Las políticas del liberalismo igualitario
| Autor | Jahel Queralt Lange |
| Páginas | 227-259 |
CAPÍTULO VII
LAS POLÍTICAS DEL LIBERALISMO
IGUALITARIO
El objetivo de este capítulo es analizar las características que tendrían algu-
nas de las principales instituciones de una sociedad liberal igualitaria. El análi-
sis hecho hasta aquí ha revelado que los liberales igualitarios conciben de ma-
nera muy distinta la relación entre el ideal de justicia y el diseño institucional
Los que adoptan una posición deóntica,
RAWLS
y
DWORKIN,
creen que la justicia
expresa las obligaciones que tenemos los unos con los otros como miembros de
un sistema de cooperación y que las instituciones son el instrumento mediante
el cual satisfacemos estas obligaciones. Esto les lleva a proponer principios que
pretenden ser una guía para diseñar instituciones justas. Por otra parte, los que
tienen una visión axiológica,
ARNESON
y
COHEN
, consideran que la justicia ex-
presa verdades morales acerca de cómo debería ser una distribución ideal y
admiten que ese estado de cosas puede ser «algo que ni el Estado ni, de hecho,
ningún otro agente, puede proporcionar» (
G. A. COHEN,
2004: 104). En conse-
cuencia, formulan principios que no pretenden ser guías para el diseño institu-
Por esta razón, en esta última parte dejaremos a un lado las concepciones
axiológicas de la justicia y nos centraremos en examinar las implicaciones para
el diseño institucional de las dos concepciones deónticas que hemos visto, la
igualdad democrática y la igualdad de recursos.
Según una lectura bastante común, las concepciones rawlsiana y dworki-
bienestar. Si esto es así, el debate que hemos analizado en los capítulos anterio-
res carece totalmente de implicaciones prácticas. Este capítulo pretende recha-
zar esta conclusión mostrando que las recomendaciones que se siguen de la
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igualdad democrática y de la igualdad de recursos son bien distintas. Mientras
que la igualdad de recursos nos propone reformar nuestros Estados del bienes-
tar para que sean más generosos, la igualdad democrática sugiere un cambio de
modelo económico. La exposición está dividida en tres partes. La primera
-
ción exige proteger. Veremos que
RAWLS
y
DWORKIN
comparten una noción de
de este ideal les lleva a formular exigencias distintas. La segunda parte está
dedicada a analizar los modelos económicos que mejor encajan con cada con-
-
de regulación de la propiedad privada en capitalistas y socialistas. Una conclu-
bienestar como el único sistema capaz de satisfacer las exigencias de justicia.
Finalmente, se indaga en las obligaciones que cada concepción considera que
tienen las instituciones hacia quienes sufren discapacidades y enfermedades
graves. Como veremos, el criterio que ofrece la igualdad democrática para
abordar esta cuestión, a pesar de las enmiendas introducidas por
RAWLS
, es
problemático en varios aspectos importantes que la igualdad de recursos re-
suelve mejor.
1. EL SISTEMA DE LIBERTADES
Tanto
RAWLS
como
DWORKIN
entienden la libertad como la ausencia de
concreta, lo que están diciendo es que una sociedad justa debe permitir que los
individuos ejerzan esa libertad y prohibir que el gobierno, o terceros, obstacu-
licen dicho ejercicio (
RAWLS,
1999: 177) (
DWORKIN, 2000:
141). Están de acuer-
do en que la libertad, entendida de este modo, debe ser asegurada a todos los
derechos y obligaciones. Como vimos en su momento, esta manera de entender
la libertad es compatible con grandes desigualdades en la capacidad de los in-
dividuos para ejercerla. Ahora bien, a pesar de estar de acuerdo en la concep-
ción de la libertad,
RAWLS
y
DWORKIN
hacen recomendaciones distintas sobre
las libertades que han de asegurarse en una sociedad justa. Su discrepancia en
este aspecto puede explicarse a partir de la estrategia que utiliza cada uno para
defender la protección de este ideal.
RAWLS
idea de ciudadano libre e igual implícita en su concepción. Las libertades que
LAS POLÍTICAS DEL LIBERALISMO IGUALITARIO 229
protege el primer principio son presentadas como «condiciones sociales esen-
ciales» para el desarrollo y el ejercicio de los dos poderes morales que carac-
terizan esta idea de persona, a saber, la capacidad moral para tener un sentido
de justicia y la capacidad racional para formarse una concepción del bien
(
RAWLS,
2001: 112-114). Hay libertades que pueden ser indispensables para
perseguir una concepción del bien concreta pero que son prescindibles para
el primer principio de la justicia no protege cualquier libertad que resulte ne-
cesaria para satisfacer una concepción del bien. La estrategia de
DWORKIN
-
ción ideal. La igualdad de recursos requiere que los recursos dedicados a la
vida de cada sujeto sean iguales en el coste de oportunidad que supone para los
demás que él tenga dichos recursos (
DWORKIN,
2000: 70, 84, 112). El mecanis-
mo más adecuado para revelar los costes de oportunidad verdaderos es un
sistema de mercado respaldado y corregido por un sistema de derechos y liber-
libertades que son necesarias para lograr este objetivo y restringidas las que lo
obstaculizan.
DWORKIN
tiene una consecuencia teórica que
merece la pena señalar. Su manera de presentar la igualdad de recursos trata de
mostrar que la libertad y la igualdad, bien interpretadas, no colisionan sino que
-
de la igualdad, sino en su nombre» (
DWORKIN, 2000
: 133). Ahora bien, la estra-
sólo aquellas libertades que promueven la igualdad
libertad cuando ésta no está a su servicio? Según
DWORKIN
, la colisión es sólo
creemos que, sea cual sea nuestro proceder, es inevitable que se pierda algo
moralmente importante. Las restricciones que exige la igualdad de recursos
—e. g. aquellas que son necesarias para proteger la propiedad y la seguridad
individuales— limitan conductas que carecen de valor moral —e. g. robar o
-
nición de libertad que pretenda capturar la relevancia de este ideal (
DWORKIN
,
1996). En este punto,
DWORKIN
se distingue de
RAWLS
, como muchos otros li-
situación de los peor situados —e. g. la normativa que establece un salario
-
tades —las que son necesarias para desarrollar los dos poderes morales— y
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