La protección fuera del ámbito de la persona

AutorLluís de Carreras Serra
Cargo del AutorLicenciado en Derecho
Páginas121-125
© Editorial UOC 121 Capítulo VIII . La protección...
Capítulo VIII
La protección fuera del ámbito de la persona
1. La dignidad de los grupos étnicos y sociales sin personali-
dad jurídica
Quien interpone una demanda judicial ha de ostentar la legitimación activa
para hacerlo, esto es, ha de ser titular (interés directo) del derecho que considera
infringido por cuyo reconocimiento reclama. En virtud de este principio, la rec-
lamación judicial por vulneración del derecho al honor sólo podría interponer la
la persona directamente ofendida. No obstante, la STC 214/1991 amplía el ám-
bito de protección del derecho al honor a aquellas personas que, sin haber sido
aludidas directamente en la información lesiva al honor, forman parte de un
colectivo étnico, que es el directamente ofendido en su conjunto.1
Esta sentencia sienta la siguiente doctrina: la Constitución, en los casos de
reclamación de protección de los derechos fundamentales otorga la legitima-
ción activa a:
la víctima o titular del derecho infringido (que es quien tiene ‘interés •
directo’),
toda persona que invoque y ostente un interés legítimo.•
1. La STC 214/1991 contempla un caso singular –el caso Violeta Friedman– que ha dado lugar a una
innovación jurídica muy importante para el efectivo ejercicio de los derechos humanos. Se trata de
la reclamación que interpone la Sra. Violeta Friedman contra las declaraciones hechas a la revista
Tiempo por el ex jefe de la S.S. nazi León Degrelle, en las que negaba la existencia de las cámaras
de gas, la participación en el holocausto del Dr. Mengele y acusaba de mentirosos a los judíos que
relataban los horrores de los campos de concentración. La Sra. Friedman alega en la demanda que
las citadas declaraciones han lesionado su honor porque ella (judía) estuvo inter nada en el campo
de Auschwitz, donde murió toda su familia gaseada por orden del Dr. Mengele, y porque con tales
declaraciones el Sr. Degrelle no sólo tergiversa la historia, sino que, además, cali fica de mentirosos a
los que, como ella, sufrieron los horrores de los campos de exterminio nazis.

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