La creación de los criminales violentos peligrosos

AutorAdolfo Ceretti/Lorenzo Natali
Páginas165-203
165
CAPÍTULO IV
LA CREACIÓN DE LOS CRIMINALES VIOLENTOS
PELIGROSOS
«Now, they take him and they teach him and they groom
him for life».
Bob DYLAN
1. PROCESO DE VIOLENTIZACIÓN. ASPECTOS GENERALES
En 1989 fue publicado The Creation of Dangerous Violent Criminals, li-
bro en el que Athens intenta dar respuesta a la pregunta planteada nueve
años antes en las últimas líneas de su obra Violent Criminal Acts and Actors.
La cuestión que dejó sin resolver se basaba en la identif‌icación y la des-
cripción del proceso social que conduce al desarrollo de una comunidad-
fantasma violenta, así como en la eventual reversibilidad de dicho proceso.
En Violent Criminal Acts and Actors se describía el proceso interpre-
tativo del actor violento, sin que se formulara ninguna hipótesis sobre la
génesis y el desarrollo de una comunidad-fantasma violenta ni sobre «por
qué» un individuo se vuelve violento. La respuesta, como veremos, se alejará
mucho de las explicaciones etiológicas tradicionales adoptando, en cambio,
el modelo procesal y secuencial al que hemos hecho referencia al describir el
método de las ciencias sociales en el capítulo I. La «causa» procesal, como
tuvimos ocasión de recordar, se desarrolla en etapas, cada una de las cuales
ha de ser «des-plegada» tanto por el sujeto observado como por el científ‌ico-
observador, en el momento en el que las describen. Es importante recordar
que el corolario inmediato de la lectura procesal del concepto de causa es que
los fenómenos son el resultado de «procesos de desarrollo», cuyas primeras
fases no determinan necesariamente las últimas y que, como consecuencia,
cada sujeto recorre un trayecto único, que no le cae mecánicamente del cielo.
En el actuar violento, Athens identif‌ica este modelo secuencial con el pro-
ceso de «violentización» (violentization). Este neologismo, acuñado uniendo
Adolfo Ceretti / Lorenzo Natali
166
el adjetivo «violento» al término (de derivación sociológica) «socialización»,
hace referencia a aquel proceso, compuesto por cuatro fases diferenciadas,
que hace que una persona inicialmente no violenta se convierta en peligrosa.
Efectivamente, si adoptamos una célebre def‌inición de socialización —«el
conjunto de procesos a través de los cuales un individuo desarrolla, a lo largo
de toda su vida y de sus interacciones sociales con un número indef‌inido de
colectividades, [...] el grado mínimo [...] de competencia comunicativa y de
capacidad de prestación compatible con las exigencias de su supervivencia
psicofísica dentro de una determinada cultura y en un determinado nivel de
civilización [...]» (Gallino, 1978d: 616)— y combinamos el término «social»
con el término «violento», obtenemos una primera def‌inición hipotética de
violentización, esto es, el conjunto de procesos mediante los cuales un indi-
viduo, a lo largo de toda su vida y durante interacciones sociales violentas,
desarrolla procesos de aprendizaje y de adaptación a sistemas culturales y
normativos fundados principalmente en la violencia.
Reconocer, junto a la existencia de mundos sociales «civiles», la exis-
tencia de mundos predominantemente violentos nos lleva a una concepción
social orientada al «conf‌lictualismo normativo» que percibe a cada uno de
los grupos que componen una determinada organización social como por-
tadores de normas, valores e intereses —básicos para el despliegue de la
vida institucional— en conf‌licto con los de otros grupos 1. En el universo de
la violencia, esta af‌irmación implica que el violento no es el que, mediante
role-taking, interioriza de un modo insuf‌iciente y/o defectuoso las normas
sociales predominantes en el grupo dominante no-violento. Esta explicación
nos devolvería una «visión a túnel» del desviante, entendido como un sujeto
carente de una buena socialización, o como un enfermo mental que, a causa
de su patología, carecería de capacidad para interiorizar las normas sociales
(Pitch, 1975: 49-51). Por el contrario, el actor violento lo imaginamos aquí
como aquel que, durante las propias experiencias sociales, ha internalizado
modelos normativos «diferentes» a los «civiles» y, apoyándose en ellos, acu-
de a la violencia para resolver situaciones «críticas». Para el interaccionismo,
el proceso de «identif‌icación» se produce conf‌iriéndose a sí mismos signi-
f‌icados simbólicos, y no incorporando uno o más rasgos de otro individuo
modelándose sobre la totalidad de su persona.
«Cuando se observa a un criminal peligroso violento al principio de su pro-
ceso de formación en vez de hacerlo a su f‌in, quizás de un modo inesperado se
ve que el criminal peligroso violento era inicialmente un ser humano relativa-
1 Edwin SUTHERLAND (1929: 107-119) hablaba siempre de «conf‌lictos culturales». Donald
CRESSEY (1960: 49 y ss.) asumió la responsabilidad de cambiar dicha expresión por la de «conf‌lic-
tos normativos», para evitar que se cayera en el equívoco de considerar, en línea con la teoría de
Sellin, que el «conf‌licto» hiciera referencia al de las culturas de los inmigrantes y no al de los países
receptores.
167
La creación de los criminales violentos peligrosos
mente benigno, hacia el que probablemente se sentía más simpatía que aver-
sión» (Athens, 1992: 6) 2.
Hay que poner, pues, el énfasis en el adverbio «inicialmente», el cual
sugiere que el «criminal», antes de convertirse en tal persona a partir de una
verdadera y auténtica educación basada en el miedo y en la violencia, era un
individuo que, al igual que los demás, al nacer y entrar en el mundo social,
está a la espera de signif‌icado.
En cuanto a este tipo de sujetos, sabemos que se trata de individuos
que han cometido todo tipo de delitos atroces —así def‌inidos tanto por la
ejecución extremamente violenta de los mismos como por la aparente falta
de provocación—. Los que cometen estos actos son «los criminales violen-
tos más peligrosos de nuestra sociedad, quizás con la única excepción de
algunos delincuentes de cuello blanco [...]» añade perspicazmente Athens
(1992: 5).
¿Pero cuál sería el «proceso formativo» de quienes mantienen compor-
tamientos tan atroces? En pocas palabras,
«las fases de este proceso pueden representarse como una serie de habitacio-
nes, con dos puertas cerradas en cada una de ellas —una con un cartel que
pone “entrada”, y la otra con un cartel que pone “salida”—. Para poder llegar
a la última habitación es necesario pasar antes por las anteriores. Sin embargo
es posible que no se llegue nunca a la última habitación, ya sea porque uno se
quede encerrado en una de las habitaciones en la que ha entrado, ya sea porque
escapa por una de las puertas en la que pone “salida” abandonando así todo el
edif‌icio» (Athens, 1992: 21).
Las «habitaciones» de la violentización son cuatro: «brutalización», «be-
ligerancia», «prestación violenta» y «virulencia».
Entremos en la primera de ellas.
2. BRUTALIZACIÓN
Para entender el modo en que los actores violentos viven las dimen-
siones temporales del propio Self hay que observarlos yendo más allá de
sus carreras criminales. La vida de cada individuo se caracteriza por una
sucesión de episodios —más o menos signif‌icativos—, integrados en un
esquema general de vida. Comprender la historia de cada uno de estos
individuos, y reconocer que sus aspiraciones para el futuro y los vestigios
del pasado inf‌luyen conjuntamente en sus comportamientos actuales, es lo
que sirve de guía a cada uno de los encuentros entre entrevistado e inves-
tigador.
2 La cursiva es nuestra.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR