Sujetos de la violencia

AutorAdolfo Ceretti/Lorenzo Natali
Páginas225-251
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CAPÍTULO VI
SUJETOS DE LA VIOLENCIA
«La violencia que a veces se manif‌iesta en el área de la locura, es radi-
calmente menos frecuente a la manifestada en la “normalidad”: algo que se
tiende a ignorar y a olvidar con facilidad».
Eugenio BORGNA
Antes de conocer las complejas y múltiples dimensiones de lo que más
tarde def‌iniremos como cosmologías violentas —cuyas premisas tienen ori-
gen en el interaccionismo simbólico radical— deseamos referir al lector
parte de un vasto debate científ‌ico y cultural que constituye el tema —tan
poliédrico y tan difícil de capturar— de la violencia.
Psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas y neurocientíf‌icos investigan, mu-
chas veces en estrecha colaboración, las raíces profundas de esta acción
social.
En resumen, para explicar una cosmología violenta hay que tener bien
claros algunos extremos de estos procesos cognoscitivos, que se entrecruzan
y se mezclan con nuestra propuesta.
Conscientes de la complejidad de estos temas y del exceso que cada
uno de estos ámbitos de investigación lleva consigo, intentaremos que
nuestra incursión se limite solo a aquellas cuestiones que consideramos
cru ciales.
1. PSICOPATÍA, AGRESIVIDAD REACTIVA E INSTRUMENTAL
James Blair, estudioso de neurociencia cognitiva, llevó a cabo, junto a
otros colegas, investigaciones que llevan a def‌inir la «psicopatía» como un
desorden afectivo que implica una reducción de la capacidad de desarrollar
formas de «empatía» y, como consecuencia, un déf‌icit en la habilidad para
formar razonamientos morales, tanto en situaciones experimentales como
en otras situaciones. En síntesis, estos autores consideran la psicopatía como
Adolfo Ceretti / Lorenzo Natali
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un desorden que afecta al ámbito emotivo, interpersonal y comportamental
(Blair, Mitchell y Blair, 2005: 7) 1.
A lo largo del tiempo, el núcleo fuerte de estas «personalidades anor-
males» fue bien descrito por 16 atributos comunes a este grupo de sujetos
(entre ellos la superf‌icialidad, la grandiosidad o la falta de remordimiento y
de empatía) reconocidos por Harvey Cleckley en 1941 (Cleckley, 1941) y por
Kurt Schneider en 1950 (Schneider, 1950; Dazzi y Madeddu, 2009: 11-19).
Este último, en su tipología de aquellos que sufren o hacen sufrir a la socie-
dad, describía, por ejemplo, a los «psicópatas impulsivos» —caracterizados
por bruscas variaciones del tono emotivo y por la incapacidad de poner fre-
no o controlar sus propias reacciones explosivas producidas por la cólera
furibunda o por la destructividad irracional— y a los «psicópatas inafectivos
o amorales» —sujetos fríos e insensibles moralmente, incapaces de empati-
zar, de respetar las leyes morales y los sentimientos ajenos aun conociéndolos
bien, y dispuestos a cometer delitos muy graves—. Esta última distinción
permanece sustancialmente invariada en estudios contemporáneos. Barratt
et al. (1999) diferenciaron, por ejemplo, dos diferentes tipos de agresividad:
la «impulsiva» —una «reacción de gatillo hipersensible» a la provocación,
que conduce a la agitación y a una respuesta agresiva desproporcionada— y
la «premeditada», caracterizada por una escasa respuesta emocional y por la
presencia de actos agresivos efectuados «a sangre fría».
Timothy Harpur, Ralph Hakstian y Robert Hare (1988) localizaron en la
psicopatía dos aspectos correlacionados referentes a una dimensión afectiva/
interpersonal —caracterizada por la superf‌icialidad, dureza, ausencia de remor-
dimientos y deshonestidad— y a una dimensión comportamental o de estilo de
vida —caracterizada por delincuencia juvenil, versatilidad en la desviación, falta
de sentido de la responsabilidad y búsqueda inmediata del placer e impulsivi-
dad—. Hare precisa que los psicópatas «representan un porcentaje signif‌icativo
de los delincuentes más duros, de los vendedores de estupefacientes, de quien
comete abuso sexual, de estafadores, mercenarios, políticos corruptos, médicos
y de los abogados que se saltan el código deontológico», que están «muy pre-
sentes en el mundo empresarial y de los negocios», y que «muchos de ellos ejer-
citan su propia actividad teniendo poco en cuenta las leyes» (Hare, 1998: 110).
Una novedad introducida por las investigaciones experimentales lleva-
das a cabo en las últimas décadas sobre sujetos psicópatas ha puesto, a su
vez, de manif‌iesto que en la construcción del razonamiento moral operan
dos sistemas neurales fundamentales.
1 En criminología, por ejemplo, el núcleo central de la «personalidad criminal» ha sido de-
f‌inido por Jean PINATEL (1970) en cuatro rasgos fundamentales que interactúan entre sí en modo
dinámico y complejo: el «egocentrismo» (esto es, ignorar los juicios ajenos), la «labilidad» (o la
satisfacción de las propias necesidades sin tener en cuenta las consecuencias), la «agresividad» y la
«indiferencia afectiva» (que denotan una escasa empatía y una baja sensibilidad moral).

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