PPD y, más en concreto, en qué medida influyen sobre la PPD cuestiones como el hecho de ser un ciudadano políticamente activo (Calenda y Mosca, 2007), las actitudes y valores políticos de los ciudadanos (Borge y Cardenal, 2011) o sus características sociodemográficas (Robles, Molina y De Marco, 2011). Por otra parte, el estudio de la PPD está vinculado también a factores exclusivos de la dimensión digital, como los recursos electrónicos (Gibson, Lusoli y Ward, 2005), la recepción de estímulos movilizadores electrónicos (Best y Krueger, 2005) o los contextos de uso de internet (Hassani, 2006; Hargittai, 2008; Quintelier y...

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